Dos Amigos Y Un ChimpancÉ

DIJE AVENTURA? QUISE DECIR PESADILLA

Raquel se sentó sobre un tronco, con el vestido de viaje arrugado, el maquillaje corrido y el cabello enredado como si hubiera dormido en una secadora de ropa.
—Entonces, Toro… —dijo entre dientes—, ¿qué plan maestro tienes para sacarnos de aquí?
Toro se rascó la barbilla, mirando a su alrededor con la confianza de alguien que no tiene la menor idea de lo que está haciendo.
—Bueno… podríamos caminar hasta encontrar un río. Los ríos siempre llevan a la civilización.
Vani alzó una ceja.
—…O a cocodrilos.
Raquel soltó un suspiro largo.
—Fantástico. Mi prometido está perdido en la selva, su mejor amigo probablemente esté haciendo el ridículo en alguna parte, y ahora nuestra mejor opción es seguir el camino de los cocodrilos.
—¡Piensa positivo! —exclamó Toro con una sonrisa.
—¡Voy a pensar positivo cuando estemos fuera de esta jungla!
CRACK.
Los tres se quedaron en silencio.
Un ruido seco provenía de los arbustos.
Raquel sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿Qué fue eso?
Toro levantó un dedo en señal de silencio y sacó un cuchillo de su bota.
—Podría ser un animal… o algo peor.
Vani tragó saliva.
—¿Peor que un animal salvaje?
—Los cazadores.
Raquel se puso de pie de un salto.
—¡¿QUÉ?!
—Shhh.
Otro crujido.
Y luego… pasos.
Raquel se giró lentamente y vio una silueta emergiendo de la vegetación.
Era un hombre alto, vestido con ropa camuflada y un rifle al hombro. Llevaba un colgante hecho con dientes de algún animal (o algo peor) y su mirada era fría como el acero.
Raquel parpadeó.
—Bueno, ya no me importa lo del cocodrilo.
El hombre les apuntó con su rifle.
—¿Quiénes son ustedes?
Toro levantó las manos.
—¡Tranquilo, amigo! Solo somos turistas que tuvimos un aterrizaje forzoso.
El cazador los miró de arriba abajo.
—¿Turistas? ¿Aquí?
Vani rió nerviosamente.
—Bueno, técnicamente no era nuestro destino… pero ahora estamos aquí, y es hermoso. ¿Has probado el lodo? Súper hidratante.
Raquel le dio un codazo.
El cazador frunció el ceño.
—¿Han visto a un chimpancé por aquí?
Raquel se quedó helada.
Vani abrió la boca, pero Toro le tapó la cara con una mano.
—¿Chimpancé? No, ni idea. ¿Por qué?
El cazador hizo un gesto con la cabeza y, de la vegetación, surgieron otros dos hombres armados.
—Porque estamos cazándolo. Y ahora, ustedes también son parte del juego.
Raquel cerró los ojos.
—No puede ser.
Vani suspiró.
—Bueno… por lo menos ahora tenemos compañía.
Toro miró a los hombres armados y luego a sus compañeras.
—Chicas… creo que es hora de correr.
Los cazadores levantaron sus rifles.
—¡ALTO AHÍ!
—¡CORRAN!
Y el caos volvió a empezar.



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Editado: 05.03.2025

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