Rebeca: ahora te voy a contar una de mis favoritas, esta historia se llama amor en silencio. Ella se llamaba Mariana era una chica solitaria que había vivido enamorada de alguien que no sabía que existía, porque del chico del que ella estaba enamorada se llamaba Daniel, lo único que le interesaba era la apariencia y ella era fea, ella siempre decía que el amor no se puede obligar. Sabía que la vida tenía que seguir y así un día decide guardar ese sentimiento por su propio bien. Nada más que un día cambia todo con una mirada que le dirige Daniel a ella, solo con eso se dio cuenta de que no le era indiferente como lo imaginaba, así que a partir de ese momento el decidió conquistarla, aunque no era necesario, pero eso él no lo sabía. Además, la invitaba a salir y ella aceptaba hasta que un día le dijo que fuera su novia y ella acepto, ahora ya no era un amor en silencio, porque ya nunca más lo fue, los años siguieron pasando y su amor se fortaleció, ellos se casaron y fueron felices para siempre. Solamente que no existen amores en silencio, si hay amor en nuestros corazones.
FIN
Ariadna: las historias que siempre me cuentas son demasiado bonitas, madre. Además, siento que esas las escribe para mí, ya que también necesitaba soñar con el amor.
Rebeca: tienes razón y esas historias las escribo especialmente para ti. Porque me gusta verte feliz cada vez que escuchas cada una de ellas.
Ariadna: te agradezco la intención de hacerlo. Solamente que me gusta soñar con ese mundo de fantasía, ya que el amor significa eso para mí.
Rebeca: tu mundo no se puede basar simplemente en eso. Pero si no te quieres casar hablare con tu padre para que arregle esto.
Ariadna: no quiero que insista con eso, madre. Me casare con el y sobre todo Leónidas me prometió muchas cosas que el solo puede cumplir.
Rebeca: sabes que el cariño que sentimos por ti jamás cambiara. Nada más que tu padre y yo te sobreprotegeremos, a pesar de que te cases con él.
Ariadna: eso siempre lo he sabido. Porque el cariño que me tienen y el destino quiso que yo fuera su hija, pero a veces me pregunto si están felices de haber tenido una hija ciega.
Rebeca: nosotros te aceptamos, así como eres sin importarnos tu ceguera. Además, nosotros hicimos todo lo posible para que pudieras ver y eso fue imposible.
Ariadna: mi ceguera fue de nacimiento. Solamente me casare con el para saber que se siente tener una vida normal al lado de mi futuro esposo.
Rebeca: tu padre siempre quiso que la tuvieras. Aunque fuera difícil y sobre todo a pesar de que estas ciega no fue un impedimento para que pudieras hacer tu vida.
Ariadna: por supuesto que no lo fue. El cariño de mi familia también fue muy importante, ya que no me sentía sola, porque ustedes siempre estaban a mi lado.
Rebeca: será mejor que te deje dormir. Espero que esta noche sueñes con algo hermoso y que los sueños que tengan se hagan realidad.
Ella cierra sus ojos al escuchar la última palabra de su madre, solo que Rebeca se va de su recámara hasta que la ve profundamente dormida y al hacerlo se dirige a la suya