Dos Amigos Y Un ChimpancÉ

ATERRIZAJE EN LA LOCURA

El sonido del metal crujiendo, hojas partiéndose y gritos desesperados llenó la jungla cuando la avioneta chocó contra los árboles.
—¡AGÁRRENSE DE LO QUE PUEDAN! —gritó el Capitán Toro.
—¡¿DE QUÉ?! ¡TODO SE ESTÁ ROMPIENDO! —chilló Vani, aferrándose al respaldo del asiento.
El avión rebotó contra el suelo como una piedra sobre el agua.
Raquel se golpeó contra el techo, luego contra la ventana, luego contra Vani.
—¡VANI-NAA, QUÍTATE DE ENCIMA!
—¡NO ES MI CULPA, ES LA GRAVEDAD!
Finalmente, el fuselaje se deslizó por el barro hasta detenerse con un último golpe seco.
Hubo un momento de silencio.
—¿Ya estamos muertos? —preguntó Vani con los ojos cerrados.
—Si esto es el cielo, necesito hablar con el encargado. Me mintieron sobre lo del túnel de luz.
Raquel se incorporó y miró a su alrededor.
—¿Toro?
El piloto se movió en su asiento, con su gorra de lado y la camisa chamuscada.
—¡Ja! ¡Aterrizaje exitoso!
Raquel lo fulminó con la mirada.
—¡¿EXITOSO?! ¡CASI NOS MATAS!
—Bueno, seguimos vivos… eso cuenta como éxito en mi libro.
Vani se frotó la cabeza.
—Me encantaría discutir eso, pero primero… ¿alguien más huele a quemado?
—¡EL MOTOR! —gritó Toro.
Raquel y Vani giraron la cabeza lentamente.
La avioneta estaba echando humo… y pequeñas llamas empezaban a aparecer en el fuselaje.
—¡SALGAN YA! —chilló Toro.
Los tres se apresuraron a salir de la avioneta, tropezando en el barro y rodando por el suelo como fideos sueltos en un plato.
BOOM.
El fuego alcanzó el tanque de combustible, y la avioneta explotó en una bola de fuego.
Raquel parpadeó.
—¿Sabes qué? Ya ni me sorprende.
Vani respiró hondo y miró a su alrededor.
—Entonces… ¿dónde estamos?
—En la jungla. —Toro escupió hojas—. Lo que significa… que ahora empieza la verdadera aventura.
Raquel se cubrió el rostro con las manos.
—Esto no puede estar pasando.
Vani se sacudió el barro y suspiró.
—Mira el lado bueno. Ahora estamos en la misma situación que Rodrigo y Agustín.
Raquel se quedó inmóvil.
—…Dios mío. Ahora soy la que tiene que buscarlo a él.
Toro sonrió y puso las manos en la cintura.
—¡Bienvenidos a la jungla, damas!
Raquel y Vani lo fulminaron con la mirada.
—¡CÁLLATE!



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Editado: 05.03.2025

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