Donde tú estés

Capítulo 26

Leónidas: mi esposa nunca más sufrirá. Además, eso te lo puedo asegurar, ahora mi propósito en esta vida es hacerla feliz y por supuesto seré sus ojos.

Fabián: acabas de hablar como un completo enamorado. Definitivamente nadie puede cambiar su destino, porque desde que nacemos está decidido, pero debo de retirarme y te deseo mucha suerte con tu cita.

El sale de la oficina de su amigo. Nada más que Leónidas todavía no se había dado cuenta de sus verdaderos sentimientos por ella. Eso lo tenía que descubrir por sí mismo y en la otra parte de la ciudad, ellas estaban adentro de la tienda de vestidos de novia y su madre ya había elegido un vestido, solo esperaba la aprobación de su hija y sino lo tenía que seguir buscando

Rebeca: este me parece perfecto para ti, hija. Solamente debo de recordar siempre que eres tú la que va a tomar la última decisión sobre tu vestido.

Ariadna: ahora quiero que me acerques a donde está el vestido para poder imaginármelo. No me gustaría tomar una decisión tan precipitada al momento de hacerlo, porque para mí un vestido de novia es demasiado importante y más sabiendo que me lo pondré en un día tan especial.

Matilde: en ese sentido, ella tiene razón. Serás la novia más bonita de todas y no va a importar cual vestido elijas, además tenemos todo el día para que lo hagas.

Abuela: recuerden que también ella tendrá una cita con su prometido. Nada más que después de que hayamos terminado, mi nieta necesitara descansar.

Ariadna: estoy bien, abuela. Pero últimamente no me canso con mucha facilidad como antes y seguramente debe de ser porque me siento feliz.

Ella se queda pensativa y su madre se acerca a ella para ir donde estaba el vestido y así lo hacen. Ariadna siente entre sus manos la tela y se sentía demasiado suave y se podía imaginar que era un vestido realmente hermoso, aunque ella no lo podía ver. Ella lo termina eligiendo y después la madre del novio paga su vestido para posteriormente salir y subirse al auto que las llevara nuevamente a casa

Rebeca: terminamos antes de tiempo, hija. Ahora faltaría preparar tu boda y con ayuda de todas será demasiado fácil, pero será mejor que te concentres en tu cita.

Ariadna: muchas gracias, madre. Además, como es mi primera cita me gustaría sentirme bonita, aunque yo pienso que no lo soy.

Rebeca: eres bonita. Eso se lo puedes preguntar a tu prometido cuando venga por ti a nuestra casa, estoy segura que te dirá exactamente lo mismo, solo tienes que hacerlo y lo sabrás, tal vez cuando te lo diga puedas sonreír de felicidad.

Ariadna: solamente que yo nunca me atrevería a preguntarle algo así. Necesitare esperar a que él me lo diga y debo de respetar mi lugar como su futura esposa.

Abuela: tiene razón, mi nieta. Siempre debes de recordar que esa es la educación que le dimos y eso se respeta en nuestra familia, aunque en estos tiempos se fueron perdieron los valores y las buenas costumbres.

Matilde: esas palabras me recuerdan tanto a mi madre. Ella me educo para seguir las reglas y cuando me enamore de mi esposo teníamos que hacer las cosas bien y así lo hicimos.




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