Estaban desayunando cuando el cartero las interrumpió, Beth fue más rápida en llegar a la puerta, así que recibió la correspondencia.
-Jo, ¿sabías que había un cartero nuevo? ¿Qué sucedió con Billie? – preguntó y no notó el leve sobresalto de su hermana
-Se fue de Dorset, a estudiar – aclaró Jo, había estado a punto de preguntar si había cartas para ella, pero recordó que eso no era posible.
-¡Carta de Emma! – exclamó Beth entusiasmada.
-Beth, termina tu desayuno primero, esa carta ya demoró días, dudo que las noticias se pongan más viejas porque esperes un momento- dijo su madre
-Es verdad – dijo volviendo a la mesa- pero yo envejeceré por la curiosidad, madre.
-En verdad espero que no hables así delante de tus suegros, me preocupa.
-Pero tú me quieres así como soy.
-Soy tu madre, no tengo opción – contestó magnánima la señora Lawrence.
-Y Gabriel me quiere – dijo Beth con un leve sonrojo.
-Creo que ese es el argumento final, Beth gana, madre – dijo Josephine burlándose de ambas.
Terminaron de desayunar y la joven abrió ansiosa la carta de su amiga, había leído apenas unas líneas cuando se puso de pie de golpe.
-¡SE CASA! – gritó.
-¿Quién? – preguntaron a un tiempo su madre y hermana.
-¡Emma! ¡Emma se casa! – dijo y sintió que lo que Jo había predicho se hacía realidad, llegaban los días oleados para su amiga y ella se sentía muy feliz. Le había escrito a Emma sobre su compromiso pero había sido escueta pues se sentía mal por su amiga, ahora sentía que su felicidad era plena
-¿Con quién? – inquirió su madre
-¿Cuándo?- preguntó Jo.
-Con su jefe, dice que el mes que viene aunque será en Londres y una ceremonia discreta. Pero dice que es feliz, Emma es feliz.
-Me alegra mucho por ella- dijo Josephine.
-Parece que tendremos que agradecer la intervención de tu prometido – dijo su madre y Beth cayó en la cuenta de que era verdad, sin la intervención de Gabriel, aquello no hubiera pasado.
-¡Gabriel! – exclamó- debo ir a verlo- dijo y se dirigió hacia la puerta.
-¡Beth, dónde vas!
-A agradecerle, ahora sí puedo correr hacia él – dijo mirando a su hermana y salió de prisa antes que la detuvieran
Gabriel estaba leyendo su correspondencia cuando su madre luego de asomarse al ventanal se dirigió a él.
-¿La que viene corriendo por el camino no es tu prometida? – preguntó y él se acercó.
-¿Beth?
-¿Tienes otra prometida? – repreguntó su madre y él comprobó que en efecto era ella. Se preocupó pensando en lo que había sucedido para que viniera de ese modo, así que se apresuró a salir para recibirla.
-¿Qué sucedió? – preguntó llegando hasta ella, la joven se detuvo frente a él, tomó aire para recuperar el aliento y le sonrió.
-Emma se casa. Y dice que es muy feliz- le dijo mostrando la carta que llevaba en la mano.
-Beth, me asustaste. Sí, acabo de recibir la carta de Anthony anunciándome su casamiento.
-¿De verdad?
-Sí, también parece feliz. Ahora entremos, así descansas ¿Cómo se te ocurrió venir corriendo?
-Quería agradecerte, tú lo hiciste posible – dijo acercándose a él y echándole los brazos al cuello- Gracias, Gabriel- dijo y le dio un beso rápido en la mejilla.
Al entrar a la casa y encontrarse con su futura suegra, la joven se sintió algo avergonzada de su arrebato. Recordó las palabras de su madre, y también todos los años de buenos modales que acababa de echar al olvido.
-Se enteró del casamiento de Emma- intervino Gabriel y su madre supo que no debía preguntar más. Casi estuvo tentada de molestar a su futura nuera solo para ver aflorar aquel lado protector de su hijo, siempre había sido reservado con sus emociones, pero Beth Lawrence lo estaba cambiando.
-Imagino que ha de haber sido una sorpresa- dijo la señora Devereaux
-Sí, pero una muy feliz – respondió Beth
-Ven a mi estudio así te recuperas – la invitó Gabriel y ella asintió tímidamente. Había estado en su casa antes con su familia, pero nunca había entrado al estudio de él.
-Les llevaré algo de beber – se ofreció la madre de Gabriel.
-Antes lo usaba mi padre, pero ahora son quien lo ocupa la mayor parte del tiempo- dijo él mientras la guiaba al interior. Había grandes ventanales, un escritorio, sillones de cuero y altas bibliotecas que cubrían la pared. Era cálido y sólido, y pensó que eso mismo era lo que él le transmitía.
-Siéntate – la invitó acercando un sillón a su escritorio y ella vio que había sobres y cartas desparramados, por lo visto él también había estado con su correspondencia.
-¿Entonces también te acabas de enterar?
-Sí, Anthony me escribió, parece que se pusieron de acuerdo para comunicarnos la noticia- dijo él y en ese momento su madre entró con una bandeja con bebidas y sándwiches.
-Se los dejo, iré a descansar porque tengo jaqueca – comentó aleatoriamente y su hijo hizo una pequeña mueca por la mentira de su madre. Era obvio que no los quería interrumpir.
-¿Necesita algo? – preguntó Beth preocupada.
-No querida, solo descanso, no te preocupes. Gabriel cuida de ella- dijo la señora Devereaux y al propósito, al salir , dejó la puerta abierta. Era su manera de recordarle a Gabriel que debía ser cuidadoso.
-Sí, madre- contestó de mala gana y eso hizo sonreír a Beth.
-¿Lo sabías? – preguntó ella cuando estuvieron solos.
-¿Saber qué?
-Que Emma y tu amigo terminarían casándose.
-No, no lo sabía. Pero pensé que se llevarían bien, se parecen.
-¿Él es buena persona, verdad?
-Sí, Beth, lo es.
-No puedo dejar de preocuparme, quiero decir soy muy feliz y ella podrá realizar su sueño de tener una familia, pero es tan pronto. Dijiste que se parecen, ¿Cómo?
-Ambos han sido lastimados, por eso pensé que Emma estaría bien allí, Anthony la comprendería.