Al llegar a casa dejo su chaqueta en el perchero, se sentía demasiado cansada, los problemas habían vuelto y con el doble de gravedad, no anhelaba otra cosa que llegar a la cama y descansar, había sido un día demasiado largo para todos, se preguntaba dónde estaban sus hijos, tenía el presentimiento de que no era en sus camas durmiendo, lamentablemente no podía hacer nada para cuidarlos, tenían la edad suficiente. Acostada en su cama tomo el teléfono y pulso las teclas, tantas veces usaba dicho número que lo recordaba perfectamente, sonó tres veces antes de responder
—Estela ¿Ocurre algo malo?
—No mucho, quería saber si Edwin está contigo, hasta donde se hace poco estuvo en el castillo
—Duerme tranquila, tu hijo está aquí conmigo, vino para confirmarme la cena con Fausta ¿Qué ocurrió? Comenzaba a pensar que no quería hablar conmigo — Odiaba mentirle a Wogriling pero era estrictamente necesario
—Tenía problemas, ya está todo solucionado y está lista para verte
—Perfecto ¿Qué tal mañana después de la auditoria?
— ¿Qué? No, me temo que no es posible, en su agenda tendrá un poco de tiempo dentro de dos semanas, ya sabes, el torneo, hablar con la Corte… muchos pendientes para ella
—Estela, sabes que amo a tus hijos como su fuesen míos, conozco a tu familia hace años ¿Y sabes qué? —Permaneció en silencio esperando — Se cuándo estas mintiendo, por ejemplo ahora, quiero ver a Fausta el día de mañana
—Por favor, no miento, ella tiene algunos pendientes ¿No puedes esperar mínimo una semana? Prometo que en una semana estará todo listo para que puedas verla —Pasaron segundos de agonía, Wogrilng era un miembro más que honorario de la Corte, era quien amparaba a Casterbell en sus proyectos, nadie amaba tanto el planeta tierra además de Fausta que no fuera el
—Está bien, solo una semana
—Gracias
—No te preocupes en darme los detalles, Edwin ya me los dio, la hora y el lugar — Terminaron su llamada, tomo un libro esperando que su vista se cansara y pudiera dormir
Su sueño fue interrumpido por la llamada de su hijo Orión en las primeras horas del amanecer, le dijo que Fausta estaba enferma, tenía mucha fiebre y estaba preocupado. Edwin estuvo desaparecido toda la noche y estaba preocupada, Wogrilng le llamo una hora después para decirle que su hijo se había marchado del recinto sin decir más, atravesar la galaxia no le tomaba tanto tiempo como para tardar tanto, su hijo estaba metido en problemas y eso era seguro, no quería culpar a una mujer tan importante como Fausta pero de cierto modo ella era la responsable de las desgracia en que habían ocurrido en la familia durante los últimos años, aun podía recordar a su hijo mayor llegar a casa y hablarle ilusionado de aquella niña, sus ojos purpura tenían un brillo especial y aunque nunca quería decirlo sabía que la amaba y la chica al inicio no presento un problema, no hasta que conoció a ambos hermanos, sus hijos era unidos, se amaban, incluso cuando fueron a la escuela se protegían el uno al otro y pensar que una mujer que aunque para ellos era todo en realidad era insignificante pudiera separarlos, trato de dormir un poco más pero le fue imposible, mientras permanecía en cama intentando aclarar sus pensamientos llamaron a la puerta de la casa, con pesar fue a atender a la persona, su cansancio se fue en cuanto vio al hombre frente a ella
—Atlas ¿Qué haces aquí?
—Esta es mi casa, estaba en una reunión y pensé venir a ver si necesitaban algo
—Perdiste tu casa hace años, quieres hablar de Fausta pero no será así, lárgate, tengo asuntos importantes que atender y haces que pierda mi tiempo
— ¿Acaso no dirás nada?
— ¿Decir qué? Anda y habla con tus hijos a ver si quieren darte un poco de información, aquí ya no busques nada
— ¿No podemos hablar sin que estés afilando la espada?
— No, vete, no tienes nada que hacer aquí y si quieres tratar algo respecto al trabajo podemos hacerlo en el castillo, no aquí
Atlas se fue, era increíble que pensara en regresar a la casa donde no hacia otra cosa que maltratar a su familia, golpearla y humillarla, fue a la cocina a prepararse un poco de café podía recordar cada acción de el contra sus hijos, contra ella, el recuerdo de la noche que lo corrió de la casa era tan claro como si acabara de ocurrir.
Orión y Edwin estaba jugando en la sala por la noche cuando Atlas llego a la casa, se veía molesto ¿Sus motivos? Nada, simplemente se sentía mejor el poder tener poder sobre su familia, recordaba la sensación de miedo, corrió a la cocina a servir la comida de su esposo, intento no llorar o las lágrimas le irritarían el ojo y le dolería más, esperaba el golpe no durara mucho tiempo o tendría que inventar una buena excusa para no ser descubierta, sabía que estaba temblando, sus hijos al escuchar la puerta abrirse corrieron escaleras arriba a sus habitaciones.