De las cenizas renacer, como el ave Fénix, iluminar y brillar como las estrellas, hechizar como una sirena, ahogar como el mar, embriagar como la bebida más divina jamás existente, acabar como el veneno más letal, destruir todo como el mismo fuego, esa era su misión, lo único que amaba, para lo único que vivía y respiraba, su alma era oscura como la noche y su corazón estaba congelado, muerto, era el cielo y el infierno convertido en mujer.
“Mi corazón late con fuerza, me descubrieron y en cualquier momento podre estar muerto, corro lo más rápido que puedo, hasta donde mi cuerpo me permite, esto está muy mal, me está alejando de la ciudad, si es así nadie sabrá lo que está ocurriendo, debo buscar una manera de regresar pero era prácticamente imposible, venían pisándome los talones” ― Pensé, prácticamente podía sentir sus manos en mi espalda, trate de hacer funcionar mi comunicador pero con la caída se había averiado.
No podía más, me oculte detrás de un árbol con la esperanza de burlar su mutación, escuche pasos y después nada, trate de regular mi respiración, no había un solo ruido, gire mi cabeza a mi derecha, una serpiente semejante a la titanoboa, gigante, del tamaño de una casa ¿Cómo podía habitar entre nosotros y no darnos cuenta? Detrás de esta estaba ella y lo único que dijo después de sonreírme y mirarme con esa mirada llena de veneno fue
― ¡Boo! ― Inmediatamente la serpiente me envolvió con su cuerpo, sentía que moriría de asfixia
―No lograras…― Envolvió su cuerpo más fuerte alrededor mío
― ¿Cómo? Cariño, lo logro escucharte, trata de hablar un poco más alto ¿Puedes? ― Su diversión se dio a relucir
― No sabes hacer otra cosa ¿Cierto?
― Eres muy desobediente, no puedes luchar contra mí, lo sabes, mi poder es superior a cualquier otro ser en la existencia ― Me envolvió más fuerte, mis huesos se romperían pronto si no actuaba ― Pero creo que eso ya lo notaste
― ¿Qué quieres? Dímelo, te lo daré y te largaras muy lejos de nosotros
― No iré a ningún lado, esta es mi casa ahora y no importa lo hagas, este lugar me pertenece ― Grito, parecía el grito de una sirena, mis oídos dolían y la tierra vibro cuando grito.
¿Cómo había ocurrido? No debí permitir que entrara un monstruo a nuestra casa, había engañado a todos y no dudaría en matarnos si le impedíamos lograr su objetivo, cualquiera que fuera, tenía que detener todo lo antes posible, con mucho esfuerzo logre tomar la daga de mi bolsillo, lo enterré en la serpiente, inmediatamente me dejo ir.
― Amo los juegos cariño y tú eres un buen jugador así que ¿Por qué no nos divertimos un rato? ― Sus dientes se convirtieron en colmillos y salto sobre mí.