El viento rugió en los oídos de Rodrigo, Agustín y el piloto mientras caían en picada tras Bongo. Rodrigo gritó. —¡BONGO, SI SOBREVIVIMOS, TE VOY A MATAR! Bongo giró en el aire como un acróbata olímpico. —¡SI SOBREVIVIMOS, ME LO DICES EN EL AGUA! SPLASH. Bongo cayó primero, con gracia. SPLASH. El piloto cayó de barriga y soltó un grito que asustó hasta a los peces. SPLASH. SPLASH. Rodrigo y Agustín aterrizaron de espaldas y salieron a la superficie tosiendo. Rodrigo escupió agua. —¡Odio todo esto! Agustín se agarró del hombro. —Creo que me disloqué algo… ¡Oh, no, espera, era solo un pez pegado a mi espalda! El piloto jadeó. —¡¿Dónde estamos?! Bongo se agarró de una roca y miró el agua. —Mmm… mala noticia. Rodrigo lo miró con el ceño fruncido. —¿Qué puede ser peor que haber saltado de un acantilado? Bongo señaló detrás de ellos. Rodrigo giró la cabeza y palideció. El río no terminaba en una tranquila corriente… sino en una maldita cascada de 50 metros de altura. Rodrigo se puso pálido. —No… Agustín empezó a remar desesperadamente. —¡¡NO, NO, NO, NO, NO!! El piloto intentó nadar a la orilla. —¡YO NO FIRMÉ PARA ESTO! Bongo agitó los brazos. —¡REMEN, MALDITOS HUMANOS, REMEN! El agua los arrastró más rápido. Rodrigo miró a Agustín. —Hermano… si morimos, quiero que sepas que— FWOOM. Antes de terminar la frase, el río desapareció bajo ellos y todos cayeron por la cascada. —¡¡AHHHHHHHHHHHH!! BOOM. Cayeron en un enorme lago, rodeado de árboles altísimos y con antorchas encendidas en la orilla. Rodrigo salió a la superficie tosiendo. —¡¡Odio la gravedad!! Agustín jadeó. —¡¡Sigues vivo, así que dale las gracias!! El piloto se aferró a un tronco flotante. —Bueno… no fue tan malo. Bongo se giró y miró la orilla. —Chicos… tenemos compañía. Rodrigo se limpió los ojos y miró hacia la orilla. Y entonces los vio. Hombres con lanzas y ropa hecha de pieles los observaban en silencio. Algunos tenían máscaras de animales, otros, tatuajes en el rostro. Y en el centro del grupo, había una jaula de bambú… con otros animales dentro. Agustín tragó saliva. —Eh… ¿esto es lo que creo que es? Bongo suspiró. —Sí.Cazadores. Rodrigo cerró los ojos. —Claro. Porque la cascada no fue suficiente. De repente, un cazador levantó su lanza y gritó algo en un idioma desconocido. Rodrigo miró a sus amigos. —¿Plan C? Bongo suspiró. —Sí. Rodrigo tomó aire. —¡¡CORRAN!!
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