Ellos se levantan del comedor para dirigirse a la sala, sabían perfectamente que no iba a tardar en cruzar la puerta hasta que de repente escuchan el timbre y lo hacen pasar con su familia
Leónidas: buenos días tengan todos ustedes. Nada más que primero necesito hablar con Ariadna a solas, porque ayer no tuve la oportunidad de explicarme con ella.
Ariadna: está bien, lo escuchare. Pero el único lugar donde lo podemos hacer sin la presencia de nadie es en el despacho de mi padre.
Rebeca: estás segura de que quieres hablar con él. Solamente que para mí es algo innecesario que lo hagas, si de todos modos tendremos que saberlo, hija.
Ariadna: es lo mejor y sobre todo no tardaremos. Ahora necesito levantarme de mi asiento para poder irnos y le pido que no me trate de una manera diferente por mi ceguera, señor Vaughan.
Ella se levanta de su asiento y camina con su bastón hasta el despacho. Leónidas la cuida durante todo el camino para evitar que se cayera y eso jamás sucedió, porque ella conocía perfectamente toda la casa. Ariadna cuando llega abre la puerta y cuando lo hacen ellos toman asiento
Leónidas: ya que tenemos poco tiempo. No me cansare de pedirte perdón por la manera en que actué, porque tú más que nadie no te lo merecías.
Ariadna: eso lo comprendo. Seguramente pensabas que tu prometida era una joven normal y al saber la verdad tuvo que pasar esto, pero yo no te reclamo nada.
Leónidas: muchas gracias, Ariadna. Ahora solo quiero que seas mi esposa y necesito que me permitas ponerte tu anillo de compromiso, por favor.
Ariadna: eso deberías hacerlo delante de mi familia. Nada más que esa es la costumbre y no la quiero cambiar, debes de hablar con mis padres para fijar la fecha de nuestro matrimonio.
Leónidas: espero que tus padres no se opongan al último y te alejen de mí. Además, después de que haga esto, ya nadie nos podrá separar.
Ariadna: hablas como si en verdad sintieras algo por mí. Eso sería imposible, el amor es algo difícil de sentir y más si nunca nos hemos enamorado.
Leónidas: tienes razón. Nunca he llegado a enamorarme y jamás reconocería el amor si lo tuviera a mi lado y sobre todo ya no quiero estar solo.
Ariadna: la soledad puede ser demasiado triste. Si no estás acostumbrada a ella, porque yo lo tuve que hacer por la obscuridad de mis ojos.
Leónidas: ahora simplemente somos dos almas solitarias que apenas se acaban de encontrar. Definitivamente nuestro destino será amarnos.
Ariadna: eso lo dudo mucho, señor Vaughan. El amor solo lo puedo imaginar gracias a las historias de amor que siempre me lee mi madre.
Leónidas: ya no tendrás ninguna necesidad de imaginarte nada. Necesito que me permitas enamorarte y sé que podemos ser felices.
Ariadna: el amor es un hermoso sentimiento, pero no quiere que te sacrifiques a querer hacerlo. Solamente que cada quien puede ser feliz en su propio mundo y yo no te estoy pidiendo nada.