Doppelgänger

Capítulo 10

No había nada en el mundo que Europa odiara más que tener que usar un vestido, para su fortuna la vestimenta de Casterbell en lo que respectaba a eventos de importancia era menos liberal debido al trato con la vida fuera de la tierra, sobre todo por la intervención de Eris, era una real pesadilla, siempre tenía que llevar la contraria a Fausta sin importar que estuviera mal, la seda dorada se ajustaba a su cuerpo resaltando sus curvas, a partir del muslo comenzaba el vuelo de la falda en forma de campana cubriéndole los pies, el área del escote sencillo en forma de corazón, los hombros se unían para crear un alto cuello y las mangas que llegaban hasta la muñeca con finos detalles de incrustación de diamante, observo su reflejo en el espejo, no se sentía cómoda, la ropa ajustada le daba flexibilidad pero seguía sintiéndose expuesta, noto que alguien la observaba.

Rigel parecía deslumbrado por Europa, no solía verla usar vestidos y cuando lo hacía procuraba no mirarla mucho, sabía que podía llegar a incomodarla y lo que menos quería era que ella se alejara pero algunas ocasiones le era imposible apartar la mirada de su cuerpo, la chica que tenía frente a él era demasiado hermosa, tanto que le dolía no poder besarla, no poder prometerle un futuro juntos porque a ella no parecía interesarle, noto que las mejillas de ella se tornaron rojas, desvió la mirada lejos de la chica que tanto deseaba en dirección a la ventana. Su amiga le toco el brazo, parecía un poco desconcertad, sabia porque, estaba preocupada por su amigo y era algo que en ese momento compartían, no dijeron nada, solo se abrazaron, no podían permitir que un problema como ese afectara en todo a su alrededor, Rigel tenía un compromiso importante y no podía dejar solo a su amigo de Marte, contaba con su apoyo, Europa ajusto la corbata a su cuello.

—Es increíble que aun después de tanto tiempo sigas acomodándote mal la corbata, sabes usar todas las armas existentes pero no una simple corbata

—Me conoces, sabes que odio usar traje, aun no comprendo cómo Orión no se ha vuelto loco con esa ropa

—Si bueno, deberías intentar usarla un poco más, te sienta bien la vestimenta formal —Antes de poder responder cuanto amaba escucharla decir eso Edwin los interrumpió, su rostro no reflejaba que fuera a dar buenas noticias, Fausta había decaído y no se iría hasta estar seguro de que estaba bien, ambos no se opusieron, sabían que la cuidaría.

La nave estaba a punto de despegar, las cosas ocurrieron rápido, un hombre que Europa conoció meses después de su llegada a Casterbell y que fue rescatado de la primera llego llorando, sus brazos tenían protuberancias y la piel era roja, tenían pequeños fragmentos de piel casi cayéndose y tornados de color negro, Rigel la hizo girar sobre si para que quedara detrás de él, pudo observar a los pasajeros bajar en orden, podía ver el terror en sus rostros, sintió un escalofrió recorrer su espina dorsal. El hombre gritaba, era difícil de procesar lo que estaba viendo, cuando el virus había atacado por primera vez hubo muchas muertes, semejante a la Peste Bubonica en su forma de contagio arrasaba con todo a su paso y era muy sencillo contraerla, Rigel le disparo a aquella pobre víctima, una red electrificada rodeando su cuerpo inmovilizándolo. Las personas comenzaron a gritar, le tomo del brazo y la llevo lejos saliendo por la parte superior de la nave, sus brazo se apartaban a la gente, trataba en lo posible de mantener la calma pero sabía que era imposible, el virus era letal ¿Cómo había regresado? La cura la habían encontrado meses después y logro extinguirlo por completo, miro a su amigo, en sus ojos pudo ver que él pensaba lo mismo, no sería fácil vencerlo, había regresado más fuerte, bajaron con cuidado y corrieron hasta el final de la sala que se encontraba a su lado derecho, huyeron del área de despegue, subieron las escaleras cuando se vieron acorralados por las personas infectadas, pedían ayuda a gritos

— ¿Confías en mí?

—No, si confió en ti pero no quiero hacer esto — Había una ventana a lado suyo, Rigel la abrazo, estaba temblando y sentía la adrenalina bombeando atreves de sus venas, se lanzaron abrazados, se aferró con más fuerza a su musculoso cuerpo con la esperanza de que el pánico se fuera, llegaron al fondo de la cascada

Al salir para tomar aire Europa se percató de que Rigel no estaba con ella, comenzó a entrar en pánico, el vestido era una molestia mientras intentaba nadar y buscarlo, se arrastró fuera del agua recostándose para recuperar energía bajo la sombra de un árbol, la tela se adhería a su cuerpo pero a ella solo le importaba encontrar a su amigo. Se incorporó y camino por el bosque, debía tener cuidado de no tocar a un contagiado o estaría en verdaderos problemas, no imaginaba como tenía que sufrir la pobre de Fausta con El Consejo, seguro que ya estaban buscándola para culparla por las muertes.

Continuo vagando por el bosque, camino lento para poder buscar a Rigel, no podía estar en el agua porque era un excelente nadador y el rio no era profundo, debía haber salido en algún momento, el aire era gélido contra su piel húmeda. Poco después llego a un campo abierto, uno en medio del bosque, lejos de la civilización… “Claro”, pensó, “Debe ser el campo que estaba cerca de donde fue asesinado el padre de Fausta”, la temperatura había descendido de manera increíble, algo le decía que era mala idea estar en ese lugar, dio un paso atrás, alguien estaba detrás suyo, sudor frio cayo por su frente, con movimientos rápidos y cuidadosos logro tomar su arma y poderla entre la persona desconocida y ella, era una silueta alta y delgada, retrocedió aun cuando la silueta se acercaba más a la poca luz del atardecer que entraba a través de las copas de los arboles… era Orión




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