Dos Amigos Y Un ChimpancÉ

LA PEOR AGENCIA DE VIAJES

La avioneta se sacudía como un carrito de supermercado con una rueda floja.
—¡NO PUEDO CREER QUE ESTÉ HACIENDO ESTO! —gritó Vani, aferrada a su asiento con los nudillos blancos.
—¡Cállate y confía en el proceso! —respondió Raquel, aunque ella también tenía el rostro pálido.
El piloto, que hasta hace poco había estado ebrio, ahora sonreía con una serenidad aterradora.
—¡Damas, la turbulencia es normal cuando vuelas con… EL CAPITÁN TORO!
Raquel parpadeó.
—¿Nos estamos jugando la vida con un tipo que se hace llamar "Capitán Toro"?
Vani tragó saliva.
—¿Por qué siento que mi diario va a decir "murió por tomar malas decisiones"?
De repente, algo apareció en el radar del Capitán Toro.
—¡Eh… chicas! —dijo, mirando la pantalla con el ceño fruncido—. Tenemos compañía.
Raquel se inclinó sobre su hombro.
—¿Compañía como en "bienvenidas a bordo" o "disparen a matar"?
En ese momento, dos luces rojas aparecieron en el cielo nocturno detrás de ellos.
—Oh… —susurró Vani —. "Disparen a matar". Definitivamente "disparen a matar".
Dos avionetas negras los estaban siguiendo.
Una voz sonó en la radio.
—Atención, aeronave desconocida. Están ingresando a una zona restringida. Apaguen sus motores y prepárense para ser escoltadas.
El Capitán Toro soltó una carcajada.
—¡JAMÁS!
Raquel se giró en su asiento, asustada.
—¿Por qué "jamás"?
El piloto apretó los controles con una sonrisa desquiciada.
—Porque nunca me han derribado… y NO VOY A EMPEZAR HOY.
Vani lo miró horrorizada.
—No me digas que…
—¡AGÁRRENSE!
La avioneta dio un giro brusco en picada.
Raquel y Vani gritaron al unísono, mientras los motores rugían y el viento silbaba alrededor de la cabina.
—¡ESTO ES UNA LOCURA! —chilló Vani—. ¡VOY A MORIR SOLTERA Y CON UN GATO QUE ME ODIA!
—¡CALLA Y PIENSA EN ALGO POSITIVO! —gritó Raquel.
—¡SI NOS ESTRELLAMOS, NO TENDRÁS QUE PAGAR LA BODA!
Raquel parpadeó.
Buen punto.
Las avionetas enemigas abrieron fuego.
—¡Nos están disparando! —gritó Raquel.
—¿¡CUÁL ES EL PLAN!? —chilló Vani.
El Capitán Toro soltó una risa maniaca.
—¡IMPROVISAR!
El avión hizo una maniobra imposible, casi rozando las copas de los árboles.
—¡NO ES UN PLAN! —gritaron Raquel y Vani.
Las avionetas enemigas intentaron seguirlos, pero una de ellas calculó mal y se estrelló contra un árbol gigante.
—¡JAJAJAJA! ¡UNO MENOS! —celebró el Capitán Toro.
—¡SIGUE HABLANDO Y EL SIGUIENTE SEREMOS NOSOTROS! —gruñó Raquel.
De repente, el motor hizo un ruido horrible.
Vani suspiró con resignación.
—…No quiero ni preguntar.
El Capitán Toro miró el panel con nerviosismo.
—Eh… pequeñísimo problema…
Raquel cerró los ojos con frustración.
—Si dices que estamos sin combustible, JURO QUE TE GOLPEO.
—¡NO ESTAMOS SIN COMBUSTIBLE! —aseguró Toro.
Vani exhaló aliviada.
—Menos mal…
—Pero el ala derecha está en llamas.
Vani gritó.
Raquel le lanzó un zapatazo al piloto.
—¡¿CÓMO NO NOTASTE QUE ESTAMOS EN LLAMAS?!
—¡CHICAS, PREPÁRENSE PARA UN ATERRIZAJE FORZOSO!
El suelo se acercaba cada vez más rápido.
Raquel cerró los ojos y murmuró:
—Si sobrevivo a esto, Rodrigo me debe una luna de miel en Maldivas.
Vani chilló:
—¡SI SOBREVIVIMOS A ESTO, VOY A REPLANTEAR TODA MI VIDA!
La avioneta se estrelló contra la selva con un estruendo ensordecedor.



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Editado: 05.03.2025

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