Dormido en el alma

CAPÍTULO IX

CAPITULO IX

  Después de nuestro primer encuentro, ya no pudimos dejar de vernos. Fue como intentar poner puertas al mar. Nuestra pasión salió desbordada y ya no hubo manera de frenarnos.

  Acordamos seguir con nuestra rutina, como si no pasara nada, ante los ojos de los demás, pero en cuanto yo podía despistarme de mi hermano, subía a la cueva. Ricardo iba allí todos los días y no regresaba hasta la noche. Fue la mejor etapa de mi vida, sólo estábamos nosotros dos, no existía nada más, sólo él y yo. Era nuestro universo particular, pero como todo tiene su principio y su final, también nuestra luna de miel, llegó a su fin, de una manera drástica y dolorosa para ambos.

  Sofía me conocía muy bien, estaba extrañada que de un día para otro mi humor hubiera cambiado, con lo afligida que estaba por la pérdida de Ricardo.

  -“Lela, tú me escondes algo. No me creo que hace una semana parecías un alma en pena y ahora estás radiante, vuelves a tener ese brillo en la mirada”-. Me dijo una tarde que vino a visitarme.

  A ella no podía ocultarle nada. Le conté lo que pasó con Ricardo y que habíamos decidido venos a escondidas; se alegró por mí, pero también se puso triste porque ahora Ricardo era un hombre casado, aunque de quien estuviera enamorado, fuera de mí.

  -“Lela, sabes que te quiero como a una hermana y que siempre te he apoyado en todo, pero en esto no me pidas que te apoye. Aléjate por tu bien de Ricardo, ahora es un hombre casado y te hará desgraciada toda tu vida.”-

  Me tapé los oídos y salí corriendo, gritándola que no quería escucharla. Nunca habíamos discutido y aunque me doliese, no era consciente en ese momento porque todos mis sentidos estaban puestos en Ricardo, sólo pensaba en él, no me importaba nada más, al finalizar cada encuentro con él, sólo pensaba en cuando sería el siguiente.

  Empezaba la época cálida, así que aprovechaba cuando llevaba al ganado a pastar, a primera hora de la mañana, para encontrarme con mi amor.

  Nos envolvía un loco deseo, que no podíamos frenar; quizás el hecho de ser prohibido lo hacía más deseado. Aprendimos a amarnos a escondidas, torpemente, entre caricias y besos, sin malicia, ni picardía, despacio y con mucha ternura. Juntos descubrimos un mundo lleno de sensaciones maravillosas. Estábamos enamorados y vivíamos el presente sin pensar en el mañana.

  Cada vez que nos despedíamos, me moría de celos, pensando que no era yo la que dormía con él por las noches; contaba los días, las horas y los minutos que quedaban para nuestra siguiente cita.

  Una mañana, bien temprano, en la que estaba preparando el almuerzo para mi hermano, me sobresaltaron unos aporreos en la puerta. Mientras me dirigía a abrir, se me heló la sangre al escuchar:

  -“Abran la puerta a la guardia civil”-.

  Al abrir la puerta me encontré a la pareja de la benemérita, con su uniforme verde impoluto, su tricornio de charol en la cabeza, la capa cubriéndoles los hombros y asomando por un costado, el mosquetón que llevaban colgando del hombro.

  -“Buenos días tengan ustedes. ¿Ha ocurrido algo?”-.

  -“Venimos buscando a Gabriela Málaga Santamaría”-.

  -“Soy yo”-. Contesté.

  -“Tiene que acompañarnos al cuartel”-. Me contestó el guardia civil más joven.

  -“¿Estoy detenida?”-. Pregunté.

  -“No lo sabemos. Sólo tenemos órdenes de llevarla con nosotros al cuartel”. Me contestó esta vez, el que parecía el mayor de los dos por su enorme mostacho, que le tapaba el labio superior.

  El miedo se apoderó de mí. Les pedí que me dejaran terminar el almuerzo de mi hermano. También le dejé una nota avisándolo a dónde me llevaban.

  La pareja de guardias civiles fue amable y educada conmigo en todo momento, durante el trayecto hasta llegar al cuartelillo.

  En la memoria de la población se había quedado grabado el miedo a la institución, desde que al finalizar la guerra civil, comenzara la persecución del maquis; la crueldad con que habían perseguido, matado, torturado sin ningún tipo de clemencia, ni consideración.



#49544 en Novela romántica

En el texto hay: amor, desamor

Editado: 15.10.2018

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