Donde termina la vida

CAPÍTULO VEINTIDOS

CAPÍTULO VEINTIDOS:

Un guardapelo y más memorias de Anya

 

Andaba con paso ansioso de un extremo al otro del pasillo que daba a las estancias de Anya, el temor le carcomía y una preocupación por saber de una vez el resultado. Por fin, luego de más de una media de hora, el médico salía de la estancia con su maletín en mano y la bata blanca abrochada a la altura del ombligo.

—¿Cuál es el resultado? —inquirió Edevane, estrujando sus manos por no arruinar el peinado blondo de su cabellera.

—Todo parece estar en orden, el conteo de células estable, peso un poco bajo del promedio pero nada alarmante, pulmones libres de líquido y sistema inmune fuerte. Ella está bien, señor Edevane, puede decir al General Kosthof que nada hay qué temer.

El señor Edevane pudo respirar con tranquilidad por primera vez desde que el doctor llegó a la casa de la avenida Lions, le despachó con un pagaré de valores y mucho agradecimiento. Luego, se dirigió a las estancias de Anya, se anunció y adentró al lecho, donde ella cubríase las ropas interiores con una franela. Ese vistazo a sus hombros desnudos y la traslucidez de la bata fueron suficiente para casi hacerle olvidar su palabra de caballero y actuar como un hombre.

—¿Nos dejas un minuto, Ange? —pidió, acariciando la mejilla de Anya con su mano.

—Sí, señor Edevane. Disculpe, señora.

Se despachó a la pelirroja y los novios quedáronse solos en la habitación. El joven Directivo la invitó a sentarse en el diván cerca de la ventana, abierta para que entrara el poco sol de la tarde. Con un gesto, apartó la melena castaña de su hombro y en el trayecto, rozó su clavícula con la yema de sus dedos, sintiendo una corriente estática atravesarle hasta la espina.

—Te traje un obsequio. —Del bolsillo interior de su saco marino de oficina, extrajo una pequeña caja aterciopelada y la dejó en las manos frías de la joven Anya—. Ábrelo.

Ella lo hizo, con temor. El interior le reconfortó: Un guardapelo de plata con el grabado de un ave en vuelo. Al abrirlo, la fotografía del General en el extremo izquierdo, en el derecho, una fotografía propia. Ante la falta de gesto de Anya, Edevane se impacientó y entremetió sus manos para sacar la cadena y ofrecerse a colocárselo. Hubo terminado y aprovechó para plantar un beso furtivo en su hombro izquierdo. Ella giró, mirándole plana, como si aquel beso no le causase nada en absoluto.

—¿Te gusta?

—Sí, mucho. Gracias, señor Edevane.

—Oh, Anya querida, ¿cuántas veces tengo que decirte que me llames Dmitri? Entre nosotros no deben existir más formalidades, sino confianza. ¿No confías en mí?

—Usted… Usted me tiene encerrada en mi casa como lo estaría en una cárcel, decide con quién debo convidar y con quién no, los sitios que debo frecuentar y las horas para esto. ¿Le parece que soy yo quien desconfía de usted, señor Edevane?

—Anya… —Absorto ante tal calmado y revelador reclamo, Edevane no supo cómo responder. Costumbre era que se le reclamara con gritos y fuerza, no con calma y ternura.

—Le agradecería dejarme sola, señor Edevane.

Anya, meditabunda como podría, paseó por su galería a puertas cerradas, y descubrió los paneles que mantenía ocultos a la vista humana, y que nadie, desde que fueron pintados por sus manos, había visto jamás. Ésa era la vida de la pequeña Anyaskiev de un, dos y tres años, los recuerdos borrosos y fantásticos de una infancia que nadie podría recordar, pero ella lo hacía con gran lucidez.

La pintura de su madre a la luz de una vela, escribiendo una carta en el alféizar de una ventana. Ahora, más que nunca, Anya se preguntaba, porqué su madre la abandonaría al medio del bosque a los tres años, qué había de malo con ella para que la despreciara de esa forma el ser más primordial de un alma.

Apartó su mano pequeña y fría del lienzo para trasladarse a un recuerdo más feliz, a una familia distinta y una vida distinta: La Anya de la cabaña. Esa era ella, eso debió ser siempre, y si Edevane no podía dárselo, lo buscaría por sus propios medios. Anya no contaba con que su cuerpo tenía planes distintos.




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