Donde quiera que vayamos

Amor y dolor

La mano de Félix recorría lentamente un camino de caricias desde mi nuca hasta la parte baja de mi espalda, su boca buscaba la mía como si de un tesoro se tratase y sus ojos desprendían un brillo que nunca había visto. No podía descifrar el tipo de emoción que se encontraba en ellos.

 

—¿Sabes una cosa? - preguntó acercando su boca a mi oído, lentamente. Su aliento chocaba con el lóbulo de mi oreja y todo en mi temblaba.

 

Negué con la cabeza ante su pregunta, y dejé que siguiese besándome por el cuello hasta la mejilla.

 

—Te quiero mucho, Gianna— mi corazón se paró— me he dado cuenta que te quiero.

 

Conocí a Félix en los pasillos de la universidad hace dos años, nuestra historia era la típica que se contaba en las películas empalagosas de los noventa ... Él se chocó conmigo saliendo de una clase y me tiró todo el trabajo de fotografía al suelo junto a mi portátil. En ese momento lo quería matar de todas las formas posibles, pero las semanas siguientes al accidente no paró de buscarme para arreglar todo lo que rompió. Bueno ... lo demás es historia.

 

—Yo te quiero mucho más— le conteste en un pequeño susurro mientras le removía el pelo cariñosamente con mi mano.

 

Todo en él me gustaba. Sus ojos color grises como el cielo en una tormenta siempre miraban con mucha intensidad, su pelo pelirrojo brillaba con cada rayo de sol que se reflejaba en él, tenía una boca con una increíble forma de corazón y cientos de pecas adornaban su cara.

 

Salí de mi trance de enamoramiento cuando escuché el teléfono de Félix sonar repetidamente encima de la mesa, sin pensárselo dos segundos lo agarró y salió de la sala a paso muy rápido.

 

Los minutos pasaron y seguía sin llegar, yo me quedé sentada en el sofá viendo la película que estaban poniendo en el primer canal que puse.

 

La siguiente media hora me la pase enterándome que la protagonista le había puesto los cuernos a su marido y él a la vez se había escapado con su prima. Lo normal todos los días.

 

Pocos minutos después de que la película terminara, Félix entró por las puertas del salón con una pequeña sonrisa en su rostro y el móvil agarrado ligeramente en su mano derecha.

 

Si, eso último era un buen dato ... Félix tenía la extraña manía de que cuando la llamada era feliz se ponía el móvil en la mano derecha, y cuando la llamada no le gustaba lo agarraba con la izquierda.

 

Cuando comenzó a caminar hacia mí, le hice un hueco al lado mío en el sofá, pero, como la mayoría de veces esta semana solo negó con la cabeza cuando le señalé el sitio.

 

Siempre le dije que pasase tiempo conmigo y que por lo menos me prestase atención cuando le hablase de mis planes futuros, o incluso de los trabajos importantes de carrera.

 

Félix nunca ha sido una persona muy abierta a tener conversaciones profundas, él solo quería estar en la cama pues ... compartiendo todo tipo de fluidos, aunque, conmigo nunca llegase más allá de toqueteos por debajo de la ropa.

 

—Me han invitado a una fiesta en la universidad, ¿te vienes? - preguntó mientras agarraba su chaqueta de encima de mi sofá.

 

Asentí con la cabeza y él rápidamente se acercó y depositó un casto beso en mi mejilla.

 

Vi su silueta perderse por el pasillo y segundos después la puerta principal se cerró de un sonoro portazo.

 

🖤

 

Me encontraba removiendo toda la ropa de mi armario para encontrar un vestido que impresionará a Félix.

 

Nunca antes había querido comprar un vestido de fiesta porque no suelo ir a ellas, es mucho mejor quedar con mis amigas en alguna casa.

 

Al final en una esquina había visto un bonito vestido negro que no sabía cómo había llegado allí. Lo cogí de un tirón y lo puse delante mía para verlo entero.

 

El vestido era corto- más o menos llegaba por la parte de arriba de los muslos- solo tenía una sola manga larga y el otro brazo estaba libre dejando así ver un pequeño escote en el lado.

 

Me costó poder ponerme el vestido, pero al final lo conseguí, para presumir hay que sufrir ¿no?, O eso es lo que dicen.

 

Al ponerme frente al espejo vi el vestido ajustándose perfectamente a mis caderas, mis muslos se pegaban y al ser anchos dejaban ver mi cintura más pequeña de lo normal

 

Sin duda me encantaba todo de este vestido.

 

A la media hora estaba esperando en la sala de mi casa a que llegara Félix para irme con él a la fiesta con él.

 

Cuando el timbre sonó cogí mi bolso y me levanté rápido del sofá donde estaba. Al abrir la puerta me encontré a Félix con su pelo revuelto y una camisa blanca abierta donde dejaba ver la mitad de su pecho y unos pantalones azul marino que le quedaban muy bien.

 

Sin decirme nada se quedó en la puerta dándome una serie de miradas de arriba a abajo mientras se colocaba bien la cremallera del pantalón.

 

—Estas muy guapo— le dije para cortar el silencio.

 

El solo asintió con la cabeza sin dejar de mirarme los pechos descaradamente.

 

Su actitud de mierda sobre todo estos días me estaba molestado demasiado, algo le pasaba y no me lo quería decir. Desde hace unas semanas solo pone excusas baratas para todo y evade muchos temas que antes eran de los únicos que quería hablar.

 

Al llegar al coche me encontré con mi amiga Erika sentada en la parte de detrás. Su cabello rubio caía en pequeñas ondas por sus hombros y llegaban hasta su cintura, vestía un vestido rojo que contrastaba con el color negro de sus ojos. Parecía salida de una revista.

 

Miré de reojo a Félix y lo único que hizo fue encogerse de hombros y decir:

 

—No tenía con quien irse y me llamó a mí.




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