Donde tú estés

Capítulo 2

En la casa de la familia Johnson

Ariadna: no me siento triste a pesar de vivir en la obscuridad. Además, soy feliz en el mundo que cree para mí, donde no hay tristeza y menos soledad, nada más que no era necesario que me buscaran un esposo.

Madre: lo hicimos para que fueras feliz, hija. Pero me doy cuenta que esto sería un error y si alguna vez te casas quiero que lo hagas por amor.

Ariadna: el amor no se hizo para mí. Eso lo tienen que aceptar y sería una carga para él, si se llegara a realizar nuestro matrimonio.

Madre: porque siempre te expresas de esa manera de ti, Ariadna. Eres mi única hija y tu ceguera jamás ha sido ningún impedimento para quererte.

Ariadna: siempre te agradeceré el cariño que me has dado igual que mi padre. Nunca me hicieron sentir menos por mi discapacidad y ustedes han sabido ser unos buenos padres.

Madre: habíamos esperado con mucha emoción tu llegada a este mundo. Prometí que nunca sufrirías y más cuando me entere de tu ceguera, me dolió mucho saber esa noticia, jamás logre entender porque habías nacido así; pero no debo de recordar el pasado y ahora quiero que estés tranquila para bajar a comer con tu padre.

Ella toma su bastón y sale con su madre de su recámara, Ariadna tiene demasiado cuidado al bajar las escaleras con ayuda de su madre. Ellas tiempo después llegan al comedor y se sientan en la mesa, solo que se les hizo raro que su padre no estuviera en la mesa esperando por ellas, además una de las sirvientas les dijo que estaba en su despacho atendiendo al señor Vaughan

En el despacho

Fernando: mi familia y yo los estábamos esperando hasta en la tarde. No me digas que tu presencia a esta hora significa que tu hijo no va a cumplir con su palabra de matrimonio, ahora que le diré a mi hija.

Héctor: lo siento mucho. El no desea casarse y no puedo hacer nada, tenías razón cuando me dijiste que debía de hablar con la verdad con él antes de que aceptara este compromiso.

Fernando: entonces esto sería el fin de su compromiso que nunca debió de ser. Solamente pensé que ella merecía ser feliz y que tuviera una vida normal, pero mi hija jamás la tendrá y será mejor que te vayas, porque mi familia me está esperando.

Héctor: no sabes cómo lamento la actitud de mi hijo. Nadie de mi familia se atreverá a molestar a la tuya y con esto último me despido de ti.

Ellos se levantan de sus asientos y salen de su despacho. Héctor se va a la salida para después subirse a su auto y dirigirse a su destino. En cambio, Fernando regresa al lado de ellas para después tomar asiento, ellos empiezan a comer y tiempo después terminan

Rebeca: ahora que al fin hemos terminado de comer. Nos tienes que decir a que vino el padre del prometido de nuestra hija y desde que llegaste a la mesa has estado demasiado pensativo.

Fernando: acaso no te lo imaginas o prefieres que hable delante de Ariadna. Además, lo único que no quiero es hacerla sentir mal y de todos modos lo tenemos que hablar, nada más que no es el momento porque primero lo quiero hacer contigo.

Ariadna: no es necesario que hables con mi madre. Entiendo perfectamente lo que está pasando, porque nadie jamás va a querer unir su vida conmigo y por favor ya no quiero que me busquen un esposo, ya que no quiero que vuelva a pasar lo mismo.




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