Algo más de Beth y Gabriel, que tengan buena semana.
Saludos
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El siguiente encuentro, tal como Gabriel esperaba volvió a ser por casualidad y extraordinario, al menos en el sentido estricto ya que Beth Lawrence siempre lo sorprendía y jamás caía en lo común, en lo ordinario que uno esperaría de una joven mujer.
Había vuelto a la casa de los Marshall y se encontró con Beth enseñando esgrima al pequeño Malcom. Y era una buena esgrimista, muy buena.
-Señorita Lawrence – la saludó cuando ella lo divisó.
-Buenos días, señor Devereaux- lo saludó ella
-Vengo a ver al señor Mashall.
-Me temo que deberá esperar o volver en otro momento, regresan en la tarde. Por eso me he quedado yo con los mellizos, Jo no pudo venir a cuidarlos, porque no se sentía bien y soy su reemplazo ¿Descansamos, Malcom?-le preguntó al niño.
-Sí, y podemos ofrecer algo de beber al señor Devereaux, mamá dice que debemos ser educados con las visitas.
-De acuerdo, ¿le parece bien? – preguntó ella y él asintió.
-¿Sería oportuno?- preguntó. No quería que sus acciones la incomodaran o la pusieran en una mala posición, más después de la advertencia de la señora Lawrence
-Sí, no se preocupe, hay personal de servicio en la casa, y están Malcom y Millie, y Excalibur- dijo ella y él aceptó. Siguió a la joven y al niño al interior de la casa.
En efecto lo recibió una señora muy amable, que lo recordaba de su visita anterior, Beth le explicó que había venido a ver a los señores y la mujer inmediatamente le había ofrecido un refrigerio.
Gabriel no podía dejar de notar el aplomo de la joven Lawrence cuando estaba dando todas aquellas explicaciones con una espada en la mana, con la que había estado enseñando al pequeño Marshall. Ella pareció notarlo y se apresuró a dejarla en un rincón, advirtiendo a Malcom que no la tocara.
Luego llamó a la pequeña Millicent que, junto a Excalibur, se reunió con ellos para el refrigerio.
Mientras los niños tomaban unos sándwiches y se los llevaban junto a la ventana, ellos se sentaron a conversar.
-Sabía que era buena arquera, pero no que también practicara esgrima- dijo él-No deja de sorprenderme ¿Cómo aprendió?
-Mi madre tuvo una época en que decidió darnos la mejor educación posible y contrató todo tipo de tutores, pero eran tantos que nos rebelamos, cada uno a su manera. La mía fue aprender esgrima, se suponía que mi hermano aprendiera esgrima y yo pintura con acuarelas, pero él no estaba interesado en las espadas, en cambio yo influida por las historias de caballería que me contaba Jo estaba fascinada, así que cambiamos de tutores. Él aprendió a usar pinceles y yo espadas.
-¿Y su madre que dijo?
-Estuvo tres días con jaqueca, pero mi tutor fue suficientemente inteligente para convencerla, sabía que mi interés era verdadero y que si lo alimentaba y convencía a mi madre, él tendría un trabajo, de otra forma lo despedirían ya que mi hermano se había negado a tomar sus clases. Mi padre ayudó también, ya que estaba cansado del desfile de tutores, del gasto inútil de dinero y que nos rebeláramos continuamente sin que eso mejorara nuestra educación, más bien al contrario, así que insistió en dejarnos aprender aquello que nos interesaba. Jo se libró de las clases de francés y se internó en los libros que la fascinaban, mi otra hermana aprendió el piano, me temo que siempre ha sido la más conservadora, mi hermano se dedico a la pintura y yo aprendí esgrima. Aunque mi madre me prohibió que lo mencionara. Se supone que puedo decir que soy buena con los arreglos florales, que aprendí algo de francés y etiqueta, soy buena bailarina y anfitriona, pero no puedo presumir que soy buena con la esgrima, porque no está bien visto, y según mi madre, espantará a cualquier pretendiente. Parece ser que lo último que espera un hombre es una mujer que sepa usar espadas.
-Quizás se trate de los hombres que temen ser castigados por sus fechorías.
-Quizás ¿A usted le molesta?
-A mí me parece fascinante, siempre que no decida andar retando a duelo a nadie por algo que cree injusto.
-¿Sería demasiado impropio, verdad?
-Sería preocupante , más bien – respondió él con calidez- Y me temo que no soy bueno con espadas como para salir en su defensa.
-Pero es bueno con las palabras.
-Créame, no tanto como me gustaría – dijo y pensó en todo lo que quisiera decirle y como nunca encontraba el momento perfecto. Fue justo allí cuando Millicent los interrumpió.
-Beth...estaba pesando.
-¿En qué cariño?
-Si Excalibur puede aprender esgrima, pero con su nombre y sus púas sería una especie de redundancia, ¿verdad?
-Eso creo – respondió ella asombrada, los mellizos tenían la facultad de siempre salir con algo inesperado.
-Ve, ella es mucho mejor que yo con las palabras- comentó Gabriel. Los niños se largaron a hacer preguntas y comentarios varios, así que el centro de atención de Gabriel se vio desviado
Los padres de los mellizos llegaron antes de lo esperado, así que Beth se despidió de sus tareas de niñera y él se quedó para hablar de negocios que era la razón de su visita.
Al día siguiente, la señora Lawrence llegó muy animada de su salida. Había ido a una reunión de la Asociación Local de Jardines, pero su entusiasmo no tenía que ver con las plantas sino con algo diferente.
-Edward Fitzjames vendrá la próxima semana- anunció llena de entusiasmo y sus dos hijas la miraron sin comprender-Es el sobrino de la señora Wenthword , ella hará una fiesta para recibirlo y se quedará un par de semanas en Dorset.
-¿Y eso es buena noticia porque...? – intervino Jo.
-Porque es joven, soltero y tiene un título nobiliario que heredará de su tío abuelo.