ANNELIESE
Lunes, 19 de septiembre
Anneliese llegó a casa hambrienta. Amaba sus clases, la mantenían distraída de todos los problemas que tenía. Matthieu no le dirigió ni una mirada, pero ella no era idiota y claramente se dio cuenta de los moretones que tenía en el rostro.
Pensó que Everett le había hecho daño sin alguna razón en específico. La idea le repugnó.
—¿Por qué no comes, Annie? —preguntó Gustave Beaumont, saboreando el plato de espagueti.
La chica, sin darse cuenta, removía la comida sobre el plato; tenía una mejilla apoyada sobre la mano y jugaba con el pie.
—Lo siento —dijo, llevándose un poco de espagueti a la boca.
El sabor le pareció exquisito, pues, cuando uno tiene hambre, hasta lo más desagradable era delicioso al paladar.
Agradeció por la comida y siguió alimentando su cuerpo. Sin embargo, al dale un trago a su jugo de manzana, el aroma cambió a uno metálico y putrefacto. Miró el líquido y escupió lo poco que aún tenía en la boca al ver la sangre en el vaso.
Tomó una servilleta y se la pasó por la lengua.
—¡Qué asco! —gritó.
Gustave frunció el ceño, sin dejar de sorprenderse por la actitud de su hija.
Por su parte, Olga dejó caer el tenedor sobre el plato y golpeó la mesa con el puño.
—¿Qué es lo que te pasa? —preguntó molesta.
—¡No! ¡¿Qué es lo que te pasa a ti?! —respondió con gritos—. ¡Ya déjame en paz!
—¡Anna! —gritó Gustave.
—¡Pero papá!
—No te preocupes, cariño —habló Olga un poco más tranquila, tomando su mano.
Anneliese frunció el ceño.
Su plato lucía normal y la bebida derramada era nuevamente el jugo de manzana.
Intentó tranquilizarse, volverse a sentar y seguir comiendo, pero no se sintió capaz de lograrlo.
—Anna —habló Olga—, siéntate y come, por favor —sonrió.
—Primero me suicido —respondió cruzándose de brazos.
Gustave se puso rojo de la ira.
—¡Siéntate y come! —exigió el hombre, apuntándola con el dedo de forma amenazante.
Ella no obedeció, lo que encendió aún más el enojo de su padre.
—No papá. Tu esposa solo me hace la vida imposible, ¡ya estoy harta!
Gustave resopló.
Olga la miraba con una ceja arqueada. La rubia se puso de pie y caminó alrededor de la mesa hasta quedar detrás de su marido. Lo tomó de los hombros y depositó un beso en su cuello.
Anneliese casi vomita al verla hacer eso.
—Yo también estoy harto de ti —dijo Gustave.
El corazón de la joven se hizo trizas al escucharlo decir esa frase hiriente.
—Pero… —murmuró apenas en un hilillo de voz.
—Nada de peros. Anna, no puedo seguir soportando tus berrinches, una cosa es que estés enferma y otra es querer llamar la atención acusando a Olga de dañarte. Todos los días es lo mismo contigo y no estoy dispuesto a tolerarlo más.
Los ojos de Anneliese se llenaron de lágrimas y un nudo se formó en su garganta. No esperaba que su padre fuera capaz de decir todas esas barbaridades. Solo quería defenderse de Olga, no ser regañada por su padre, a quien, a pesar de todo, amaba.
Todo era una broma, esperaba que fuera eso.
Su padre no podía estar hablando en serio. Él jamás diría esas cosas, mucho menos para ella.
Gustave se puso de pie y caminó hasta su hija, llevándose los dedos a las sienes.
—No puedes estar hablando enserio —dijo intentando mirarlo a los ojos.
—Lo está —intervino Olga.
—¡Tú cállate! —gritó—. ¡No sé qué le has dado, pero lo vas a pa…!
El sonido seco de un golpe la calló repentinamente. Anneliese se llevó la mano a la mejilla enrojecida. Sus ojos derramaban lágrimas que escaparon sin poder evitarlo. La mejilla le ardía y aún sentía la mano sobre ella.
Miró a su padre, quien, sin inmutarse, levantó de nuevo la mano, amenazante.
—Papá…
—No quiero que vuelvas a faltarle el respeto a Olga, ¿entendiste?
Anneliese miró a Olga, quien ocultaba la sonrisa burlona detrás de sus manos. Volvió la vista a su padre, pero el gesto seguía intacto. Él hablaba muy enserio y ahora la amenazaba con volverla a golpear si decía otra cosa en contra de esa mujer.
—S-sí —titubeó bajando la mirada.
—Ay querida, si tan solo te comportaras, tu papá no tendría que llegar a eso —dijo Olga con una voz cínica y chillona—. ¿Ya ves lo que provocas?
La castaña se mordió la lengua antes de responder, solo dio media vuelta y subió a su habitación.
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Editado: 03.08.2022