Dones de Guerra

Prólogo

"El deseo de poder es un vacío que el hombre nunca alcanzará a llenar."

...

Cuando Elroth -el Primero y el Último- creó el continente de Ederen, designó el control a su creación perfecta: Los humanos. Destinados a gobernar a todas las especies animales y místicas del reino, tomó a cuatro elegidos para ser poseedores de cuatro dones: la Fuerza, para proteger al reino; la Profecía, para velar por el futuro de la gente; la Sabiduría, para gobernar con prudencia, y finalmente, la Curación, para sanar las heridas del pueblo. Una piedra por cada don fue entregada a cada elegido, quienes las llevaron con ellos hasta sus tumbas.

Daria, Geridia, Taruma, Árado, Soruma y El Llano – al otro lado de la Brecha– fueron las provincias establecidas en el reino. Sin embargo, para Amnar, uno de los guardianes de Elroth, los humanos no eran dignos de tal privilegio. Ante sus ojos éstos eran seres despreciables, inferiores y débiles. Utilizando su inteligencia y astucia, envenenó los corazones de los no poseedores y de algunas criaturas habitantes de El Llano para lograr su destrucción mutua. Así dio inicio la Primera Gran Guerra en el año X777. Pero los poseedores, de la mano de Elroth, salieron victoriosos y, en cuanto a Amnar, terminó expulsado del reino junto con los traidores sobrevivientes, conocido como el Ejército de Caídos.

La guerra no destruyó a los humanos, pero sí enalteció su orgullo. Con el pasar del tiempo, el corazón de los poseedores se volvió altivo. Los llanenses eran obligados a salir de su hogar para ser vendidos, explotados y sometidos a tributación excesiva. Ante la resistencia a estas injusticias, se desató la Guerra de El Llano, donde los poseedores de fuerza fueron la ventaja humana para pasar por encima de toda hada, elfo, grifo, faunos y cualquier otro llanense. Los pocos sobrevivientes que quedaron en Daria fueron asesinados, mientras que los habitantes de El Llano huyeron más allá de las montañas de Maru. El puente que conectaba la Brecha fue quemado en señal de ruptura con el otro lado; cualquiera que cruzara sería considerado un traidor.

Pero la vanidad humana no terminó ahí.

Las relaciones entre las provincias se rompieron por el derecho de las tierras, y la guerra entre humanos fue inevitable. Poco tiempo duró, puesto que aquellos ejércitos con más poseedores eran inevitablemente superiores. La Guerra de las Provincias terminó con Daria siendo la capital del reino, y así mismo como la provincia más grande de todas.

Las guerras, la maldad, las traiciones y la matanza de humanos y no humanos terminó con Elroth viéndose apartado del reino, quedando los hombres a merced de sus propios deseos y fuerzas.

Pero, tal como era predecible, la concentración de poder y riqueza en una sola ciudad llevó al reino a la decadencia. La clase alta capitalina disfrutaba de sus excesos mientras las provincias más pobres mataban por un plato de comida. 

La esperanza llegó más de trescientos años después con el rey Barda, un hombre justo y sabio que soñaba con el regreso de los no humanos y la conciliación entre las provincias. Cuando la paz parecía cercana, la esposa del rey concibió gemelos: Fares y Rogue. Para evitar conflictos entre sus hijos, el rey le dio a cada uno el gobierno sobre las dos grandes provincias del reino después de Daria: Soruma y Árado, respectivamente. Pero la codicia por el trono no tardó en hacerse notar.

Un incendio provocado por las fuerzas del hijo menor, Rogue, causó una gran devastación en la provincia gobernada por Fares: Soruma. Los enfrentamientos iniciaron entre los hermanos; ambas provincias buscaban hacerse con el control que poseía Daria y dominar a las otras ciudades. Pero el poderío militar de Daria con sus más de quinientos poseedores de fuerza sería suficiente para contener a ambos ejércitos. Tanto Rogue como Fares presentaron su rendición, aceptada por Barda que, a pesar de todo, guardaba el amor de cualquier padre hacia sus hijos.

Como celebración hubo un gran banquete para el rey, su esposa, sus hijos y su ejército. Justo después de su discurso y dar el brindis, tanto el rey Barda como la mayor parte de su gran ejército de poseedores cayeron inhertes envenenados por la Flor de Espinas a manos de Rogue. Ante la traición de su hermano, el primogénito Fares reunió a su ejército para hacer justicia por su padre. Sin embargo, Rogue lo superaba tanto en número como en guerreros fuertes, por lo que acabó con gran parte del ejército de su gemelo.

Según los cuentos populares, Rogue junto con sus soldados persiguió a Fares por todo el bosque hasta llegar a la Brecha, lo atravesó fríamente con su espada y arrojó su cuerpo al vacío, que desde entonces se conoce como la Tumba del verdadero Rey.

Para muchos, la esperanza del reino murió junto con el rey Barda y su hijo Fares. Pero para otros, ésta nunca morirá mientras el regreso de Elroth sea posible.

Esta es la historia de la Profecía de la Flor, conocida por pocos, pero destinada a cambiar la vida de todos. 

 



#8376 en Fantasía
#11008 en Otros
#1360 en Aventura

En el texto hay: romance, accion, fantasia medieval

Editado: 20.03.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.