Orión estaba notablemente nervioso después de ver aquella noticia, insistí en saber porque pero se negó argumentando que solo era por miedo a que algo estuviera ocurriendo en La Primera y pudiera afectarnos.
— Estamos muy lejos Orión y si algo intentase llegar de aquel lugar…
— ¿Qué?
— No, nada, olvídalo — Coloco su mano en mi mentón para hacer que lo mirara a los ojos
— Sabes que puedes decirme lo que quieras ¿Verdad? Cuentas conmigo — Asentí — ¿Entonces que te tiene así?
— La paz — Su rostro mostro que no comprendía a que me refería — Sé que dirás que no tiene sentido considerando lo ocurrido con Cassandra pero… — Espero — ¿Cómo alcanzamos la paz?
— No la hemos alcanzado amor, solo que podemos vivir con tranquilidad porque nadie se meterá con nadie, no hay secuestros, no hay asesinatos, no hay violaciones, no hay robos…
— ¿Por qué?
— Bueno, tu les diste todo ¿Qué más pueden pedir? Sería estúpido de su parte robar si tienen casas por mansiones, tienen empleos con grandes ingresos económicos y atención medica de calidad
— Algunas veces creo que lo hacen más por conveniencia que porque de verdad estén dispuestos a vivir en paz
— Puede ser, es muy probable que lo hagan por eso pero ¿Qué importa?
— Que entonces no merecen vivir aquí
— ¿Qué?
— Si, yo no quiero ser la gobernante de la avaricia, se supone que deben querer un cambio
— No estás pensando las cosas bien amor, claro que lo hacen por eso, simplemente que también admite que les has dado todo y por supuesto que no lo van a rechazar
— Ya, sí, claro, solo lo comentaba… no sé, no lo tomes en cuenta — Pique un pedazo de pay de queso
— ¿Segura?
— Claro — Continuamos viendo las noticias por media hora más — Son unos inútiles, definitivamente no merecen respirar — Dije sin más
— ¿Cómo?
— Solo digo que tienen la oportunidad de tener una mejer vida y solo se dedican a llorar y pedir que alguien les rescate de su miseria y a pesar de quejarse de su vida siguen aportando para seguir así, pareciera que les gusta ver sufrir a los demás excepto a ellos mismos
— ¿Qué quieres decir?
— Que la existencia estaría mejor sin ellos, no sirven para nada así que nadie los extrañaría
— ¿Quieres decir que desaparezcan?
— Que mueran — Aclare, me miro
— No somos asesinos amor
— Yo no dije que fuéramos a asesinarlos, simplemente dije que merecen morir por sus acciones, el espacio que ellos ocupan podría usarse en mejores cosas, podríamos usarlo nosotros, expandir la dimensión
— ¿Si ellos no existieran? — Asentí — Buena idea, pero en vista de que los humanos no se moverán de ahí en un muy largo periodo no hay nada que podamos hacer así que tendremos que vivir con ello y continúa comiendo ese pay
— Hoy no tengo prisa, no hay trabajo que hacer
— No pero quiero llevarte a aun lugar
— ¿Adonde?
— Sorpresa, anda, come y sé que ya te ves hermosa pero necesito que te veas aún más hermosa
— Déjame, acabo de despertar, no exijas mucho — Soltó una risotada
— Te amo — Beso mi frente antes de retirarse de la cocina
“La paz en nuestros tiempos” pensé, después de todo equivocada no estaba, quienes no ganaban su derecho a vivir no tenían por qué andar en las calles, libres, como si fuesen dignos de respirar, mi cabeza dio vueltas y cuando parpadee ya no estaba en la cocina, estaba en mi oficina, admirando la ciudad desde la pared de cristal
— Solo considérenlo
— ¿Quieres decir que quieres convertir esto en la ciudad del pecado? — Era la voz de aquel hombre
— Ya que me voy al infierno… ¿Por qué no borrar la última oportunidad que tenía? — Esa no era yo, era mi doble, trate de mirar el rostro del hombre que la acompañaba pero no podía, era como si mi cabeza solo pudiera seguir a mi doble
— No suena mal, podríamos por fin poner fin a tanta estupidez ¿Qué dices? — Era la voz de una mujer, sentía que realmente la conocía pero también la sentía lejana — Yo la apoyo, sería la paz en nuestros tiempos, podríamos poner fin a todo esto, la humanidad renacerá bajo nuestros pies y nosotros los guiaremos para que no cometan nuevas idioteces
— Amor — Orión me saco del trance — Pensé que ya habías terminado — Estaba frente a mi vistiendo sus típicos trajes elegantes exceptuando que no llevaba saco y corbata
— Lo siento, me distraje, no tengo hambre
— No, vas a comer o no iremos a ningún lado
— Pero no tengo hambre
— No hay escusas, come — No tuve más remedio que terminar rápido mi desayuno para ir corriendo a mi habitación y alistarme, me pregunte a donde iríamos emocionada