Donde Se Esconden Las Almas

LA VIDA EN UN MINUTO

CAPÍTULO II

La vida en un minuto

 

         Justo el reloj marcó las cinco en punto y fue suficiente para que Mark detuviera todo; cuando digo todo es porque me refiero a “todo”. Un mundo acaba de quedar en estado suspendido y otro acaba de cobrar vida – puta vida que me tocó vivir – solía decir Mark para sí mismo. Pero lo cierto es que su jornada de trabajo recién había concluido y su “libre albedrio” finalmente estaba de vuelta.

            Varios de sus amigos le convidaron a salir con ellos, pero Mark ya tenía planes para ese sábado por la noche; planes que tenían el nombre de una mujer: Jennifer. Habían quedado en salir juntos a bailar y pasarla bien en un lugar de moda, del que todos hablaban en el oeste de la ciudad. Ninguno de los dos había ido antes y se suponía que se verían con algunos amigos en común; entre ellos Silvia, la mejor amiga de Jennifer y quien además había servido de celestina para la relación de ambos jóvenes, que apenas si estaba comenzando.

-Si Mark, esta noche será tu noche – se dijo a todo pulmón, mientras encendía un cigarrillo y ponía en marcha su Dodge Charger que había comprado de segunda mano y con el que tanto deslumbraba a todas las chicas.

            Ni bien llegó a casa, estacionó afuera y sacó la manguera para lavar “su bebe”. Era una bestia en espera de ser exigida a entregar los más de 700 caballos de fuerza, que su motor V8 de 6.2 litros se suponía era capaz de generar. Definitivamente era la envidia de sus amigos, quienes contemporáneos con él, solo soñaban con un vehículo así.

            Mark pudo darse el lujo de adquirirlo por tres razones: la primera era que sus padres proveían todo cuanto hacía falta en casa y él se daba el lujo de disponer a placer del dinero que ganaba. La segunda es que había optado por abandonar  la escuela y trabajar a tiempo completo en el área de la pintura comercial; resulta que lo que comenzó como un empleo de medio tiempo para  un chico de diecinueve, se transformó en una “mina de oro” para él y para su jefe, quien de inmediato se percató de la habilidad del chico con sus manos.

            Algunas personas necesitan entrenamiento y algún tiempo de práctica; no es que haga falta un curso en la NASA para aprender a pintar edificaciones, pero los conocidos del tema dicen que el asunto tiene su secreto; sin embargo, desde la primera vez que Mark tomó una brocha y un rodillo, estuvo listo para dejar a todos con la boca abierta con los resultados. Pintaba súper rápido  y con una terminación insuperable. Desde su incorporación al staff de la compañía, los trabajos se hacían maravillosos como antes, pero ahora mucho más rápido; permitiendo a su patrono obtener más y mejores contratos.

            Ah y por cierto, la tercera razón del puto vehículo en sus manos, fue simplemente porque se enamoró de él apenas lo vio en aquella exhibición de coches usados y tenía los ingresos suficientes para pagarlo.

            Una vez puesto a punto el HELLCAT, calentó un bocadillo en el microondas y se duchó, llamó a un par de amigos para asegurarse de que los planes seguían en marcha y cerca de las  nueve se fue de casa. Se suponía que Silvia iría a por Jennifer en su auto y luego se encontrarían en el BAR “Stand Off”, el cual estaba cerca de su destino final. Allí tomarían algo y correrían el tiempo mientras fuera la media noche. Todos sabían que esa era la hora en que el ambiente se hacía mejor en el club al que pensaban ir.

-Eh chicos, ¿por qué no vinieron en UBER? – Preguntó una de las mujeres del grupo – nosotras lo hicimos, así nadie tiene que preocuparse por manejar ebrio.

-El problema no es manejar ebrio Tessa, el problema es que la poli te agarre en el acto.

-En la Military Dr. siguen haciendo las carreras de cuarto de milla a eso de las 3. Deberíamos llevar al bebé de Mark

-¿Todavía?... ¿Y la policía no había acabado con eso pues?

-Olvídenlo pendejos – respondió Mark con una cerveza en una mano y la cintura de Jennifer en la otra – nadie va a ponerle un dedo encima a “mi niña” – agregó mientras miraba a la chica, como dando un doble sentido a sus palabras.

            La verdad es que en la flor de la vida, allí cuando gozas de plena juventud, no se requiere mucho para disfrutar de buen ambiente entre amigos y pasársela bien. Todo estaba tan magnífico, que la media noche siguió de largo y casi a las dos de la madrugada, hora en la que se suponía que los lugares nocturnos cerraban sus puertas por designios de las autoridades de la ciudad, fue que se percataron de que el momento para ir al bar de moda había pasado.

-¿Te quedarías conmigo esta noche? – preguntó Mark con expectación y miedo de la respuesta de Jennifer.

-Ni de broma ¿Estás loco? Mi madre me mataría.

-¿Pero no le has dicho que te quedarás con Silvia hasta mañana? – insistió el muchacho.

-Mira “way”, las cosas no funcionan así… al menos no en mi casa – dijo la chica con expresión de seriedad exagerada, como dejando claro que aunque no podía acceder a sus planes, estaba loca por unirse a ellos; así que luego de una corta pausa agregó – en lugar de soñar con imposibles, deberías hacer lo que “sí” es posible – otro trago de cerveza y prosiguió – después de todo, un pajarito me dijo que te habían escuchado decir que hoy sería tu noche – señaló su reloj con el dedo índice y con una sugerente sonrisa en su rostro, concluyó diciendo – puede que aún lo sea.




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