01|| Buenos días, cariño.

30•Agosto•2016

Caleb

10:37 A.M.

Era miércoles por la mañana.

No había problema por que me levantara tarde, pues eran aún vacaciones de verano. Hace menos hora me había levantado de la cama, me encontraba sentado en la mesa del comedor esperando que mamá terminara de poner mi almuerzo en la mesa junto al de mi hermana menor.

—Buenos días, Ceporro. —Dijo mi pequeña Camille aún con su pijama puesta de color rosado. Era evidente que se acababa de despertar.

—Buenos días, Microbio. ¿Apenas levantándote? A mamá no le gustará eso. —Le dije a mi hermana con tono acusador.

— ¿No me gustará qué? —Mamá miró a mi hermana de pies a cabeza — ¿Porqué sigues en pijama, Camille? Anda, ve a cambiarte. Acordamos que dormirias y despertarías temprano, hija. Ya casi regresaras a clases y...

El teléfono de la casa empezó a sonar interrumpiendo a mamá. Le dió una ultima mirada de advertencia a Camille y siguió su camino hacia el teléfono.

—Anda, microbio. Ve a cambiarte. Dudo que quieras que mamá continúe con el sermón después de la llamada que te salvo. —Dije, y con eso se bastó pata levantarse de la mesa y dirigirse a su habitación a cambiarse.

A mamá no le gustaba vernos por las mañanas aún con pijama. Decía que la pijama solo era para dormir y no para sentarse en la mesa a desayunar, ya teníamos él tiempo suficiente para hacer nuestra cama, bañarnos, cambiarnos, peinarnos y estar presentables a la hora de desayunar. Esto, al menos, para ella. Y bueno, no quería hacerla enojar haciendo lo contrario aún estando en vacaciones.

Miré a mi celular, le estaba enviando un mensaje de texto a mi novia. Leyna.

💬 Buenos días, cariño.

Desde anoche no me respondía. No era raro. Acostumbraba a dormir demasiado, parecía Koala. Dormía temprano y despertaba tarde. No sabia como ni mucho menos en que momento, pero mi novia sí que era una dormilona.

Mamá volvió al comedor, se quedo mirándome por unos segundos sin poder decir ni una sola palabra, estaba pálida y caía una lágrima por su mejilla.

— ¿Mamá? ¿Qué pasa? ¿Está todo bien? —Pregunté mientras me levantaba de la silla y me acercaba a ella.

— Hijo... Su mamá... Leyna... —Mamá balbuceaba palabras, parecia que intentaba procesar las palabras.

— Mamá, ¿Quien te llamo? —Pregunté preocupado.

— La Sra. Clark. Hijo... Leyna. 

—¿Qué pasa con Leyna, mamá?

— Ella... Encontraron su cuerpo hijo.

No podía estar pasando esto. ¿Acaso dijo: su cuerpo? Volvieron a mí todas esas veces, todas esas citas, todas esas palabras que había llegado a compartir conmigo Leyna y todo cobró sentido. 

Salí de la casa lo más pronto posible, la casa de Leyna estaba a 20 minutos de la mía. Pero corrí y corrí para llegar lo antes posible. 

Al llegar a la calle donde Leyna vivía quedé en shock, no creía lo que estaba viendo. 

Era una ambulancia estacionada en frente de la casa de los señores Clark, los padres de Leyna, la casa de Leyna. Con forme iba avanzando hacia la casa noté que la madre de Leyna estaba de frente a una camilla, una camilla donde estaba cubierto un cuerpo por ese típico saco negro. 

La señora Clark estaba devastada, no paraba de llorar. Troté hasta llegar a un lado de ella y sostenerla.

—Oh, Caleb. Mi pequeña... —Apenas pudo peonuncioar la señora Clark.

— No puede estar pasando esto. ¿Qué ha ocurrido? —Pregunté aun estando en shock.

Lo siguiente que puedo recordar es que nos encontrábamos en la estación de policías. Dónde respondieron mi pregunta.

A las 9:58 A.M. hicieron una llamada a la estación de policías de unos chicos asustados que acaban de acampar y en el camino a la salida habían encontrado en cuerpo de una chica de no más de 1.65, con cabello castaño oscuro y piel pálida colgando de un árbol a mitad del bosque.

Realmente no podía creer que fuera Leyna. Nunca creí que tuviera el valor de hacer algo así. Que no pensara en mí ni en su familia ni en nuestros amigos cercanos.

No podía conectar las palabras, lo que escuchaba y veía. Leyna se había quitado la vida a las afueras del pueblo, en el bosque. En nuestro bosque, o mejor dicho, su bosque.