Ariadna: tienes razón, Leónidas. Aunque eso será difícil de comprender y más para las personas que no están acostumbradas a ver una persona ciega, además siempre que salía con mis padres nunca pude evitar escuchar sus comentarios hirientes cuando se referían a mí, pero mis padres se dieron cuenta de eso y trataban de evitar que me sintiera triste.
Leónidas: quiero que ya no sientas tristeza en tu corazón. Necesito que olvides todo esto y recuerdes las cosas buenas que has tenido en tu vida.
Ariadna: mi vida antes era una fantasía. Siempre vivía en mi propio mundo para evitar sufrir y ahora estoy viviendo en la realidad, pero lo único que no quiero es sufrir por amor.
Leónidas: eso nunca lo harás. Porque podrán pasar los años y yo no dejare de sentir amor por ti, solamente que de eso te vas a dar cuenta perfectamente.
Ellos guardan silencio y tiempo después llegan al aeropuerto. Leónidas ayuda a bajar a su esposa del auto y le da su bastón para después tomarla de su mano, ellos entran y a los pocos minutos llegan donde se encontraba su jet privado para abordarlo. Ellos se suben por las escaleras y cuando lo hacen la ayuda a sentarse para después hacerlo el también, nada más que cuando al fin están listos para irse el jet despega y de esa manera se dirigen a su destino
Ariadna: siento una felicidad inmensa por todo esto. Ahora quiero que me prometas que me entenderás y te pido que no me sobreprotejas, por favor.
Leónidas: eso te lo prometo y bien sabes que no tienes por qué pedírmelo. Necesito decirte que eso no está en discusión y quiero que te quede claro que siempre te sobreprotegeré.
Ariadna: ni yo entiendo porque te pedí eso. Sabía perfectamente cuál sería tu respuesta y siento que será mucho más que la de mis padres.
Leónidas: en ese sentido no te equivocas. Pero tomare demasiado en serio nuestro matrimonio y ahora tendré una razón muy importante para volver a casa y esa razón eres tú.
Ariadna: seguramente volverás a casa temprano con tal de estar siempre a mi lado y también para asegurarte de que estoy bien.
Leónidas: eso es precisamente lo que tenía pensado hacer, mi Ariadna. Porque una enfermera no te va a cuidar como lo haría yo, solamente que es una lástima que mi trabajo no me permita estar todo el tiempo a tu lado y te prometo que cambiare mi rutina de trabajo por ti.
Ella sonríe porque su matrimonio será para ella lo más bonito que tendrá en esta vida y quería vivir su amor. El tiempo siguió su curso hasta que al fin llegaron a su destino. El jet aterriza en la pista y él se levanta de su asiento para ayudarla hacerlo. Leónidas le da su bastón a su esposa, ya que de esa manera se sentía segura. Él toma a Ariadna del brazo para poder salir del jet y ellos caminan hasta llegar a la salida del aeropuerto
Ariadna: seguramente lo que primero que haremos es irnos al hotel donde nos vamos a hospedar. Nada más que eso sería lo mejor por el momento, porque el viaje lo sentí demasiado largo a pesar de que no tardamos mucho tiempo en llegar y eso se debe a que no estoy acostumbrada a viajar.
Leónidas: tendrás que hacerlo. Además, no quiero que pienses que yo te dejare sola mientras viajo y necesito decirte que eso jamás pasara.