Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura
Edgar Allan Poe
Zeus McQuaid
Hacía frío, mucho frío y el estar corriendo con innumerables golpes no era muy buena combinación, todo a mi alrededor eran árboles, la nieve no cesaba y temía que eso no pasaría en mucho tiempo. ¿Qué clase de persona le hace algo como esto a su hijo?, que mente es tan retorcida como para dejar que su hijo sea maltratado a tal grado; si creo que Marcus McQuaid podría responder esa pregunta.
La nieve seguía cayendo al igual que mi sangre seguía fluyendo a tal manera por mi cuerpo que probablemente moriría si no me detenía a controlar la sangre que salía de el gran corte que había en mi pierna derecha, pero si me detenía moriría, cualquiera de las opciones que tomara ¿iba a morir? Aún no estaba listo para morir. Y no quería morir, deseaba demostrarle a Marcus que no era débil, que si podía, que, aunque me estuvieran persiguiendo por ese horrible bosque lleno de nieve yo si podía, así que corrí como nunca en vida lo hice. Luego de correr por bastante tiempo o al menos eso me pareció a mí, sentí que mis fuerzas se agotaban correr con un corte tan profundo no era tan buena idea, pero era eso o ver el rostro decepcionado de mi padre así que no podía rendirme, no ahora que había llegado tan lejos.
Vi a la lejanía una cabaña un tanto desgastada, pero podría esconderme ahí unos minutos para poder detener el horrible sangrado que tenía, así que reuniendo toda la fuerza que me quedaba corrí hasta la cabaña; al llegar a la puerta no lo pensé dos veces antes de adentrarme en ella, y como lo supuse no haba nadie habitando ese lugar, lo inspeccione con la mirada y descubrí una cortina vieja que serviría muy bien de torniquete para detener el sangrado, camine hasta ella y la amarre fuertemente un poco más arriba de la herida para así detener el sangrado, suspire cansado y aliviado en partes iguales, pero ese alivio desapareció en cuanto oí voces cerca de la cabaña.
-Te aseguro que lo vi entrar aquí Marcus- escuché una voz que hablaba con mi padre
-Pus descubre si estas en lo cierto Mark- dijo mi padre con un tono de voz frío- pero déjame decirte que, si no lo encuentra, me tomaré el atrevimiento de que seas tú el que ocupes el lugar de mi hijo- No se escuchó nada durante un buen tiempo, pero tampoco me quedé a esperar escucharlo hablar había visto una puerta trasera en cuanto entre a este lugar, y si me encontraba con alguien por ahí siempre podría acabar con él ¿cierto? Salí de ese lugar sin hacer el mayor ruido posible pero en cuanto abrí la puerta me encontré de frente con uno de eso hombre que acompañaban a papá; él me miró fijamente no le daría tiempo a pensar que iba a hacerme eso estaba claro, así que reuniendo toda la fuerza que tenía le clave la daga que tenía conmigo justo directo al corazón, no le dio tiempo a reaccionar así que el único ruido que hizo fue cuando su cuerpo impactó con la fría nieve, no me quedé a ver como moría solo corrí, faltaba poco para que este martirio acabara solo tenía que correr unos pocos kilómetros y estaría en casa, pero la vida era una perra maldita que no iba a estar muy feliz conmigo saliendo ileso de toda la mierda que había pasado, así que cuando estaba a punto de tocar el pomo de la puerta escuche el seguro de un arma siento quitado y lo siguiente que sentí fue un frío en la parte baja de mi cuello.
-Estás muerto hijo- dijo con una voz burlona, fría y un tanto decepcionada de mi padre- nunca bajes la guardia Zeus, ¿entendiste? - dijo ahora el con un tono de voz más fuerte, y quitando la pistola de mi cuello- dije que si entendiste- el me hizo dar la vuelta para verlo de frente.
-Sí señor- dije con la voz un tanto rasposa- no sucederá nuevamente.
-Eso espero Zeus no quiero un hijo débil, ¿me entiendes? No quiero estar decepcionado así que mas te vale ser mejor para la próxima, y no quiero que hagas algo tan estúpido como entrar a una cabaña, no te crie para que fueras predecible- el abrió la puerta de la gran casa donde vivíamos y entro dándome paso a mi también, al entrar sentí la calefacción y no pude agradecer mucho más el hecho de haber llegado a casa- vi que mataste a uno de mis hombre, bien hecho; ahora ve a curarte no quiero problemas con tu madre- dijo palmeando mi espalda y subiendo las escaleras al segundo piso, me sentí idiota yo quería un “Estoy orgulloso hijo” no un “Bien hecho”, justo cuando estaba a punto de comenzar a ir a buscar el botiquín de primeros auxilios mi padre me llamo.
-Oye Zeus
- ¿Sí?
-Estoy orgulloso
Y con esas últimas palabras se fue dejando una gran emoción en mi pecho, ¿era extraño el por qué él estaba orgulloso de mi? Probablemente, pero así era nuestra vida y dudaba mucho que cambiáramos