Doppelgänger

Epílogo

Port Royal, Jamaica

13 de enero año 1992

 

Las olas del mar eran tranquilas, el ruido del motor era lo único que se escuchaba en la cercanía, él trato de lanzarse al mar pero su esposa le detuvo, en su mirada había pánico.

— No sabes que hay ahí abajo, no puedes solo lanzarte

— Muchos han estado aquí, no me ocurrirá nada malo

— Pero no en esta época del año, por favor, nuestro hijo nos espera en casa, prometimos que solo haríamos una pequeña investigación, nunca dijiste que entraríamos para buscar en las ruinas — Podía notar en el rostro de su esposo la adrenalina — Van cuatro siglos desde que Port Royal se perdió para siempre ¿Qué te hace pensar que podrás encontrarlos aquí?

— Porque I’Olonnais estaba interesado en ese tesoro

— Y También Ponce de León en La Fuente de la Juventud y eso no quiere decir que haya existido en algún momento, es peligroso que estemos aquí, te pido que no bajes, no sabes que puedes encontrar abajo, por favor vámonos

— ¿Y qué tienes que decir de los escritos egipcios? Es la misma descripción, sé que aquí hay algo oculto y tenemos que encontrarlo

— Muchos han explorado este lugar y no han encontrado nada

— Porque no saben dónde buscar — Sin poder detenerlo el hombre se lanzó hacia el agua en busca de aquel tesoro que desde su joven vida como estudiante le cautivo, el tesoro perdido, el lugar más poderoso del universo, su acompañante molesta termino de colocarse el traje de buceo para ir en su búsqueda, no confiaba en dejarlo solo

El agua era poco clara pero lo suficiente para permitirles ver si tenían una estructura frente a ellos, se encontraban a las afueras de lo que siglos atrás fue una de las grandes ciudades, las construcciones cubiertas de musgo, no era una imagen aterradora, simplemente nostálgica, el saber que las personas estaban en ese lugar cuando el desastre ocurrió, llevándose todo a su paso. El hombre nado decidido hasta las afueras de la cuidad hasta encontrar bajo la arena un busto de piedra, con cuidado retiro parte del musgo que cubría el rostro, era una mujer.

“Es hermosa” Pensaron ambos, sus ojos y labios medianos, sus mejillas regordetas, el cabello en ondas recogido de la forma en que solo una mujer con clase del sigo XVll sabía hacerlo, incrustado en la piedra, un pequeño diamante color verde neón brillando, a su derecha entre los escombros donde a nadie le interesaba mirar pues eran solo piedras destrozadas había una pequeña caja de cristal, del tamaño de la mano de una mujer adulta, dentro, una pequeña nota, la sal del agua desgastaron el papel en su interior.

Salieron a la superficie para ver que decía aquel texto, una vez de regreso en el bote abrieron al caja para ver el contenido escrito en el papel, pensaron que no se lograría ver mucho por la cantidad de años que llevaba en ese lugar pero tal fue su sorpresa al ver que la caligrafía fina era legible, no era una nota, era una carta escrita para una mujer, ambos pensaron que se trataba de la mujer del busto puesto que se encontraban cerca el uno del otro.

 

Amor, mi amada, nos descubrieron y el Coronel quiere ese tesoro, lamento tanto no poder hacer más, esta carta la escribo con el dolor más tormentoso en mi pecho, no podre verte más, no podre cumplir mi promesa pero confía en mí. La encontré, la encontré para ti, no puedo darte la localización exacta del lugar pero prometo que solo tú podrás tenerla en tus manos, los escritos de Ponce de León lo dicen, ve en busca de ellos, se valiente, busca en mar, ahí encontraras las respuestas ¿Recuerdas la brújula que te regale? Ve hacia el Este, ahí encontraras un viejo compañero de nombre I’Olonnais, él te ayudara, lamento dejarte pero no puedo hacer más, debo protegerte, recuerda que mi corazón siempre te pertenecerá, aun cuando deje de latir, te amo.

Siempre tuyo, Christopher

 

Ambos se miraron sorprendidos — Te lo dije, I’Olonneis sabia la localización de ese tesoro

— ¿Por qué no me sorprende que esté involucrado Ponce de León? ¿Dónde buscaremos? En esa carta no dice todo, la mujer para quien iba esta carta sabia la otra parte de lo que está en este pedazo de papel, prácticamente solo le está dando órdenes de ir a donde ellos ya conocían

— ¿Crees que lo haya encontrado?

— Lo dudo, I’Olonneis era una persona muy celosa de sus tesoros, si ese objeto es tan poderoso como se dice no habría permitido que alguien más quisiera tenerlo o que siquiera supiera, lo más probable es que esta mujer nunca haya visto el tesoro con sus propias manos




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