Donde tú caminas -Dorsetshire 2

Capítulo 3

 Dorsetshire 1856

 

Beth caminó  hasta encontrar el lugar que buscaba y sonrió, los cerezos estaban en plena floración y había una brisa leve y cálida. Era el momento exacto para una lluvia rosa.

Aquello era una de las tradiciones con su hermana, tenían lluvias rosadas antes del inicio de la primavera y lluvias doradas  en pleno otoño.  Era muy simple, se acostaban debajo de los árboles los días en que la brisa había volar hojas y pétalos sobre ellas.

El amor por la naturaleza era algo que tenían en común, aunque en Josephine era algo más profundo, casi místico. Beth disfrutaba de la belleza, por ejemplo, podía quedarse fascinada observando mariposas revolotear, pero su hermana  podía alcanzar el alma de aquello que observaba. Se parecían y se diferenciaban en igual medida. Y solo quienes las conocían verdaderamente podían  reconocer la  riqueza que había en el interior de ambas. Para  los extraños eran un poco excéntricas, Jo más que ella, pero para sus familias y amigos , eran dos mujeres  preciosas que no terminaban de encajar en las normas de su tiempo. Aunque Beth  lo disimulada muchísimo mejor, era sociable y alegre, se interesaba por  los vestidos de moda y por los chismes, tenía muchas amigas y le gustaba asistir a  los distintos eventos. Pero también había salido aquella tarde  a buscar unos cerezos en flor, y cuando su hermana había declinado la invitación, no había desistido, había caminado sola hasta allí y sin preocuparse por su ropa  o su cabello ,se había acostado en la tierra , debajo de los árboles florecidos.

Había observado los pétalos volar y caer durante un largo tiempo, luego aquella sensación de bienestar la había llevado a cerrar los ojos. Era una sensación deliciosa, de profunda paz y satisfacción.

 

Gabriel había tenido un año difícil, su abuelo había fallecido y luego él había enfermado, en parte por  haberse mojado en una lluvia torrencial y en parte por tristeza. Su abuelo, era  también uno de sus mejores amigos. Desde niño había notado su precoz inteligencia  y lo había alentado, incluso lo había llevado a estudiar a Londres buscando ampliar sus horizontes. Aquellos años que habían convivido habían sido  momentos muy felices apara ambos, podían quedarse despiertos hasta la madrugada en una partida de ajedrez,  o pasar horas en silencio o  conversar sin parar.  Discutían sobre política, filosofía y literatura, a veces con ferocidad pero sin perderse el respeto jamás. Y mientras tanto su abuelo también le había enseñado a administrar sus bienes. Su abuelo había vivido una buena vida y cuando su corazón falló, ya había hecho todo lo que deseba hacer, se había marchado en paz. Aún así lo extrañaba.

Así que tras recuperarse de su enfermedad y por sugerencia del médico de respirar aire puro, había regresado a Dorsetshire, era hora de volver a casa, ya nada lo retenía en Londres . Y  todo caso podría viajar  cuando debiera hacerlo para atender los negocios que su abuelo le había legado.

Le había dicho al cochero que llevara su equipaje hasta su casa y le avisara a sus padres que estaba en camino, mientras él había bajado para recorrer el último  trayecto a pie.

Hacer ejercicio le venía bien, además  podía disfrutar del aire y del paisaje, Dorset siempre sería su hogar y tenía un efecto sanador en él.

Caminó hacia el campo de cerezos en flor, había algo esperanzador en aquellos árboles que florecían antes que los demás, así como heraldos de la primavera que se acercaba, de los buenos tiempos por venir.

A medida que se acercaba, notó algo extraño, parecía haber una persona tendida bajo los árboles.

¿Alguien había tenido un accidente?

Se acercó de prisa.

-¡Disculpe! ¿Está usted bien? – preguntó mientras acortaba distancias -¡¿Está bien?! – repitió aún más fuerte  y la persona se incorporó.

Era una joven que tenía pétalos de flores rosas en su cabello y vestido, una joven  que pareció sobresaltarse por su presencia y que lo miró  perpleja.

¿Había estado durmiendo allí? Eso parecía.

-¿Está usted bien? – repitió por las dudas.

-Lo estaba, hasta hace un momento- respondió y lo miró acusadora mientras se quitaba pétalos que estaban en su cara y sobre sus pestañas.

La conocía. La recordaba. Era Beth Lawrence.

 

Beth se había adormilado, así que la voz  profunda y alta  preguntando si estaba bien la sobresaltó y también la sacó de su momento idílico, lo que no le hizo mucha gracia. Se incorporó y notó que tenía más pétalos encima de los que había esperado, se  quitó un poco y contestó al extraño, antes de reconocerlo. Eso sucedió un minuto después de haber respondido rudamente.

Lo recordaba. No sabía por qué el recuerdo de aquel hombre era tan vívido ,pero lo era, parecía que lo hubiera visto el día de ayer y no un año antes. Por lo visto Gabriel Deveraux había regresado a Dorsetshire.

-¿Necesita ayuda? – preguntó él y ella negó con la cabeza y se incorporó rápidamente.

-¿Ha venido de visita? – preguntó sin saber muy bien que decir.

-Me recuerda – afirmó él y Beth  pensó que había sido un error hacérselo saber.

-Sí, es de Dorsetshire después de todo aunque viva lejos de aquí– se explicó ella torpemente porque  se sentía muy expuesta, porque sí lo recordaba. Aunque también él parecía recordarla.



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En el texto hay: amor, protagonista fuerte

Editado: 02.09.2022

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