Le sorprendió que la casa fuera tan… ¿iluminada? Podía pensarlo así, las paredes de terraplén le daba el aspecto de una cabaña de no ser por el hecho de que contaba con tres niveles y no menos de setenta metros cuadrados, pensó que tendría que cubrirse pero para su sorpresa la estructura contaba con calefacción, la luz que entraba por la ventana corrediza era tenue debido a una cortina verde frente a él, a su alrededor había libros apilados y un escritorio de madera, se apoyó sobre su antebrazo izquierdo para ayudarse a ponerse de pie, fue entonces cuando se percató que se encontraba en una cama cubierto por dos colchas para ayudarlo a mantener la temperatura, a su lado se encontraban sus botas altas de color negro, tomo su chaqueta del perchero y abrió las cortinas para ver donde estaba. Pudo ver a Catipoemn sentado en el patio trasero con una mujer, ambos se mostraron serenos cundo escucharon la puerta cerrarse detrás de ellos
— Imagino que quieres una respuesta
— ¿Una? Me encantaría que me dijeran que demonios hago aquí y no quiero respuestas con más incógnitas
— Cálmate muchacho, hablemos tranquilamente
— Si claro — Lo tomo del cuello de su bata para presionarlo contra el tronco de un árbol detrás de ellos — Justo después de que me digas en donde estamos y porque me trajiste aquí — El hombre lo tomo por las muñecas que al instante comenzaron a quemarle la piel, se vio obligado a alejarse
— Lamento haberte hecho esto pero es necesario
— ¿Quemarme la piel también?
— Tú me atacaste
— Hasta donde yo sé quien recibió el golpe en la cabeza y fue alejado de todo soy yo, ahora ¿Quién es el atacado?
— Te pido Rigel te calmes, lo que menos queremos es hacerte daño pero comprende que también nos estamos protegiendo
— Lo dice el hombre que tiene manos de fuego ¿Que fue eso?
— Te dije que somos guardianes, no lo somos solo porque si
— Rigel ¿Podemos hablar? — La mujer detrás de ellos hablo, su cabello rubio estaba acomodado en una coleta, usaba ropa deportiva color negro con franjas verdes, contaba con el físico del cual Atlas gustaba, cuerpo esbelto, alta, labios medianos y ojos verdes, incluso por unos instantes le recordaba a los de Fausta
— Señora Aquila ¿Cierto?
— Vamos, acompáñame a un lugar más tranquilo, ahí podremos hablar
Cada planeta era diferente y las estaciones también se manifestaban en plazos más largos o cortos, no sabía en donde se encontraba exactamente pero estaban pero las hojas naranjas y amarillas junto con las verde pálido caídas de los arboles quienes daban un aspecto tranquilo al bosque le dieron a entender que estaban en otoño, Catipoemn los vio adentrarse en el pero no los siguió, fue cuando supo que no tendrían cualquier conversación. Quiso preguntar dónde estaban pero prefirió darle tiempo a la señora, Anteros había dado muy poca información antes de su muerte y algo le decía que la Señora Aquila solo le daría la información que ella le convendría.
— Pensé que sería más…
— ¿Más vieja? Adelante, dilo, ser viejo no es algo ofensivo
— No quise decir eso, es solo que cuando hable con Anteros me dio la sensación de que usted era una mujer bastante mayor — La Señora Aquila sonrió, cuando lo hizo mostro los pequeños hoyuelos en sus mejillas
— Rigel, hay muchas cosas que tú no sabes, que en realidad la mayoría de la galaxia no sabe
— Fue lo mismo que me dijo Catipoemn pero por lo que veo solo los terrícolas somos quienes no sabemos nada de ustedes, nos han ocultado demasiadas cosas ¿Por qué? Sé que La Primera comete errores a diario pero no somos iguales a ellos
— Trata de respirar entre palabra y palabra Rigel, nadie está diciendo que sean iguales, solo es prevención, sé que eres un joven con potencial para ayudar a cualquiera que lo necesite sin importar nada, Edwin tiene una muy buena opinión de ti y confiamos en que no nos harás nada pero no en el resto
— ¿Usted también conoce a Edwin?
— Claro, cualquiera con un buen juicio conoce a los hermanos Vasilis
— Cierto, que pregunta tan estúpida, usted conoce a su padre
— Se lo que dicen de mí, sobre las visitas constantes de Atlas a mi casa durante la noche pero no tengo nada que ocultar o sentirme avergonzada, Atlas es un hombre perdido, soy consciente de lo que hizo y de lo que es capaz, por eso Catipoemn cuida de mi libro, Estela es una mujer bella y no me refiero físicamente, requiere de mucha belleza en el alma para no guardar odio ni rencor a quien le destruyo la vida, ver siempre el lado buenos de las cosas — Su voz sonaba tranquila, serena, como si llevase paz dentro de ella