Doppelgänger

Capítulo 15

Corro con todas las fuerzas que me quedan, las ramas de los arboles provocan que de trompicones a través de la tierra y restos de hojas, escucho sus voces detrás de mí, tengo miedo, se lo que sigue, nadie ha salido vivo jamás y no lo hare yo, pienso en ese momento que si hay un Dios se apiade de mi sufrimiento, caigo de bruces contra el frio pasto, con la niebla me es imposible ver en qué dirección vienen y para cuando puedo reaccionar sus manos están rodeando mi cuello acabando con el poco aire que puedo aspirar.

Mis ojos se abrieron de golpe, estoy llena de barro y hacia el suficiente viento para que el frio petrificara mis extremidades, un recuerdo que más bien había parecido una pesadilla, mire a mí alrededor con la esperanza de poder darme cuenta de donde me encontraba, fue cuando recordé que había ocurrido, la discusión de Orión y Atlas en el hospital, solo Europa me dio la buena noticia de la compatibilidad sanguínea entre Edwin y Rigel pero no me permitió verlo, con la discusión salí corriendo al escuchar la voz de… de él, la había escuchado pero no en mi cabeza, lejos, como si me llamara a gritos, corrí desesperada pero fue en vano, no logre alcanzarlo, correr y sentir el viendo contra mi piel hizo regresar esos recuerdos tan espantosos.

Fue en realidad cuando me percaté de que algo estaba detrás de mí, un pasado que como un demonio con garras se arrastraba lentamente hacia mí, llevándome de vuelta al infierno.

Sentí escalofríos de imaginarlo, estaba convencida, nadie podría ayudarme excepto el, quien quiera que fuera tenía las respuestas que necesitaba y debía averiguarlo pronto. Me limpie el barro lo mejor que pude para después continuar caminando sin rumbo fijo, no quería regresar al castillo, mi espalda dolía al igual que mis piernas pero continúe.

Tomando en cuenta las circunstancias en las que me encontraba no era muy bueno alejarme tanto, Orión me había discutido sobre tener que dejarme inyectar de nuevo un rastreador. Me fue complicado no llorar con los pensamientos que me inundaban, el recuerdo había sido demasiado real, la noche había llegado y solo podía ver gracias a la luz de la luna, era campo, kilómetros de campo llenos de flores que no conocía se extendía ante mi mientras caminaba, algo paso rápidamente a lado mío, fue muy veloz, una luz de color azul eléctrico que se detuvo frente a mí, una motocicleta conducida por Orión, se quitó el casco para correr a abrazarme

—Parece ser una costumbre entre nosotros — Rio

— ¿Qué? — Mis brazos se acomodaron alrededor de su cintura, la calidez de su cuerpo me inundo

—Es un habito que siempre desapareces y quien te encuentra siempre soy yo

— ¿Antes? Quieres decir que tu…

—Yo te encontré, rastree cual fue el último portal que se abrió durante tu desaparición y fue como pude hacer cálculos y encontrarte ¿No te lo dijeron? —Negué con la cabeza aún sin separarme de el —No me sorprende de Edwin pero si de Rigel y Europa, creí que lo habían comentado — Acaricio mi espalda

— ¿Cómo me encontraste?

—Fácil, seguí las carcas de esos zapatos… por cierto, si no te lastimaste un tobillo tienes mi rotundo respeto —Me aferre más a su cuerpo, el frio comenzaba a aumentar, se dio cuenta porque rápido se quitó el saco y me lo entrego

—Huele bien — Comente sin pensarlo, inmediatamente sentí mis mejillas arder, la comisura de sus labios se elevó —Yo… bueno, creo que… supongo que viniste por mí para regresarme al castillo, por el virus —Suspiro

—No supones mal pero bueno, estuve pensando que te estoy acorralando y eso no es correcto, en el estado en que te encuentras y estar encerrada no te ayuda

—Pero dijiste que incluso el aire está contaminado

—Si no te vacunas, claro está, entonces solo podrás contagiarte por contacto —Saco de su bolsillo trasero una pequeña caja azul de madera, la abrió para que pudiera ver el contenido, una jeringa con líquido verde, me explico que era el chip rastreador, a mi pesar le permití inyectármelo—Entiéndeme, es por tu seguridad

—Trato de comprenderte pero me es complicado

— ¿Pudo saber qué hacías tan lejos del castillos? ¿Por qué te fuiste así?

—No tolero las discusiones — mentí— Verte discutir con Atlas de esa manera no me gusto así que decidí irme, sé que siempre discutes con el pero yo no tengo a mi familia y si los tuviera conmigo no haría otra cosa que abrazarlos

—Atlas es diferente, ese hombre no merece amor, estuvo a punto de matar a Edwin hace ya algunos años —Lo mire asombrada pero no me dejo hablar — No solo a él, también a mamá, al único que entre comillas “respeta” es a mi




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