Ariadna: no puedo creer que este comprometida. Porque seguramente mi futuro esposo, no sabe de mi ceguera y cuando él se entere va a querer cancelar nuestro compromiso. Eso terminara pasando, aunque haya un compromiso de por medio.
Madre: él se casará contigo, hija. Nosotros lo hicimos pensado en ti principalmente, siempre quisimos que tuvieras una vida normal, pero eso fue imposible y toda mi vida me sentiré culpable.
Ariadna: nadie tuvo la culpa de que naciera ciega. Además, aprendí a vivir en la obscuridad que tanto me gusta, aunque no niego que me gustaría ver tan siquiera una vez en la vida.
Madre: lo siento tanto. No tienes ninguna posibilidad de ver en tu vida, porque no hay nada que se pueda hacer por devolverte la vista y es lo mismo que nos han dicho los doctores.
Ariadna: está bien, madre. Faltaría saber cuándo vendrá mi prometido a conocerme, jamás pensé que yo iba a tener una posibilidad de casarme y eso me hace sentir algo nerviosa.
Madre: el vendrá en la tarde con su familia para que se haga oficial su compromiso. Pero su padre hablara con el sobre tu discapacidad antes de que vengan a nuestra casa.
Ariadna: presiento que no habrá boda. Solamente le bastara con que su padre le diga que soy ciega para que rompa nuestro compromiso.
Ellas siguieron hablando y no entendía el interés que tenían sus padres de casarla. Ariadna tenía que esperar a que se hiciera tarde para conocerlo a través de su voz
En la empresa Vaughan
Leónidas: cuando pensabas decirme que mi prometida es ciega. Además, no pienso casarme con ella al saber su discapacidad.
Héctor: sabía que ibas a reaccionar de esta manera y no me equivoque. Eso quiere decir que no cumplirás con tu palabra de matrimonio.
Leónidas: nunca me casare con ella. Será mejor que olvidemos ese compromiso que no debió ser, así sus padres le encontraran otro prometido que esté dispuesto a casarse con ella para que pueda ser feliz a su lado.
Héctor: no quiero obligarte hacer nada que tú quieras hacer. Espero que nunca te arrepientas de haberla rechazado como tu esposa sin tan siquiera conocerla y algunas veces la vida te da muchas sorpresas inesperadas, pero yo jamás interferiría en tus decisiones.
Leónidas: no lo hare, padre. Mi decisión es esa, espero que la respetes y después de que pasen los años tal vez elija una esposa para mí. Porque ahora no lo pienso hacer y no tengo tiempo que perder, además mi único deber es concentrarme en la empresa, ya que sabes que no tengo tiempo para nada y prefiero simplemente hacer mi trabajo igual como lo he hecho todos estos años.
Héctor: eso se lo dirás a tu madre que estaba ilusionada con tu boda. Nada más faltaría cancelar su compromiso y ahora mismo iré a su casa.
Él se despide de su hijo con demasiada tristeza, pero era algo que tenía que hacer personalmente. El sale de su oficina para después subirse al elevador. Héctor llega a la planta baja para posteriormente caminar unos cuantos pasos y llega al estacionamiento para después subirse a su auto y de esa manera se dirige a la casa de la familia Johnson