Donde tú caminas -Dorsetshire 2

Capítulo 23

 

Estaban desayunando cuando el cartero las interrumpió, Beth fue más rápida en llegar a la puerta, así que  recibió la correspondencia.

-Jo, ¿sabías que había un cartero nuevo? ¿Qué sucedió con Billie? – preguntó y no notó el leve sobresalto de su hermana

-Se fue de Dorset, a estudiar – aclaró Jo, había estado a punto de preguntar si había cartas para ella, pero recordó que eso no era posible.

-¡Carta de Emma! – exclamó Beth entusiasmada.

-Beth, termina tu desayuno primero, esa carta ya demoró días, dudo que las noticias se pongan más viejas porque esperes un momento- dijo su madre

 

-Es verdad – dijo volviendo a la mesa- pero yo envejeceré por la curiosidad, madre.

-En verdad espero que no hables así delante de tus suegros, me preocupa.

-Pero tú me quieres así como soy.

-Soy tu madre, no tengo opción – contestó magnánima la señora Lawrence.

-Y Gabriel me quiere – dijo Beth con un leve sonrojo.

-Creo que ese es el argumento final, Beth gana, madre – dijo Josephine burlándose de ambas.

Terminaron de desayunar y la joven abrió ansiosa la carta de su amiga, había leído apenas unas líneas cuando se puso de pie  de golpe.

-¡SE CASA! – gritó.

-¿Quién? – preguntaron a un tiempo su madre y hermana.

-¡Emma! ¡Emma se casa! – dijo y sintió que lo que Jo había predicho  se hacía realidad, llegaban los días oleados para su amiga y ella se sentía muy feliz. Le había escrito a Emma sobre su compromiso pero había sido escueta pues se sentía mal  por su amiga, ahora sentía que su felicidad era plena

-¿Con quién? – inquirió su madre

-¿Cuándo?- preguntó Jo.

-Con su jefe, dice que el mes que viene aunque será en Londres y una ceremonia discreta. Pero  dice que es feliz, Emma es feliz.

-Me alegra mucho por ella- dijo Josephine.

-Parece que  tendremos que agradecer la intervención de tu prometido – dijo su madre y Beth cayó en la cuenta de que era verdad, sin la intervención de Gabriel, aquello no hubiera pasado.

-¡Gabriel! – exclamó- debo ir a verlo- dijo y se  dirigió hacia la puerta.

-¡Beth, dónde vas!

-A agradecerle, ahora sí puedo correr hacia él – dijo mirando a su hermana y salió de prisa antes que la detuvieran

 

Gabriel  estaba leyendo su correspondencia cuando su madre luego de asomarse al ventanal se dirigió a él.

-¿La que viene corriendo por el camino no es tu prometida? – preguntó y él se acercó.

-¿Beth?

-¿Tienes otra prometida? – repreguntó su madre y él comprobó que en efecto era ella. Se preocupó pensando en lo que había sucedido para que viniera de ese modo, así que se apresuró a salir para recibirla.

-¿Qué sucedió? – preguntó llegando hasta ella, la joven  se detuvo frente a él, tomó aire para recuperar el aliento y le sonrió.

-Emma se casa. Y dice que es muy feliz- le dijo mostrando la carta que  llevaba en la mano.

-Beth, me asustaste. Sí, acabo de recibir la carta de Anthony anunciándome su casamiento.

-¿De verdad?

-Sí, también parece feliz. Ahora entremos, así descansas ¿Cómo se te ocurrió venir corriendo?

-Quería agradecerte, tú lo hiciste posible – dijo acercándose a él y echándole los brazos al cuello- Gracias, Gabriel- dijo y le dio un beso rápido en la mejilla.

Al entrar a la casa y encontrarse con su futura suegra, la joven se sintió algo avergonzada de su arrebato. Recordó las palabras de su madre, y también todos  los años de buenos modales que acababa de echar al olvido.

-Se enteró del casamiento de Emma- intervino Gabriel y su madre supo que no debía preguntar más. Casi estuvo tentada de molestar a su futura nuera solo para ver aflorar aquel lado protector de su hijo, siempre había sido reservado con sus emociones, pero  Beth Lawrence lo estaba cambiando.

-Imagino que ha de haber sido una sorpresa- dijo la señora Devereaux

-Sí, pero una muy feliz – respondió Beth

-Ven a mi estudio así  te recuperas – la invitó Gabriel y ella asintió tímidamente. Había estado en su casa antes con su familia, pero nunca había entrado al estudio de él.

-Les llevaré algo de beber – se ofreció la madre de Gabriel.

-Antes lo usaba mi padre, pero ahora son quien lo ocupa la mayor parte del tiempo- dijo él mientras la guiaba al interior. Había grandes  ventanales, un escritorio, sillones de cuero y altas bibliotecas que cubrían la pared. Era cálido y sólido, y pensó que eso  mismo era lo que él le transmitía.

-Siéntate – la invitó acercando un sillón a su escritorio y ella vio que había sobres y cartas desparramados, por lo visto él también había estado con su correspondencia.

-¿Entonces también te acabas de enterar?

-Sí, Anthony me escribió, parece que se pusieron de acuerdo para comunicarnos la noticia- dijo él y en ese momento su madre entró con una bandeja con bebidas y sándwiches.

-Se los dejo, iré a descansar porque tengo jaqueca – comentó aleatoriamente y su hijo hizo una pequeña mueca por la mentira de su madre. Era obvio que no los quería interrumpir.

-¿Necesita algo? – preguntó Beth preocupada.

-No querida, solo descanso, no te preocupes. Gabriel cuida de ella- dijo la señora Devereaux y al propósito, al salir , dejó la puerta abierta. Era su manera de recordarle a Gabriel que debía ser cuidadoso.

-Sí, madre-  contestó de mala gana y eso hizo sonreír a Beth.

-¿Lo sabías? – preguntó ella cuando estuvieron solos.

-¿Saber qué?

-Que Emma y tu amigo terminarían casándose.

-No, no lo sabía. Pero pensé que se llevarían bien, se parecen.

-¿Él es buena persona, verdad?

-Sí, Beth, lo es. 

-No puedo dejar de preocuparme, quiero decir soy muy feliz y ella podrá realizar su sueño de tener una familia, pero es tan pronto. Dijiste que se parecen, ¿Cómo?

-Ambos han sido lastimados, por eso pensé que Emma estaría bien allí, Anthony la comprendería.



#4398 en Novela romántica
#1727 en Otros
#326 en Novela histórica

En el texto hay: amor, protagonista fuerte

Editado: 02.09.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.