Raquel, Vani y Toro salieron disparados entre la maleza como si un descuento del 90% en zapatos estuviera al final del camino.
Los cazadores dispararon al aire.
—¡DETÉNGANSE O DISPARAMOS!
—¡LO MISMO DIJO MI PROFESORA DE MATEMÁTICAS Y AQUÍ SIGO! —gritó Toro sin mirar atrás.
Raquel saltó sobre una raíz gigante y miró a Vani.
—¡¿Dónde nos metimos?!
—¡Aparentemente en una versión extrema de Survivor!
CRACK.
De repente, el suelo se abrió bajo sus pies.
Raquel ni siquiera tuvo tiempo de gritar antes de caer por una pendiente fangosa, resbalando como una croqueta en aceite.
—¡AAAAAHHHHH!
Toro rodó como una bola de boliche.
Vani intentó agarrarse de una rama, pero esta se rompió en su cara.
Finalmente, los tres aterrizaron en un charco de lodo, cubiertos de barro, hojas y probablemente algún insecto que preferían no identificar.
Raquel escupió lodo.
—¿Alguien más siente que este viaje ha sido… menos que ideal?
Vani levantó la mano.
Toro se sacudió la cabeza y miró hacia arriba.
—Buenas noticias: los cazadores no nos siguieron.
Raquel se animó un poco.
—¿Y la mala?
Toro señaló detrás de ellos.
Raquel se giró lentamente.
Y ahí estaba.
Un jaguar.
Con cara de hambre.
Vani se llevó una mano al pecho.
—…Yo ya me doy por vencida.
El jaguar gruñó.
Toro sacó su cuchillo.
—Tranquilas, sé cómo lidiar con estas criaturas.
Raquel lo miró con pánico.
—¡¿Cómo?!
Toro suspiró.
—Corriendo más rápido que ustedes.
—¡TORO, NO!
Pero ya era tarde.
El piloto salió disparado en la dirección opuesta.
El jaguar rugió y corrió detrás de él.
Raquel parpadeó.
—…¿Acaba de dejarnos aquí para morir?
Vani se encogió de hombros.
—Yo lo haría.
—¡Vanina!
—Digo… ¡tenemos que salvarlo!
Raquel se levantó de un salto.
—¡Corre!
Y así, la persecución continuó.
Mientras tanto, en otra parte de la jungla…
Rodrigo y Agustín caminaban con el chimpancé a su lado, todavía procesando todo lo que habían vivido.
—¿Te das cuenta? —dijo Agustín—. Si logramos salir de esta, podemos vender la historia a Netflix.
Rodrigo se sobó la sien.
—Por favor, concéntrate.
—¿Qué? ¡Es una gran idea! Le pondremos Dos Amigos y un Chimpancé: La Película.
Rodrigo rodó los ojos.
—¿Y quién nos va a creer?
Agustín se detuvo.
—Eh… tenemos un chimpancé parlante mutante con nosotros. No sé qué más pruebas necesites.
El chimpancé se rascó la cabeza.
—¿Netflix paga bien?
Rodrigo cerró los ojos.
—…Dios mío, ahora el chimpancé también está en esto.
Justo en ese momento, se escuchó un rugido.
Rodrigo levantó la cabeza.
—…¿Escuchaste eso?
Agustín asintió.
—Sí. Y creo que lo conozco.
Rodrigo frunció el ceño.
—¿Cómo que lo conoces?
—Ese es el grito de Raquel cuando está en problemas.
Rodrigo parpadeó.
—…¿Qué?
—¡CORRE, SUENA ENOJADA!
Sin pensarlo dos veces, los tres salieron corriendo hacia el ruido.
Porque, al parecer, el destino aún no había terminado de burlarse de ellos.