Fernando: tienes razón. Además, mi hija es lo más importante y necesito escucharte para poder saber qué es lo que está pasando y espero que no sea lo que estoy imaginando.
Leónidas: no he venido a devolverle a mi esposa. Será mejor que desechen ese pensamiento de su cabeza, porque todos ustedes saben que yo cumpliré mi promesa de amarla.
Ellos toman asiento y su madre menos entendía lo que tenía que decirles. Solamente que ella no hablaría hasta que fuera necesario y Rebeca sentía la felicidad de su hija a través de su sonrisa
Fernando: entonces será mejor que empieces. Porque mientras más rápido lo hagas lo sabremos y no pienso dejar ir a mi hija contigo si me dices algo que no quiero oír.
Leónidas: necesito recordarles que estuvieron de acuerdo con nuestro matrimonio. Pero hemos venido hasta su casa para decirles que me voy a llegar a mi esposa de luna de miel y será después de despedirnos de ustedes.
Fernando: estas conscientes de lo que piensas hacer. Además, todavía falta que contrates a las enfermeras que las van a cuidar y no pueden irse solos.
Leónidas: solamente les estoy avisando. Nada más que no necesito la autorización de nadie, ahora que Ariadna es mi mujer y no se preocupe suegro porque sabré cuidarla demasiado bien.
Rebeca: así que mi niña tendrá su luna de miel. Eso no me lo esperaba y como siempre me llevo muchas sorpresas con usted, pero me gustaría saber que piensa nuestra hija.
Ariadna: estoy de acuerdo con él madre. Necesitamos tiempo para conocernos en un lugar lejano y de esa manera me voy a dar cuenta de que mi matrimonio puede llegar a funcionar a pesar de ser diferentes.
Leónidas: jamás voy a tener la intención de divorciarme de ti, mi Ariadna. No quiero que vuelvas a decir palabras sin sentido de nuevo.
Ariadna: esa es la verdad, aunque nunca lo reconozcas. Pero de mis labios ya no saldrán palabras negativas sobre esto, porque respetare lo que me digas.
Leónidas: lo único que no quiero es imponerte mi voluntad. Solamente que siempre necesitare saber tu opinión antes de hacer algo.
Ariadna: está bien, Leónidas. Ahora faltaría que me despida de mis padres para que podamos hacer nuestro viaje y decirles que no me pasara nada si estás conmigo.
Ellos se levantan de sus asientos y sus padres no tenían otra opción que aceptar su decisión. Ella se despide de sus padres y el hace lo mismo, ellos salen de su casa y cuando lo hacen se suben a su auto para después dirigirse hacia su destino
Leónidas: ahora sí podemos dar comienzo a nuestro viaje de bodas. Nada más que para llegar a nuestro destino nos iremos en mi jet privado.
Ariadna: me puedo imaginar que el viaje será largo para que nos vayamos en tu jet. Espero que sea una ciudad hermosa donde iremos.
Leónidas: precisamente por eso la elegí. Mi intención de hacer todo esto es sorprenderte y conocerás la ciudad cuando te la describa y de esa manera te demostrare que tu ceguera jamás será un impedimento para que puedas llevar una vida normal.