Doppelgänger - Alecto

Capítulo 34

Eris aparto su vista lejos de mí para volverla hacia Ares, la tierra estaba temblando nuevamente, todos se miraron unos a otros y yo no pude hacer otra cosa que no fuera salir corriendo de ahí para ir en busca de Orión, no era algo de extrañar que las calles estuviesen vacías, estaba furiosa con los imbéciles que nunca prevenían sobre aquellos peligros, me fue fácil llegar al hospital sin la presencia de gente que me obstaculizase lograrlo.

Dentro de la habitación estaba Hipólita ayudando a un médico a pasar el cuerpo inerte de Orión a una capsula, ambas nos miramos, en ese momento no importo nada que no fuera su vida, entre los tres logramos ponerlo cómodo.

—  Yo me quedare con el

—  Pero señorita Fausta

—  Estaré bien doctor, acompañe a Hipólita a un lugar seguro, Orión y yo tenemos espacio suficiente en la capsula

—  Pero…

—  Vayan, yo puedo cuidarlo

—  No, es que no es seguro para ambos estar solos

—  Te estoy dando una orden —  No aparto su vista de mi por un largo rato, no se negaba como personal de la dimensión, se negaba como mujer a dejarnos a solas, le lance una mirada envenenada dejándole claro que no me apartaría de el aunque la tierra se partiese a la mitad

—  Andando doctor, no podemos quedarnos aquí —  Ambos salieron de la habitación, la capsula era ligeramente incomoda pero estaríamos bien, ajuste los cinturones de la camilla a su cuerpo y acaricie su frente, estaba cubierto de sudor

— Orión… resiste solo un poco más, estoy aquí y te necesito, todos te necesitamos —  Su temperatura corporal no era peligrosa pero debía verlo un médico, tome asiento a su lado y recosté mi cabeza contra la pared acolchada, la capsula estaba diseñada para que incluso si el edificio se venía abajo no pudiéramos sentir el impacto, como si hubiese agua entre la capa interna y externa, por la ventana pude ver la lámpara de la habitación sacudirse

Orión permanecía inconsciente, ajeno a todo y de algún modo le envidiaba por ello, podía descansar sin tener que ser parte de tantos problemas, bese su frente y recosté mi frente en su brazo para cerrar los ojos

—  Me quedare contigo hasta el final

Al abrir mis ojos ya no estaba en la capsula con Orión, mire en todas direcciones, estaba en un palacio donde todo era el vivo arte barroco

—  ¿Orión? —  Escuche unas risas detrás mío, me gire rápidamente para ver quién era, tres mujeres iban juntas, charlando al verme se acercaron

—  ¿Dónde estuviste? —  Trate de responder pero parecía que mi cuerpo se había adelantado

—  En ningún lugar importante ¿Dónde está la reina?

—  En su alcoba, andando —  Comento una joven de cabello bromoso con un polvo blanco, sus vestidos eran demasiado grandes, con faldas amplias color pastel decoradas con encajes y más capas de tela estilos rococó

Aunque trate de moverme no podía controlar mi cuerpo, continuamos andando entre pasillos grandes que no se comparaban con los de mi castillo

El estar en un cuerpo del que no tenía control me permitió saber quién era, María de Vermandois

—  Andando María, si la duquesa Luisa nos encuentra aquí parloteando se enfadara con nosotras

—  La duquesa Luisa...  más podría decir el nuevo panecillo del rey

—  María, basta

—  ¿Comente algo que no fuera cierto? No hablemos el espectáculo que tuvimos la otra vez

—  María, camina —  Rodé los ojos y pase a su lado, sabía que mantenía sus ojos en mi como si todo ello fuera a evitar ocultar la verdad, mi vestido continuo arrastrándose por el suelo y comenzaba a volverse molesto para caminar

Al dejar atrás el gran salón dimos vuelta en un pasillo a la izquierda, aquel lugar era increíblemente silencioso al grado que creí me volvería loca, después giramos a la derecha y allí nos encontramos con unas amplias y alfombradas escaleras, al pie de estas dos soldados, uno a cada lado permanecían inmóviles mirando hacia el frente con sus trajes rojos, uno de ellos estaba recibiendo la reprimenda de un hombre con vestimenta más elegante cuyo cabello era cubierto por una prominente peluca blanca, era alto y delgado, no logre ver bien su rostro al subir las escaleras pero supe de inmediato que no aparto su vista de mi hasta que dimos vuelta hacia la derecha para continuar subiendo.

Tome una bocanada grande aire y abrí los ojos, era como si el tiempo nunca hubiese transcurrido lo que vi, note que tenía mi respiración agitada y me aferre aún más fuerte a la mano de Orión, pedí al cielo que mi doble no deseara buscarme en ese momento, trate de inhalar y exhalar para calmarme, el sismo no duro más de tres minutos, poco tiempo paso después de ello cuando Hipolita llamo a la puerta de la capsula, no quería abrirle pero no tuve otra opción.

—  ¿Qué? —  Se veía preocupada

—  Tenemos otro problema —  Cuando dijo eso pude sentir la hoja afilada sobre mi cuello, Eris me advirtió que no tolerarían un error más

—  ¿Ahora qué?

—  Un infiltrado

—  ¿De nuevo? ¿Qué se supone que estás haciendo Hipólita? Tienes en tu cargo la seguridad de toda la dimensión y lo único que tenías que hacer era avisarme con tiempo —  La mire molesta para después sacar mi celular y llamar a Europa quien no respondió, trate de comunicarme varias veces con ella pero no hubo respuesta, después lo intente con Rigel y ocurrió exactamente lo mismo —  ¿Es que nadie trabaja?



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En el texto hay: pasado oscuro, guerra interestelar

Editado: 26.09.2023

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