— Fausta, amor ¿Me estas escuchando?
— ¿Eh? ¿Qué? Ah, lo siento — me di cuenta que había estado picando toda la comida, después de aquella pesadilla me era difícil concentrarme, me había encontrado con Orión para el almuerzo, la situación fue incomoda considerando nuestra pelea de la noche previa
— Tienes que prestar atención a esto Fausta, es importante
— Lo lamento — Era la primera vez en semanas que comíamos en el gran comedor
— ¿Fausta? Ay qué alivio encontrarte aquí, queríamos hablar contigo — Europa llego acompañada de una joven de cabello gris, otro miembro de la Guardia
— Adelante, dime
— Nuestras nuevas huéspedes ya están instaladas en su casa desde anoche y ya tenemos fecha de mutación, será mañana
— Perfecto, mientras más pronto mejor ¿Cómo lo tomaron ellas? ¿Se sienten cómodas?
— Algo así, no están acostumbradas a tantas comodidades pero lo irán asimilando, solo hay que darles un poco de tiempo
— Me imagino, vivían como miserables, cual cucarachas — Dije para después dar una mordida a una pierna de pollo, el resto me observo — ¿Qué? ¿Dije algo malo?
— En lo absoluto amor, suenas como siempre — Respondió Orión — Gracias por informarnos Europa pero necesito que me dejen a solas con Fausta — Ambas se fueron — ¿Qué planeas con todo esto? Ya lo dijo Europa, no están acostumbradas a una vida así
— Podrán hacerlo
— ¿Y si no?
— Acaban de pasar su primera noche en su casa, todavía no conocen siquiera a sus vecinos, dales tiempo — Trato de protestar — No todos son unos monstruos Orión, no todos buscan asesinar y destrozar la vida de los demás, deja esa idea ridícula, las recibí porque vi que son capaces de vivir entre nosotros
— ¿Y que si terminas sacando según tu a todos los buenos de aquella dimensión? ¿Qué planeas hacer después con el resto?
— No lo sé, solo me importa que los demás no estén con ellos, que gente inocente no conviva con ellos Orión, entiéndelo, no les voy a dar la espalda
— ¿Y que pasara con la sobrepoblación?
— No habrá sobrepoblación
— ¿No? Si recibes a todos los que tú consideras aptos comenzaremos a tener ese problema
— No será necesario, cuando eso ocurra lo más probable es que tengamos otro lugar para entonces
— ¿A qué te refieres con eso?
— Que podría descubrir otra dimensión ¿Por qué tienes esa cara de miedo? ¿Ocurre algo?
— Nada
— Si tú dices — Respondí a la video llamada entrante, sobre la mesa se proyectó el rostro de Morgan — Buen día ¿Tienen noticias?
— Buen día, no hemos tenido éxito señorita, hace poco, en la galaxia Kiu alguien dijo haber visto a Edwin platicando con un mercader, el problema es que ese mercader asegura no saber nada, solo que le pidió ayuda para poder llegar a un museo que no existe, dice que se veía confundido
— ¿Y porque no aviso a las autoridades?
— Dice no lo vio grave, un simple turista
— ¿Y las cámaras de seguridad?
— No funcionaron
— No es posible, hagan algo rápido, alguna maldita cámara tuvo que haber captado algo, muévanse, La Corte quiere tener a Edwin frente al Parlamento
— Si señorita, con su permiso — Cuando termino la video llamada apoye mi rostro entre mis manos
— No es posible que no puedan hacer algo tan sencillo,
— Cálmate
— No puedo calmarme, tengo a tu madre respirándome en el cuello por una respuesta Orión, no puedo tomarme esto a la ligera — Empuje el plato lejos — Ya perdí el apetito — me puse de pie y Salí al jardín a caminar, cerca del lago una pequeña fuente en la cual me senté, las aves cataban
— No sé porque te molestas por esto, fue tu hermano quien hablo, no yo
— ¿Entonces que se supone que deba creer Fausta?
— Cree en mí, no en él, si yo te dije que te quiero a ti ¿Por qué le haces caso a palabras vacías?
— Fausta, dime la verdad, Orión es mi hermano, no quiero que esto rompa nuestra relación, mamá no estaría nada feliz que nosotros si supiera esto — me acerque para acariciar su rostro
— Confía en mi Edwin, sé a quién escogí — Su mano derecha viajo a mi cintura para pegar nuestros cuerpos
— No podría vivir sin ti Fausta, te has vuelto mi todo — Acerco su frente a la mía — No puedo vivir sin ti, te necesito, es como si alguna clase de fuerza nos uniera por más que tratemos de mantener distancia — Dijo con los ojos cerrados, yo también los cerré disfrutando del momento, mi mano viajo hasta su cabello para acariciarlo
— No me dejes nunca, no puedes dejarme Edwin, si lo haces te juro que te mato, no puedes dejarme — Me estrecho en un fuerte abrazo