Capítulo 6

El cielo se oscureció y la temperatura por increíble que pareciera a los humanos aumento, todo gritaba una gélida tormenta pero el calor que golpeaba su piel era indescriptible, la guardia Quodex llegaría pronto con su gobernante y ellos necesitaban tener un plan, prepararon los mejores aperitivos, los mejores asientos y la mejor ambientación para que nada se saliera de control, todos ocultaban o trataban de ocultar el terror que sentían respecto a los desconocidos pero no tenían otra opción si querían siquiera llegar a un acuerdo, la asistente de presidencia de Estados Unidos se cuestionó en su interior como debían lucir esos seres, Marcus les había dicho que lucían como humanos pero no podían comprender hasta qué punto o cuan peligrosos eran, las instalaciones de la Asociación estaban completamente destruidas después del enfrentamiento con una de sus reclutas, Blanca cuyo paradero continuaba siendo desconocido al igual que el de Marcus, la mayoría de los reclutas habían sido asesinados y otros permanecían en estado desconocido, no consideraban buena idea llevar a Fausta hasta ahí pero tampoco era seguro otro lugar, más aun con lo debilitados que estaban tras los ataques por la guerra y que la mayoría de la población continuaba intentando ingresar a Casterbell, la única forma de que existiera un alto al fuego era que se llegara aunque fuese a un ligero acercamiento a esta civilización puesto que todos desconfiaban de todos, creían que se habían traicionado y la única que podía mediar ago era la propia Fausta.

Marcus había dicho que Fausta podía ser una buena manipuladora, que gustaba de fingir de ser una buena mujer cuando en realidad era completamente distinta, fría, cruel y sanguinaria, que gozaba de ver a los humanos sufrir, realmente nadie podía estar seguro, los noticieros hablaban de Casterbell bajo teorías y sociólogos creía que podían ser seres buenos, que era imposible alcanzar un nivel tecnológico tan grande con violencia o sadismo, a esa noticia ella se aferraba, quería creer que podían existir buenas personas o seres, lo que sea que ellos tuvieran en su cuerpo, recordó a su madre postrada en la camilla del hospital y los altos gastos médicos que había tenido tras la aparición de su cáncer, permitió que la ilusión naciera en su pecho imaginando a la mujer que le dio la vida caminando de nuevo, feliz, sonriente y fuerte, ni siquiera esperaba sr igual a su gente, solo quería que la curaran, no quería perder a su madre, al notar que una lagrima empezaba a brotar de sus ojos opto por borrar el tema de su mente y continuar prestando atención a la conversación entre los gobernantes pero antes de poder comprender que temas estaban tocando hubo una golpe bajo tierra, no bajo el suelo, algo debajo del mar sacudió la tierra con un golpe como si intentase escapar, acompañado de una fuerte corriente de aire con brisa, eso le helo la sangre por lo que se hizo hacia atrás para apoyar su espalda contra la pared, militares de distintos países ingresaron a la sala para cerciorarse que los presidentes estuviesen bien, ella intento calmar los latidos de su corazón mientras miraba la silla destinada a Fausta siendo ocupada por la misma, en persona.

Los brazos apoyados sobre las coderas y las piernas cruzadas, los examinaba mientras veía como todos estaban en pánico sin percatarse de su presencia, detrás suyo se encontraba un hombre joven, pelo oscuro y ojos morados, musculoso con un uniforme en color azul oscuro, no portaba una sola arma, al menos no visible pero no la necesitaba para lucir intimidante, ni siquiera prestaba atención a los demás, su mirada permanecía perdida en un punto frente a ella, Fausta resoplo molesta y carraspeo asustando el resto de los asistentes en la sala, los militares inmediatamente custodiaron a los presidentes y les observaron con miedo, ella entrecruzo los dedos sin retirar sus brazos de las coderas por completo, los observo con calma, no parecía en absoluto preocupada por la crisis, como si más de ochocientos millones de personas no estuviesen intentando ingresar a su dimensión, en verdad aterraban, si, lucían como humanos pero su aspecto era casi sobrenatural, fuertes, poderosos, implacables e inmutables, hermosos y perfectos, no podía concebir que existieran humanos como ellos y recordó lo que Marcus tanto lucho por meter en la mente de todos, que ellos no eran humanos, tomo una bocanada de aire y se retiró de la pared para ajustar su saco y acercarse al presidente, este le miro como si intentaran comunicarse entre asistente y presidente sin saber que decir por lo que de poco en poco comenzaron a retomar sus asientos con desconfianza, los militares por su parte imitaron al compañero de Fausta colocándose detrás de cada silla en señal de protección pero por más que intentaban lucir igual de amenazantes que el joven no lo lograban, ambos visitantes se mantenían en su misma posición esperando a que todos recobraran la compostura.

—No entiendo cómo es que han logrado sobrevivir tanto tiempo —Todos ajustaron sus trajes mientras se observaban entre ellos avergonzados —Buenos días, es bueno saber que siempre estan preparados para la ocasión

—Buen-buenos días, yo, nosotros agradecemos su asistencia —Comento el presidente de Francia con notorio miedo —Nosotros queremos hablar con usted sobre...

—Sobre regalarles tecnología y ciencia que Marcus les aseguro tenemos —Interrumpió ella con tranquilidad —Marcus fue un humano muy codicioso, pero también fuera de sí y creo que todo saben eso, ni siquiera era consciente de su existencia hasta que mi capitan me informo de sus intentos fallidos por acercarse a nosotros

Los presentes observaron al hombre detrás de suyo que en ningún momento se inmuto ante su mención

—Entendemos que puede sonar a un atrevimiento de nuestra parte, pero Marcus nos informó que son plenamente consciente de los problemas que como humanidad enfrentamos —Añadió el presidente de Estados Unidos, Fausta le observo con ojos penetrantes, aquel café pareció tornarse oscuro con ligeros destellos