Dones de Guerra

Capítulo 3: Tempo.

En los barrios bajos de Daria se hallaba lo más vil y menospreciado. Apartados de la privilegiada realidad de los burgueses, los habitantes de El Pozo se distinguían por ser, en su mayoría, ebrios, viudas, huérfanos, enfermos, ancianos, y trabajadores de lo que nadie más se prestaba a hacer. A pesar de ser conocida por acumular riqueza, Daria no se libraba de reflejar un poco de la realidad del resto del reino.

Las visitas del rey Rogue a El Pozo eran tanto confidenciales como frecuentes; sólo sus consejeros cercanos tenían conocimiento de las mismas. Sin embargo, cada vez que entraba a aquella deteriorada casa lo hacía sin compañía, no se permitía que nadie más ingresara a sus sesiones. Vistiendo ropa lo menos llamativa posible y la cara cubierta, ingresaba al lugar adornado con velas, plantas y todo tipo de recipientes de vidrio, donde le esperaba el conocido morno Adal.

Para el brujo, la visita del rey no era una sorpresa. Esa tarde le recibió con una inquietante sonrisa antes de invitarle a tomar asiento.

-Majestad- dijo de forma burlona. Su voz era tan tétrica como su blanco y arrugado rostro- Bienvenido, esperaba verle hoy-

El susodicho permaneció con la cabeza baja y la vista hacia el suelo. Su lenguaje corporal indicaba nerviosismo y respeto por quien tenía enfrente.

-Señor- comenzó a articular Rogue - Sé que ya lo he preguntado antes, pero esta vez no puedo quedarme de brazos cruzados-

-¿Es así?- le interrumpió- ¿Tiene miedo?- dijo mientras movía su cabeza en busca de hacer contacto visual con el rey.

-Hoy... uno de ellos atacó a mi ejército frente al pueblo-

-No tiene que contarme lo que pasó, lo pude ver perfectamente- levantó sus manos y señaló su cabeza- Aquí... aquí está todo-

-Entonces debe saber, señor, cuál es mi pregunta-

Adal volvió a sonreír.

-Ha sido fiel en su espera, Rogue- extendió su mano para tomar una daga que se encontraba en su mesa- Así que no le haré esperar más, ayudaré en su búsqueda-

El rey abrió los ojos en señal de sorpresa y levantó al fin su rostro para ver al morno.

-¿Puedo buscarlos, señor?-

-Es tiempo de que salgan a la luz... y se muevan de donde están- respondió al mismo tiempo que examinaba la daga con detenimiento.

-¿Quiénes son? ¿Qué familias los tienen?- preguntó eufórico.

-No tan rápido, Majestad. No obtendrá una lista de nombres por mi parte- dijo apuntándole con la daga- Si quiere encontrarlos, deberá cazarlos-

-¿Cazarlos?- respondió dudoso -¿Por dónde debo empezar? ¿Cómo sabré quiénes son?-

-Los elegidos no pueden pasar desapercibidos, no está en su naturaleza. Yo sabré quiénes son cuando estén frente a mí-

-¿Debo traerlos ante usted, señor?-

-Su sangre es todo lo que necesito- llevó la daga al cuello del rey- Cuando sangren, su naturaleza se descubrirá. Una gota basta para saberlo- dijo mientras hacía un pequeño corte para extraer su sangre.

-¿A quién debo traerle?- preguntó con la voz entrecortada, nervioso por el arma que hería su cuello.

-Han pasado dieciocho años...-dijo Adal, recordando imágenes del pasado- Empieza con los jóvenes-

-¿Dieciocho años?- preguntó un confundido- Señor, mi preocupación no son esos niños, yo...-

-Esa es mi instrucción- le interrumpió- Empezará por ellos, Majestad- se acercó desafiante y le miró a los ojos- Iré con usted al castillo, allí me llevará la sangre fresca-

El rey le observó con preocupación, era la primera vez que el brujo le pedía algo parecido.

-El tiempo ha llegado- le dijo al mismo tiempo que le entregaba a Rogue la daga- La orden ha sido dada-

...

Teo cabalgaba hacia el Fuerte preguntándose cuál sería la causa del llamado a los soldados. Según había contado, el número de campanadas requerían a los de menor rango, así que no podía tratarse de un asunto urgente. Pero el hecho de realizar ese llamado a altas horas de la noche despertaba su curiosidad.

Luego de poco más de una hora, su camino terminó al llegar al establo del Fuerte, donde dejó a su corcel para luego dirigirse al salón principal. El ambiente se sentía agitado, los soldados se movían de un lugar a otro intentando averiguar el motivo de su llamado, así que Teo buscó algún rostro familiar.

-Tomas- le llamó al verle a unos pocos pasos. El chico volteó al escuchar su nombre.

-¡Teo! Estás aquí, no te veía por ningún lado-

-¿Tienes idea de qué está pasando? ¿Por qué nos llamaron?-

-No te preocupes, no es nada grave- le intentó calmar mientras se acercaba a su oído- Sólo una de las locas ideas repentinas del rey- susurró- Al parecer le molestó lo que pasó hoy-

-¿El ataque de la Plaza?-

-El Oficial Kent nos lo adelantó, al parecer se empezará a buscar a los poseedores-

Teo sintió un escalofrío en su espalda.

-¿De qué hablas?- preguntó exaltado -¿Cómo los buscará? No hay forma de saber quiénes son-

-Quién sabe- se encogió de hombros- Es lo único que se nos dijo-

La conversación de los chicos fue interrumpida por el grito de un oficial. Finalmente la concurrencia se reunió en el Salón Principal del Fuerte, y los superiores estaban listos para dar órdenes.

-¡Atención! ¡Formen filas!- exclamó lo suficientemente fuerte para ser escuchado por todos los presentes.- Como saben todos, hoy se dio un lamentable hecho a causa de un traidor oculto, pero me complace informar que gracias al actuar de nuestros poseedores los heridos se encuentran estables-

El don de curación no era muy común en el reino, pero en un incidente menor como el que se suscitó ese día, los pocos poseedores sanadores que había fueron suficientes para ayudar a los heridos.

-Lo que ocurrió hoy no puede ser perdonado- continuó el oficial- Perdimos a cinco compañeros que recién empezaban su servicio para con el reino. Su Majestad no se quedará de brazos cruzados.- dio un paso al frente y elevó aún más el tono de su voz- Se nos dio la tarea de iniciar la búsqueda de los ocultos hoy mismo en la ciudad, será su primera tarea formal como miembros del Ejército-



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En el texto hay: romance, accion, fantasia medieval

Editado: 20.03.2023

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