Donde tú caminas -Dorsetshire 2

Capítulo 11

Cuando Beth entró a la zapatería para tener una partida de ajedrez con el señor Smith quedó sorprendida al ver los hermosos zapatos que estaban expuestos  en el mostrador. Había dos pares, unos en color verde, un verde muy similar a sus ojos, y unos en un color dorado parduzco.

-¡Son preciosos!- exclamó- ¿Ahora hace zapatos de fiesta? – le preguntó al anciano que la miró satisfecho por el elogio.

-Quise probar hacerlos- dijo  omitiendo quién era el que lo había alentado en aquel proyecto.

-Me alegra tanto, yo sabía que si los hacía serían perfectos.

-¿No quieres probártelos? Son tu talle – dijo el anciano y ella lo miró con adoración. Se quitó rápidamente el calzado que llevaba y se probó los zapatos de baile.

-¡Perfectos!- sentenció y dio un par de giros.

Durante un rato discutieron sobre el precio, pues Beth insistía en pagar más del precio que el señor Smith había mencionado.

-Son una obra de arte, valen mucho más que eso – insistía.

-Son los primeros que he hecho, falta perfeccionar la técnica- insistía él, sin contar que en realidad el material y gran parte de su trabajo ya habían sido pagados por Gabriel. El anciano se había resistido al inicio al pedido, pero el joven le había contado sobre el incidente de Beth con los zapatos y como se había lastimado.

-Ella dijo que no hubiera pasado si usted fabricara zapatos de baile. También pienso lo mismo- había argumentado sagazmente.

- Tienen más confianza en mí de la que merezco- había respondido negándose.

- Es un gran artesano, sé que podría hacer zapatos bonitos y cómodos. Piénselo como un desafío, dígame qué necesita y yo me encargo- había insistido  proponiendo comprar los mejores materiales para el calzado. Finalmente lo había convencido y la razón había sido su legitimo interés por la joven Lawrence, quizás Devereaux aún no supiera  lo que significaba tanto interés en ella, pero él sí podía verlo.

“Ella va a comprarlos” había dicho Gabriel al verlos terminados, había felicitado sinceramente su trabajo y había quedado convencido de que Beth los amaría, tal cual había sucedido.
 La joven regresó a su casa cargado sus zapatos como si fueran un preciado tesoro.

-¿Qué traes ahí? – preguntó Jo al verla entrar tan feliz.

-¡Zapatos de baile fabricados por  el señor  Smith! Son tan bonitos, Jo, y estoy segura que no me lastimaran.

-Entonces podrás bailar toda la noche en la fiesta de primavera.

-Hasta el amanecer – dijo y se los mostró entusiasmada a su hermana, luego subió apresurada a probárselos, quería ver como quedaban con sus vestidos nuevos. Justamente había comprado uno de un color dorado suave que combinaría a la perfección.

Beth se miró en el espejo, se sintió conforme con la imagen que le devolvía, quizás era ridículo sentirse tan bien por algo como zapatos nuevos bonitos, pero ella disfrutaba esos momentos de pequeñas banalidades  y no creía que fuera reprochable.

Imaginar su peinado y los adornos que usaría para la fiesta de primavera la entusiasmaba.

De pronto, mientras se miraba al espejo, pensó si encontraría alguna vez a alguien que la quisiera.  Lo cierto era que a lo largo de los dos pasados años, había tenido muchas propuestas y las había rechazado, muchas a sabiendas de su madre y otras tantas no, incluso el joven Collins se había acercado a ella, pero jamás se le hubiera ocurrid o aceptar al hermano de Emma, y no porque fuera un mal hombre, muy por el contrario, sino porque no era para ella. ¿Pero había alguien para ella? Culpaba a Josephine por leerle tantas historias desde niña, había crecido envuelta en una nube de romances, soñaba  casarse y formar su propia familia sin embargo quería tener lo que llamaba un “romance poético” no uno prosaico, no quería  terminar sus días en un matrimonio como el de los Flint que tenían cada año alguna pelea épica que se volvía la comidilla de todo el condado ,como cuando  el perro de él le comió el  florido sombrero, ella quería mucho más que resignarse a un matrimonio que fuera una guerra de voluntades o , peor, aburrido. Quería  poder encontrar en su esposo a un compañero, alguien que la tratara como igual y que la llenara de emociones. De por sí era alguien muy sensible a las emociones, ¿cómo podría casarse con un hombre que no le despertara nada? Ni admiración, ni entusiasmo, ni curiosidad, ni alegría , ni enfado. Necesitaba sentir, y  hasta ahora quienes la había intentado conquistar no habían tenido ese efecto en ella, por más que fueran hombres respetables o que su madre la regañara.

Quizás Jo no estaba tan errada al elegir la soltería, había sido muy chica cuando su hermana mayor había sido presentada en sociedad pero aún recordaba verla volver de las fiestas hecha un mar de lágrimas, hasta que un día, decidida, había enfrentado a su madre.

“No iré más a esos eventos, no seguiré desfilando como un animal exótico, no voy a casarme , madre”- había dicho firmemente a pesar del caos que había generado . Y luego en secreto cuando ella se había escabullido a consolarla le había dicho “No fingiré ser quien no soy, Beth. Si no me aman tal como soy, la soledad es una mejor elección, al menos me permitirá ser feliz conmigo misma”. Y así había sido. Su otra hermana se había casado, sin grandes escándalos ni un romance de novelas, solo había aceptado a un joven que cumplía con los requisitos y se habían casado, ahora vivían lejos y ,por lo visto, felizmente.



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En el texto hay: amor, protagonista fuerte

Editado: 02.09.2022

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