Ariadna: estoy segura de que ella no lo haría. Porque siento que en la boda se le aclaro las dudas que tenía, pero debemos de concentrarnos en el presente.
Leónidas: tienes razón. Primero necesito decirte que es considerada una obra maestra del estilo bizantino, además únicamente destaca el color dorado y los magníficos mosaicos de la cúpula del siglo XIII y en el piso superior del museo se encuentran los originales Caballos de San Marcos que son estatuas de bronce que fueron robadas del Hipódromo de Constantinopla.
Ariadna: es demasiado interesante esa historia. Solamente que no tenía la menor idea de que existiera algo así, definitivamente me faltan muchas cosas que conocer.
Leónidas: siempre es algo bueno adquirir conocimientos y si quieres te puedo leer unos libros cuando regresemos a nuestra casa. Eso me recuerda que necesito comprar novelas románticas.
Ariadna: me gustaría escuchar que me leyeras novelas. Eso sería algo romántico para mí, pero siento que te aburrirás si lo haces todas las noches.
Leónidas: eso jamás pasará y será un gusto hacerlo. Porque tendré siempre la oportunidad de compartir contigo algo que te gusta y ahora quisiera saber si mi voz es de tu agrado.
Ariadna: me imagino porque me lo dices. Aunque pensé que ya lo sabias y lo primero que me gusto de ti fue tu voz que es inconfundible con las demás.
Leónidas: todos los seres humanos somos diferentes. Nada más que eso es lo que nos hace únicos y el destino quiso que me enamorara de ti.
Ariadna: estas feliz con el destino que escogiste o piensas cambiarlo en un futuro cercano cuanto te des cuenta de la realidad de nuestro matrimonio.
Leónidas: no entiendo de donde sacas esas ideas. Solamente que nunca cambiaria nada y me volvería a casar nuevamente contigo sin importarme tu ceguera.
Ariadna: siento demasiado mis palabras. Porque toda mi vida he vivido en mi propio mundo donde existe únicamente la obscuridad de mis ojos.
Leónidas: debes de sentirte segura de mi amor. Pero hasta que lo hagas seremos felices y no sabes cómo quiero que escuches mi corazón para que te diga cuanto te ama.
Ariadna: siempre he creído en el amor que me profesas y sé que no será nada fácil la convivencia entre nosotros ahora que estamos casados.
Leónidas: estamos en nuestra luna de miel. No quiero que vuelvas a mencionar ninguna palabra sobre eso y te pienso hacer olvidar cada una de ellas con mis besos.
Ariadna: no me gustaría que lo hicieras en este lugar y te recuerdo que puedo escuchar varias voces que nos observan desde lejos.
Leónidas: dejare que nos observen. Jamás existirá nada que me impida que te bese como yo lo quiero hacer, además te lo digo porque quiero que estés prevenida.