Donde se ocultan los sueños

00 | Intro


 


 

ANÓNIMO
__
 


 

—Paciente 0567. Síntomas de traumas post traumáticos. Algunos daños menores en los nudillos. Quemaduras de primer y segundo grado en varias partes del cuerpo. Diversas marcas de cigarrillos en la espalda baja. Le faltan algunas uñas de los pies. Todo indica a tortura, por un largo tiempo. —informa la enfermera, mirando de arriba abajo al paciente. Saben su nombre, pero por recomendación del psiquiatra no lo mencionan. 
 


 

—¿En qué año estamos? —pregunta la doctora adentrándose a la habitación con paredes blancas que tiene una tenue luz amarillenta, dos bancos, y una cama en la esquina. La enfermera está a punto de responderle, sin embargo la doctora no busca la respuesta de su boca, así que la calla de inmediato. 
 


 

—Dos mil diecinueve. —se escucha la voz del paciente retumbar en las paredes de la habitación haciendo un eco escalofriante. Todo está siendo grabado, toda la información que pueda ser necesaria para la búsqueda de los desaparecidos. 
 


 

—¿Recuerdas tu nombre? —inquiere la doctora, sentándose frente al paciente. A decir verdad la doctora ya tiene la paciencia muy escasa, ha trabajado con dicho paciente durante mucho tiempo, sin ver muchos cambios para bien, de hecho, se siente impotente, ya que todo va de mal en peor. 
 


 

—Sí. 
 


 

—¿Puedes decírmelo?
 


 

—Usted ya lo sabe. 
 


 

—Ya, pero no estoy segura si tú aún lo sabes —la doctora empieza a tomar nota del paciente. Se percata de algunos cambios desde la última sesión, como por ejemplo, que el paciente levanta y baja el pie una y otra vez, reflejando su inquietud. 
 


 

Reflejando su impaciencia por la espera de algo, aunque eso no lo sabía la doctora. 
 


 

Además, la doctora pudo percatarse de la inquietud y ansiedad del paciente, ya que, usualmente suele estar calmado, casi ausente del mundo, pero esta vez parecía lo contrario. 
 


 

Espera una respuesta del paciente, sin embargo solo queda en eso. En una espera larga que parece no llegar. 
 


 

—Mira, no hemos avanzado mucho con la investigación, ni con tu rehabilitación, debes poner de tu parte aunque sea un poco, para ayudar a... 
 


 

—¿A quién? —inquiere de manera dominante alterando el tono de voz. Mira fijamente a la doctora esperando la respuesta. Eso hace que ella se sienta vulnerable al instante, que toda la atención del paciente esté sobre ella la hace sentir ansiosa, pequeña y preocupada. 
 


 

—A tus amigos... A las otras personas que estuvieron contigo, a la policía sin duda, y a... 
 


 

—Están muertos. 
 


 

—Ya hemos hablado de eso... —el nombre del paciente estuvo a nada de salir de sus labios, pero la doctora se contuvo. — 0567, no se ha encontrado ningún cadáver o fe de que estén muertos. 
 


 

—Usted no necesita encontrar cadáveres para saber que están muertos. 
 


 

—¿Y por qué habla con esa seguridad?¿acaso conoce algo que nosotros no? 
 


 

0567 se desploma de su silla, encarando a la doctora. Ésta última traga saliva como si de ello pudiera sobrevivir, se le sube la sangre a la cabeza y su corazón empieza a bombear muy rápido. 
 


 

—No necesita sus cadáveres, aunque los encuentre respirando, solo hace falta ver sus ojos y ahí verá si siguen vivos. Dígame usted, doctora... ¿Qué ve mis ojos? ¿Ve vida en ellos? ¿Ve algo? ¿¡Dígame!? —grita, poniéndose de frente. La doctora se para rápido de su silla y retrocede con miedo. 
 


 

—Yy-yo... 
 


 

—Eso supuse. No trate de buscar razones lógicas en algo que es completamente irreal. 
 


 

—¡Solo trato de ayudar! ¡Sus padres están preocupados!
 


 

—Más preocupada debería estar usted, al hablar con alguien como yo... Doctora. —sonrió, de ojera a ojera de manera tétrica. La mujer queda estática sin poder encarar al paciente, aunque siempre tratando de fingir que su sola presencia no le aterra: 
 


 

—Y-y ¿Qué se supone que es usted? He leído sobre su vida, sobre su pasado, por lo que tuvo que pasar, lo conozco perfectamente...
 




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