MATTHIEU
Jueves, 22 de septiembre
Everett no llegó solo a la casa de la rue de la Sourdière, Kirill Novak iba con él. Mientras Kirill se llevaba a la chica, le pidió a los hermanos explorar la casa en busca de alguna anomalía, más la casa se encontraba limpia.
No había energías que delataran la presencia de otras criaturas. Ese era el lado positivo.
En cuanto consiguieron salir, la llevaron a la casa Guélin. El menor de los hermanos ofreció su cama a la chica inconsciente y con ayuda del cazador lograron limpiar sus heridas.
Pasó toda la noche en vela aguardando a verla despertar, pero eso no sucedió.
En cambio, solo escuchaba de ella quejidos y sollozos, desconociendo qué era lo que la hacía sufrir entre sueños.
En varias ocasiones murmuró palabras random que no pudo entender. Las limitaciones lingüísticas fueron su principal obstáculo a la hora de entender lo que le pasaba a la chica.
Suspiró.
Anneliese Beaumont se había convertido no solo en su musa inspiradora, sino también en la fuente de todas sus alegrías.
Sin ella, ni siquiera podría tener la fuerza para seguir con vida. La amaba y no tenía miedo de morir con tal de mantenerla a salvo de todo lo que la amenazaba.
A pesar de que ella no pudo notarlo y quizá jamás se entere, estuvo ahí para evitar que fuera una víctima más de Olga Lavelle, o como Everett la llamaba: Solange Harker.
Él necesitaba saber qué era lo que esa mujer quería. Nadie ataca a las personas ni mucho menos las torturan solo por diversión. Había algo oculto en las intenciones de la vampiresa.
No importaba que tuviera sus sospechas, no confiaba en Everett para comentarle sus preocupaciones, mucho menos después de su indiferencia respecto a la chica, y Kirill tampoco podría ser una persona de confianza, pero tenía más experiencia con criaturas sobrenaturales.
El único detalle: no quería involucrarse en algo que no le incumbía, pero Anneliese, ella lo valía todo. Tendría que hablar con ellos si es que quería salvarla.
No fue hasta las diez de esa mañana del jueves cuando ella despertó gritando.
A Matthieu se le espantó el sueño, ni siquiera terminó de bostezar cuando corrió hacia ella y la abrazó.
—¡Mamá! ¡Mamá! —gritaba la chica con lágrimas en los ojos.
Escucharla llamar a su madre con desesperación, le hizo acordarse de su propia madre. Quería estar con ella, conocerla, pero no tenía ni la más mínima idea de lo que había ocurrido con ella.
—Tranquila, ya estoy contigo —dijo él acariciando su cabello.
Ella sollozaba, aferrándose a la camisa de Matthieu, empapándola con sus lágrimas.
El abrazo duró cerca de una hora, tiempo que tardo ella en calmarse.
Se secó las últimas lágrimas y miró apenada a Matthieu. Él le sonrió, brindándole la confianza que necesitaba para sentirse cómoda ahí.
Poco después, miró la habitación desconocida. La cabeza le dolía y sentía un ligero ardor en el cuello.
—¿Qué pasó? —preguntó tocándose el cuello.
—Olga te atacó —respondió tomándola de las manos.
Saber eso asustó tanto a Anneliese que casi se va de espaldas. Ella palideció, pero tomó una bocanada de aire antes de continuar.
—Eso explica algunas cosas —murmuró—. Matt, creo que… he recordado algo que no quería recordar.
Él frunció el ceño y se acercó un poco más a ella, le acarició la mejilla y le preguntó:
—¿Qué recordaste?
Ella desvió la mirada, parecía que no quería hablar, pero al conoció la respuesta a su pregunta:
—El asesinato de mi mamá —soltó procurando no llorar.
Matthieu se quedó en silencio. Le pidió disculpas, pero ella no las aceptó, excusándose que no era necesario.
—Pero ¿cómo? No habías dicho que ella se fue.
—Eso creía. Olga… ella me reveló lo que le hizo a mamá y, lo recordé por mi sueño. ¡Ay, Matt! ¡Fue algo horrible! ¿Cómo iba a saber que Olga es un vampiro? ¡Y mi papá sigue desaparecido! —exclamaba con desesperación.
No era necesario explicar más. El chico tampoco quiso preguntar, pero no pudo evitar que Anneliese le contara todo lo relacionado con el asesinato de su madre.
Ella contó que solo era una niña cuando ambas fueron secuestradas por un grupo de hombres a cargo de una maligna mujer de cabello rojo. Dentro de una bodega oscura, las dos fueron maniatadas y la mujer de cabello rojo se divertía golpeando a su madre frente a ella. Antes de ser rescatadas, la mujer le desgarró el cuello a su madre.
Matthieu no supo qué decir.
—Papá dijo que mamá se fue, pero no había comprendido el significado de sus palabras hasta ahora —lloraba—, creo que de haber sabido no le habría guardado tanto recelo ni odio. ¡Soy una mala persona!
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Editado: 03.08.2022