Donde tú estés

Capítulo 32

Ariadna: pienso que eso no es necesario. Pero no quiero que olvides nunca que estoy ciega y necesito agradecerte por nuestra boda.

Leónidas: te pienso llevar a una linda ciudad y eso no lo he olvidado, mi Ariadna. Esto únicamente lo hice para hacerte feliz en nuestra luna de miel.

Ellos tiempo después llegan a la recepción y esta sería en la casa de Leónidas. El ayuda a su esposa a bajar del auto para ir directamente al jardín y cuando lo hacen toman asiento en la mesa donde les correspondía estar

Ariadna: seguramente debe de estar muy bonito este lugar. Solamente que su madre me describió como quedaría y ella me trata demasiado bien.

Leónidas: no sabes cómo me alegra saber eso. Porque no me gustaría que te tratara de una manera diferente y mucho menos las demás personas.

Ariadna: eso siempre pasara. Nada más que algunas personas nunca lo entenderán, pero mis padres me hicieron ver la vida de otra manera.

Leónidas: ellos son tus padres y sobre todo te quieren demasiado. Ahora necesito dejarte unos minutos a solas para preparar los últimos detalles de tu sorpresa.

Él se levanta de su asiento y le pide a su madre que se quede con ella. Leónidas se va dejándolas solas y el amigo de ella se acerca al darse cuenta de que esta era una oportunidad para poder hablar con Ariadna, aunque su madre estuviera presente y no le iba a importar que lo escucharan, así que él toma asiento a su lado para poder empezar

Maximiliano: buenas tardes, Ariadna. Necesito decirte algo muy importante y es que yo siempre te he querido, no sabes cómo me hubiera gustado haber estado en el lugar de tu esposo y cuando me enteré de que ya no habría boda hable con mi padre de la intención de querer hacerlo, solamente que ya no pude hacer nada y ahora estás casada con él.

Ariadna: jamás me espere algo así de ti, Maximiliano. Pero querer y amar son dos sentimientos totalmente diferentes, sabes que no es correcto que me hagas ese tipo de confesión el día de mi boda, porque nunca debes de olvidar que soy una mujer casada.

Maximiliano: tienes razón y te pido una disculpa por eso. Ahora quiero que olvides todo lo que te dije y lo único que no quiero es perder la amistad que hemos llevado por años.

Ariadna: está bien y quiero que me prometas que ya no vas a confundir tus sentimientos. Además, algún día vas a conocer a una buena mujer de la que te enamoraras y seguramente el único sentimiento que sientes por mí es el de amistad, ya que siempre he sido demasiado frágil y te hiciste la idea de protegerme igual como lo haces con Amelia.

Él había llegado a su lado y se quedó callado al escuchar la confesión de Maximiliano. Eso realmente le molesto demasiado, nada más que él sonríe, porque Ariadna le contesto correctamente y ese era el momento para acercarse a ella

Leónidas: me imagino que usted es uno de los amigos de mi esposa. Espero que con la conversación que tuvieron le haya quedado demasiado claro que no debe de hacerse ilusiones con mi esposa. 

Maximiliano: ahora eso ya lo sé. Pero fue mi culpa por no hablar antes cuando tuve la oportunidad de hacerlo y me voy a arrepentir de esto toda mi vida.

Ariadna: recuerda que hablamos de eso hace unos momentos. Siempre te voy a considerar mi amigo pase lo que pase y lo que sientes por mí no es amor.




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