Dones de Guerra

Capítulo 5: Al otro lado.

Bruno, Lía y Teo

La visión de Lía había sido sin duda confusa. No sabía el lugar, el día o la razón, solamente que tanto ella como Alek estaban en peligro. Sabía que la quema en la hoguera era una forma común de castigo para aquellos que hicieran caso omiso de las órdenes reales. 

-¿Ir por Alek?- preguntó Teo luego de que su amiga le explicara la aparición del joven Frei en su sueño.

-Tengo un mal presentimiento, creo que deberíamos ir por él -

-¿Crees que alguien de su familia sea un oculto?- el pelirrojo que montaba en el otro caballo se unió a la conversación. Atrás de él también se encontraba un inconsciente Lugan, sostenido al cuerpo de Bruno con el suéter que antes vestía.

-A este momento los soldados ya deben haber llegado a su área, no podemos ir sin que nos vean- respondió Teo- La única opción es... Bruno, el ejército no te busca a ti, mientras Lugan no despierte nadie sabrá que estuviste aquí-

-¿Te buscan a ti?-preguntó el chico.

-Abandoné mi escuadrón para venir acá, ya lo deben haber notado-

Lía cayó en cuenta de una cosa.

-Es verdad, ¿cómo supiste que estábamos escapando?-

-Él fue quien me pidió venir a buscarte en primer lugar- respondió Bruno.

Ella levantó la vista hacia el joven Hamblak, dándose cuenta de lo que había pasado: tuvo que abandonar su puesto en el Ejército para llegar en auxilio de sus amigos. Un sentimiento de culpa inundó su pecho. Si se descubría lo que había hecho para salvarlos, le esperaba la expulsión de su puesto y probablemente una condena de muerte, de igual forma para su mejor amigo.

-Está bien, intentaré evitar a los soldados pero ¡¿qué haremos con éste?!- dijo refiriéndose al soldado inconsciente con el que cargaba; el pequeño lobo ya era suficiente carga, no necesitaba otra más.- No podemos dejarlo, nos delatará y... ¡Rayos!- exclamó Bruno luego de observar a su alrededor- ¡Vienen más!- advirtió al identificar a lo lejos la forma de los cinco jinetes.

Teo también volteó para confirmar la información. Su sangre se heló al ver entre el grupo un caballo que le resultaba demasiado familiar.

-¡Señor, diviso a cuatro personas!- exclamó uno de los soldados a su supervisor.

A Franz no le sorprendió el aviso, segundos antes se había percatado de su presencia.

-Bien, captúrenlos- respondió el joven- No disparen aún- ordenó al ver las intenciones de su compañero arquero.

Mientras tanto, los perseguidos apresuraron su camino bosque adentro. Los tres podían enfrentarse a un par de soldados ordinarios, pero ni siquiera valía la pena intentar pelear contra un poseedor como Franz; era una batalla perdida anunciada.

-¡Llegaremos al límite del bosque!- exclamó Bruno.

-No podemos dar la vuelta, si Franz nos alcanza no habrá salida- respondió el pelinegro.

La mente de Teo se nubló por un segundo. ¿Qué podían hacer? Recorrer el límite del bosque esperando que fueran en dirección contraria a los soldados era la única opción viable, pero muy arriesgada. ¿Ocultarse arriba de los árboles? Serían como ratones en una trampa.

-¡¿Qué haremos entonces?! ¡¿Saltar al otro lado?!- recriminó en un tono sarcástico.

Lía y Teo se vieron uno al otro por un segundo, cual intentando averiguar si pensaban lo mismo. Bruno negó con la cabeza inmediatamente al notar sus intenciones.

-¡¿Qué?! ¡Oh no, mis amigos, eso no! ¡Vamos a morir!-

-Es una distancia larga, pero no imposible- respondió Teo ante la exaltada reacción de su amigo.

-Tan sólo debemos evitar la zona de vigilancia- agregó la joven.

-Los soldados acudieron al llamado del Fuerte, es nuestra oportunidad- volteó a ver al pelirrojo cuyo rostro aún mostraba desaprobación a la idea -¿Puedes hacerlo, Bruno?-

El chico no respondió. No se consideraba una persona cobarde, pero tan solo pensar en el abismo de la Tumba del Rey le erizaba la piel. Había leyendas sobre personas que lo habían intentado y su alma aún vagaba por la oscuridad.

-¡Los caballos no querrán saltar!- dijo finalmente.

-¡Están entrenados, tenemos que intentarlo! ¡No hay salida!- Teo le pidió su aprobación con la mirada. Él tampoco estaba entusiasmado con lo que harían, pero era la única opción en la que podía pensar.

Después de unos segundos de meditación, un inseguro Bruno asintió mientras mordía su labio. Todos respiraron hondo, estaba decidido; cruzarían el abismo.

Teo hizo girar levemente a su corcel hacia el límite del Bosque seguido por su amigo y el inconsciente Lugan. Lía volteó a ver hacia atrás; aún no habían perdido a sus persecutores.

-Lo lograremos- dijo en un tono bajo, pero lo suficiente para ser escuchada.- Gracias- agregó mientras se aferraba más fuertemente al torso de Teo. Él la observó por encima del hombro y ordenó al caballo aumentar la velocidad.

Luego de unos minutos, el grupo pudo observar que la Tumba se acercaba. Bruno apretó los párpados con fuerza; aún no podía creer lo que intentarían. Volteó a ver a sus amigos que cabalgaban al lado para verificar su estado.La chica parecía estar igual que él; tenía la cabeza inclinada hacia abajo y los ojos cerrados, mientras que su amigo mantenía su característico rostro serio viendo fijamente su destino.

Cuando se encontraron a pocos metros del abismo, ambos jinetes adoptaron postura de salto y se prepararon mentalmente para cruzar.

Teo y Lía se hallaban al frente, por lo que fueron los primeros en llegar al borde. El corcel que montaban, impulsado por su velocidad, despegó las patas del suelo. Finalmente se hallaron en el aire. La chica ahogó un grito y se aferró con más fuerza a su amigo. El rostro de Teo no se inmutó, pero sus ojos hablaban por sí mismos. Ambos sintieron que el tiempo se hacía eterno, aunque realmente fueron sólo un par de segundos los que duraron sobre la profunda oscuridad.



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En el texto hay: romance, accion, fantasia medieval

Editado: 20.03.2023

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