Doppelgänger

Capítulo 26

Espero en silencio su respuesta, esperaba que nadie los hubiera escuchado, algunas veces suspiraba mientras analizaba lo que antes había escuchado, le permitió tomarse su tiempo, había sido cuidadoso con sus palabras evitando tocar el tema de la Guardia Quodex, le tomo esfuerzo esperar considerando la poca paciencia con la que contaba.

Llevaba su cabello rojo recogido en una coleta y la piel pálida de sus brazos estaba expuesta por un vestido que llegaba hasta los muslos ajustándose a su silueta, trato de mantener su mente enfocado en lo que era importante. Mientras esperaba continuo vistiéndose, había deseado tanto tomar una ducha que antes de hablar con ella, primero se aseo

— Bien, imaginemos que lo hago ¿Cuáles son las probabilidades de riesgo?

— Mínimas, te lo dije, no te meteré en algo que pueda dañarte pero tampoco puedo prescindir de tu ayuda, sabes que sin ti no puedo hacerlo

— Lo sé, sin mi pasarías todos los días en el hospital por tu gran astucia — Le dio un abrazo — Lo hare — Dejo escapar una bocanada de aire

— Gracias — Acaricio su mejilla — No tienes idea de lo mucho que me ayudas con esto

— Aunque no me tengas la suficiente confianza para decirme donde estuviste todos estos días

— No es porque no confié en ti, es porque te conozco, sé que podrías poner tu vida en riesgo y si algo te pasara no me lo perdonaría

Un fuerte estruendo se escuchó las afueras de los terrenos del castillo, ambos se miraron desconcertados, se tomaron de la mano y corrieron hacia el lugar, al llegar ya algunos Guardianes estaban rodeando el perímetro con mayas digitalizadas de protección para evitar que los civiles se acercaran.

— Señor — Todos al ver a Rigel lo saludaron colocando su mano resta sobre la frente — Ya alejamos a los espectadores pero solo unos metros, no quieren irse aunque ya dimos la orden ¿Quiere que usemos los Cyborgs?

— No, está bien, de igual manera sabrán que está pasando ¿Qué es eso?

— No lo sabemos con certeza señor, creemos que es una clase de arma

— Déjenme ver — Europa camino a su lado para examinarla teniendo cuidado de no acercarse demasiado — ¿Qué crees que sea? — Dijo mientras ambos se colocaron en cuclillas

— No lo sé, podría ser incluso una bomba ¿Crees que Sirio podría venir y ayudar? Su experiencia servirá de mucho

— No sé dónde este, podría estar con Fausta pero no es seguro y tampoco tengo como rastrearlo en este momento — Se irguió seguido de ella — ¿Cómo llego esto aquí?

— Vino en esa capsula señor, cayó desde la plataforma 900480

— ¿Atravesó un portal?

— Así es señor, siguen buscando como fue que ocurrió y doblar la vigilancia si es necesario

— ¿Le dijeron a Orión sobre esto?

— Aún no, el Capitán y el están en la Gran Sala con los gobernantes — “Debí suponer” pensó “¿Cuándo será el día que no pasen las 24 horas con ella?”

— ¿Has visto a Sirio?

— Lo vimos entrar deprisa al castillo poco antes del impacto de la capsula

— Eso nos deja a nosotros a cargo, estupendo ¿Qué no escucharon el golpe? — Pregunto Europa — Estupendo — Dijo sarcásticamente — ¿Dónde está la capsula? Quiero verla — Rigel le tomo del brazo para detenerla — Tranquilo, estaré bien, lo peligroso esa esa lamina, me encargare de ver si algo más viene en esa cosa, no queremos que se acerque a Fausta ¿Cierto? Puedo con esto sola — La dejo ir

La capsula donde venía esa lamina había impactado contra una tienda de zapatos y los dueños estaban más que aterrados, ese era el problema de haberlos protegido tanto, Fausta desde el instante en que llego a la tercera dimensión no hizo otra cosa que no fuera protegerlos, como instinto maternal, cuidarlos a niveles críticos que por todo tenían miedo, solo aquellos que gozaban de la virtud de ser casi invencibles debían cargar con todo el miedo y el dolor, temía por Edwin, la sobre mutación que había sufrido no era algo para tomarse a la ligera. Europa y el joven Stephen quien tenía tan solo media año de haber comenzado a servir a la Guardia Universal con 18 años de edad ayudaba a su amiga a mover los escombros en busca de más pistas, la capsula estaba colocada sobre uno de los mostradores que no quedaron suficientemente dañados.

Pasados unos minutos ambos regresaron.

— No hay nada que ayude, solo tengo una teoría




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