Dos Amigos Y Un ChimpancÉ

REFUGIO O TRAMPA

Los latidos de Rodrigo parecían competir con el clank clank de la criatura pisándoles los talones. Sus piernas ardían, pero no había tiempo para pensar en el cansancio.
—¡Más rápido! —gritó el chimpancé desde un árbol, saltando entre las ramas como un profesional del parkour selvático.
El refugio estaba a unos metros. Era un edificio de concreto cubierto por enredaderas, con una puerta metálica oxidada y ventanas rotas. No parecía muy seguro… pero entre eso y ser convertido en picadillo por la cosa metálica, la elección era obvia.
—¡Agustín, la puerta! —chilló Vanina.
—¿¡Qué quieres que haga, que le hable bonito!?
—¡ÁBRELA, IDIOTA!
Agustín llegó primero y tiró con todas sus fuerzas, pero la puerta no cedía.
—¡Está atascada!
—¡Déjame intentarlo! —Toro lo apartó de un empujón y golpeó la puerta con el hombro. Nada. Entonces sacó su machete y comenzó a hacer palanca en la cerradura.
Mientras tanto, el Piloto miró hacia atrás y palideció.
—¡Nos va a alcanzar!
La criatura salió de entre los árboles con un salto imposible, aterrizando a solo unos metros de ellos. Su mandíbula mecánica se abrió con un chasquido aterrador.
Rodrigo ya veía su vida pasar frente a sus ojos cuando el chimpancé aterrizó sobre el monstruo, dándole un golpe en la cabeza con un coco.
—¡Toma, hijo de lata reciclada!
El monstruo rugió y sacudió la cabeza.
—¿Un coco? —preguntó Raquel, boquiabierta.
—Era lo único que tenía a la mano —respondió el chimpancé con dignidad.
—¡La puerta se abre, entren! —gritó Toro en ese momento.
Todos se lanzaron hacia adentro, empujándose como si fueran compradores desesperados en Black Friday. Agustín y Toro fueron los últimos en entrar, y juntos lograron cerrar la puerta justo cuando la criatura embistió desde el otro lado.
¡BOOM!
El refugio tembló, pero la puerta aguantó.
Silencio.
Todos respiraban agitadamente, apoyados contra las paredes mohosas.
—¿Estamos vivos? —preguntó Rodrigo.
—Por ahora… —susurró Raquel.
El Piloto encendió una linterna y recorrió el interior con el haz de luz. El lugar estaba cubierto de polvo y telarañas, pero lo más inquietante eran las marcas en las paredes… arañazos profundos, como si alguien (o algo) hubiera intentado salir de allí.
El chimpancé resopló.
—Tengo un mal presentimiento sobre este lugar.
—¿Y si este refugio no es un refugio? —susurró Vanina.
Toro frunció el ceño y se adelantó con su machete en alto.
—Solo hay una forma de averiguarlo.
Desde la oscuridad del pasillo, algo crujió. Y luego… una risa suave y escalofriante.
Alguien más estaba allí adentro.



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En el texto hay: amistad, amistad alocado, aventura accion y amistad

Editado: 05.03.2025

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