Tras su regreso de las vacaciones, Josephine empezó a ser más ella, quizás el mar hubiese obrado su magia o quizás hubiera resuelto esas luchas que Beth desconocía, pero poco a poco su hermana pareció recuperar su ánimo.Además ya no la había vuelto a escuchar llorando, como aquella noche que escuchó el suave sonido y quedó congelada en la puerta de su habitación sin saber qué hacer. Era como si su hermana hubiese estado bajo el manto oscuro de una tormenta que comenzaba a disiparse y eso le dio mucha tranquilidad a la menor de los Lawrence Sintió que podía volver a ocuparse de ella misma, de sus recién descubiertos sentimientos y de su boda, sin sentirse egoísta.
Solía ser muy honesta así que le resultaba difícil mantener sus sentimientos para sí misma, pero ahora que estaba enamorada anhelaba que sus sentimientos fueran mutuos .Era verdad que Gabriel iba a casarse con ella y había dicho tener sentimientos, ¿pero cuáles eran?
Cuando él volvió a visitarla, Beth estuvo extrañamente callada , porque básicamente se había centrado en observarlo.
-¿Estás bien?-preguntó Gabriel
-Sí, sí, solo estaba distraída.
-¿Tu hermana está mejor?¿Puedo ayudar en algo?
-Josephine está mejor, ya anda vagabundeando con sus libros por los bosques- respondió
-Me alegra que así sea, imagino que eso te da tranquilidad.
-Sí, aunque hubiera deseado saber qué le sucede. Supongo que parte de crecer es eso, cada una de nosotras empieza a resguardar partes de sí misma.
-Todos lo hacemos, debe ser raro cuando han sido confidentes siempre, pero no siempre es fácil decir lo que nos pasa- dijo él.
-Es verdad- asintió Beth.
La visita de Gabriel fue corta aquel día pero prometió volver pronto. A
Al día siguiente Beth decidió ir a comprar algún libro para su hermana, eso siempre la animaba , y de paso iría a encargar sus zapatos de boda al señor Smith. Lo había hablado mucho con su madre que quería encargar zapatos a Londres, pero la joven ya estaba decidida. No solo se trataba de que amaba los zapatos de baile que él había realizado sino que sentía que eran significativo que los hiciera alguien que en verdad la apreciaba. Así que tras adquirir los libros para Jo, se dirigió a la zapatería.
-¿Ya has vuelto de las vacaciones?- preguntó al verla entrar.
-Sí, han sido más cortas este año, porque voy a casarme- informó orgullosa.
-Lo sé, lo sé, ese prometido tuyo me lo contó hace semanas. De hecho creo que vino a jugar ajedrez solo para darme la noticia. Los felicito.
-Gracias, señor Smith. Debo confesar que vine hoy para pedirle algo muy especial.
-Dime, ¿de qué se trata?
-Quisiera que usted confecciones los zapatos para mi boda, hay mucho tiempo, será en la próxima primavera.
-Sabes que no hago esa clase de zapatos.
-Pero hizo esos preciosos zapatos de baile, no es muy diferente. Y para mí sería muy significativo que los haga. Sé que nadie pondrá mayor sinceridad y mejores deseos que usted, y serán cómodos también. No me gustaría terminar con el pie lastimado el día de mi boda. Además…-dijo sin parar pero el anciano la interrumpió.
-Está bien, está bien. Los haré, pero primero hay algo que debes saber…
Cuando Josephine volvió de su paseo encontró a su hermana llorando en el jardín.
-Beth, ¿qué te sucede? – preguntó preocupada- ¿Ha sucedido algo con Gabriel?
-Él pidió mis zapatos al señor Smith- contestó entre sollozos.
-Beth, no entiendo nada ¿Puedes explicarte mejor?
-Mis zapatos de baile, esos tan bonitos y tan cómodos, él fue quien los encargó para mí. Luego hizo que el señor Smith me los vendiera, debí sospechar cuando eran tan baratos y además de mi talle y en colores que me gustan.
-¿Entonces, aún antes de pedirte casamiento, él hizo esos zapatos para ti?
-Sí- respondió y volvió a llorar.
-¿Y por qué lloras?
-Oh, estaba tan molesta cuando me enteré, no se lo dije al señor Smith pero sí estaba molesta porque Gabriel no me lo había dicho, y porque fui tan tonta. Pero luego mientras venía de regreso, se me pasó el enfado. Y recordé que me cuidó cuando me lastimé el pie. Y entonces sentí que el pecho me apretaba y me puse a llorar. Estoy agradecida, y feliz de que se preocupe así por mí y al mismo tiempo no puedo dejar de llorar ¿Qué pasa conmigo? – expresó con la voz entrecortada.
-Creo que estás emocionada por el gesto de él. Y creo que tienes la respuesta que esperabas.
No fue mucho tiempo después que Gabriel llegó a visitarla, casi como si supiera que necesitaba verlo.
Apenas la vio sentada en un banco junto a los árboles de la entrada fue hacia ella preocupado, aún desde lejos había notado que sus ojos estaban inflamados.
-¿Estuviste llorando? – preguntó antes de saludarla.
-¿Aún se nota?
-¿Pasó algo con Josephine o con tu familia? – Preguntó inquieto y ella negó con la cabeza-¿Te duele algo?
-Fue pro los zapatos- respondió y la miró confuso.
-¿Te lastimaron?
-No
-¿Se rompieron? Insistió sin entender cuál era la relación entre sus lágrimas y unos zapatos.
-Tus zapatos, lo que tú encargaste para mí – respondió ella.
-Ah- dijo simplemente, ya el señor Smith le había dicho que no estaba bien ocultarle aquello a Beth ahora que iban a casarse. Por lo visto , se lo había dicho- ¿Estas enfadada?