RAQUEL EN MODO NOVIA FURIOSA

Raquel miró su teléfono con los ojos entrecerrados, como si pudiera obligarlo a sonar otra vez con el poder de su ira.
—¿Me estás diciendo que mi futuro marido, el hombre con el que he planeado esta boda durante MESES, desapareció en la jungla, está siendo perseguido por un MONSTRUO, y justo cuando me lo cuenta… SE LE APAGA EL TELÉFONO?
Inspiró profundo.
Exhaló aún más fuerte.
La madre de Raquel, que estaba a su lado ajustando detalles del banquete, levantó la vista con una sonrisa dulce.
—Hija, ¿todo bien?
Raquel forzó una sonrisa que podría partir un espejo.
—Sí, mamá, todo genial. Mi novio probablemente está muriendo, pero fuera de eso, ¡todo en orden!
Su madre parpadeó.
—Oh… ¿es un chiste?
Raquel se frotó la sien.
—Si lo fuera, mamá, te juro que no me estaría dando ganas de estampar la mesa contra la pared.
Su cuñada, Vanina, apareció en la puerta con un café en la mano.
—¡Raquel! ¿Lista para el ensayo de la boda?
Raquel soltó una carcajada sin humor.
—¡Oh, claro! Solo un pequeño problema… ¡TU HERMANO ESTÁ PERDIDO EN UNA MALDITA JUNGLA!
Vani parpadeó y luego dio un sorbo a su café.
—Ajá… ¿y tienes un plan?
Raquel la miró fijo.
—Sí. Voy a ir a buscarlo.
Vani escupió el café.
—¿PERDÓN?
Raquel se levantó con una determinación feroz.
—Si Rodrigo cree que puede desaparecer antes de casarse conmigo, está MUY equivocado. Si no lo mata el monstruo, lo mato yo.
Vani aún no asimilaba lo que escuchaba.
—¿Y cómo piensas encontrarlo? ¿Sabes en qué jungla está?
Raquel se quedó quieta.
—…Es un detalle menor.
Vani se llevó la mano a la cara.
—Raquel, por favor, piensa esto bien.
Raquel tomó su abrigo.
—No hay nada que pensar. Mañana es mi boda, y si Rodrigo no está en el altar, será porque está muerto. O porque YO lo maté.
Vani susurró a la madre de Raquel:
—¿Siempre fue así de intensa?
La madre de Raquel asintió con nostalgia.
—Desde que tenía cinco años y le quitaron un dulce.
Raquel salió de la casa con una misión:
Encontrar a Rodrigo. Rescatarlo. Casarse con él. Y si es necesario, arrastrarlo al altar a punta de amenazas.