Nos dispersamos para debilitarlos, Orión se mantuvo a pocos metros de distancia aunque tratara de alejarme, el viento soplaba con fuerza, confiaba en que los tacones de mis botas no me traicionasen y terminara en el suelo rodeada de armas, teníamos suerte de estar rodeados por árboles, nos ayudaba a tomar aire y continuar, pensé en esas personas, bajo tierra y fuera del planeta, en el joven que antes me había ayudado, guarde las armas de largo alcance, quería descargar mi ira sobre cada uno de ellos, con mis propias manos. Tome el látigo que antes ya me había acompañado, oculta detrás de un tronco llena de musco y barro, pase mis dedos por el símbolo de serpientes, Edwin me la había devuelto después de ser rescatada, respire profundo, era momento de afrontarlos de la manera en que más deseaba hacerlo, salí de mi escondite ondeando el látigo tomando del cuello a una mujer, tire de ella, su cuello era pequeño rodeado por mi mano, lucho desesperadamente por liberarse, presione fuertemente hasta que dejo de moverse, sus ojos miraban a la nada, la deje caer, un hombre corrió detrás de mí para apuñalarme, le golpee con el codo en el rostro, aproveche para tomar su propia daga y apuñalarlo en el estómago aún con su mano empuñándola, nos miramos entre nosotros, por más militares asesinados no terminábamos, todo lo contrario, parecían aparecer más, me di cuenta que tenían un portal semejante al que días antes me había mostrado Sirio.
— Mierda, creo que no todos los planos fueron destruidos
— ¿Tú crees? — Respondió molesta Europa
Sirio corrió hacia la maquina mientras nosotros luchábamos por mantener al ejercito concentrado en nosotros, era el único que podía detenerla. Cerca de esta dos mujeres trataron de apuñalarlo pero fue rápido para lanzarlas dentro regresándolas a su dimensión, cuando el portal estaba casi cerrado salió disparado hacia los aires un hombre, cabello castaño casi rubio, piel bronceada y cuerpo robusto mientras disparaba en todas direcciones.
Estaba volando sobre nosotros impulsado por solo una maquina pequeña colocada en su espalda, su aspecto no era semejante al nuestro, mire a Europa en busca de respuestas pero ella tampoco comprendía que estaba ocurriendo, Orión trato de dispararle pero Rigel se lo impidió al ver que el chico misterioso estaba luchando con nosotros
— ¿Por qué nos ayuda? — Cuestione tratando de regular mi respiración
— Es mi hermano — Respondió Sirio con una sonrisa en el rostro lleno de suciedad y sangre — Esta aquí para ayudarnos, no le hagan daño
El resto del ejército continúo quebrantando la barrera, tenía que actuar de manera rápida o lograrían llegar más lejos del campo de batalla y habría muchas más vidas que lamentar, presione el botón del guante bloqueando la comunicación con mis compañeros
— Diga señorita — Respondió un hombre
— Quiero que desactives la barrera poniente
— Necesito verificar ¿Dijo barrera poniente?
— Si, necesito que la desactives hasta que logre pasar, una vez hecho, bloquea cualquier vía de acceso
— Pero — Hizo una pausa — No puedo permitir que arriesgue su vida así
— Yo estaré bien, haz lo que te digo ¿De acuerdo? — Se escuchó como dejo soltar una bocanada de aire
— De acuerdo mi señora, en cuanto usted ordene
Corrí entre la multitud en batalla no sin antes llevar a unos cuantos, cumpliría mi promesa, escuche la voz de Orión gritando que me detuviera, aumente la velocidad, centímetros antes de impactarme la barrera desapareció, solo necesitaba segundos para ponerlos a salvo, de nuevo se estaba activando, casi llegando al suelo, tuve que deslizarme para lograrlo, al volver la mirada pude ver un mechón de cabello cortado del otro lado
— Eso estuvo cerca — Vi a Orión dando orden para desactivar las protecciones — Obedéceme, si abres esto de nuevo la furia de Orión será el menor de tus problemas
— Claro señorita, no pretendía hacerlo — Dijo con voz temblorosa
Las ciudades estaban separadas por grandes bosques y solo conectadas por amplias carreteras, nuestra dimensión mantenía paz con la naturaleza, ventaja para mí cuando me escabullí ocultándome de las miradas de mis compañeros, mis planes no habían sido más que palabras falsas, no planeaba dejarlos solos pero debían apegarme al plan, mis manos cubiertas de sangre me habrían paso entre la vegetación, camine en silencio tratando de escuchar ruido, sabía que mi abuelo ya estaba enterado de mi acción, esperaba que fuera a por mí, podía escuchar el cantar de las aves y también pude ver a lo lejos un ciervo que me observo por segundos antes de correr, escuche un disparo detrás de mí, por un momento pensé que estaba herida, al darme vuelta vi una serpientes con escamas café claro y otras más oscuras pareciendo manchas, está al caer al suelo me observo para después volver su vista hacia mi abuelo, que sostenía en la mano izquierda el arma con la cual disparo y en la otra una espada, cuando la serpiente salto hacia el mostrándole los colmillos el empuño con fuerza la espada y con esta le corto la cabeza de tajo. Retrocedí asustada mientras el cuerpo de aquel animal se retorcía contra las hojas secas, el rostro de ese hombre estaba cubierto de sudor, respiraba agitadamente.