Dos Amigos Y Un ChimpancÉ

LA CARRERA POR LA SALVACIÓN

El grupo siguió corriendo, los pasos retumbaban sobre el suelo de concreto mientras las criaturas metálicas se acercaban. El sonido del rugido continuaba en sus oídos como una amenaza constante.

Rodrigo se giró para mirar a Raquel, que corría junto a él, su respiración agitada, pero sus ojos firmes. La boda parecía lejana en ese momento, pero su pensamiento seguía estando en ella. Todo parecía tan… absurdo.

—¿Te das cuenta de que estamos corriendo por nuestra vida, justo antes de nuestra boda? —dijo Rodrigo, entre risas nerviosas.

Raquel lo miró con una expresión mezcla de incredulidad y cansancio.

—Te dije que no me gustaba la idea de una luna de miel en la jungla, pero tú insististe.

—Bueno, al menos ahora tienes una excusa perfecta para no venir conmigo a la luna de miel —respondió Rodrigo, esquivando un escombro.

Dante, que estaba al frente, giró de nuevo y los miró con un aire de cansancio.

—¿Podrían concentrarse en no morir primero y discutir la luna de miel después?

Mientras tanto, Agustín, que había estado intentando atraer la atención de Vanina con su típica actitud de galán, no dejaba de hacerle comentarios.

—Vaya, Vanina, si esto no es una cita de aventura, no sé qué lo sea. ¿Quién necesita un plan de escape cuando tienes una mujer tan valiente a tu lado? —dijo, sin dejar de mirar la carretera.

Vanina, que iba un paso por delante de él, se giró con cara de pocos amigos.

—Si no paras de hablar, te dejo aquí a las criaturas metálicas, ¿entendido?

Agustín, muy consciente de que no iba a ser tan fácil como sus bromas hacían creer, hizo un gesto de rendición y se puso a su lado, pero en lugar de quedarse callado, comenzó a hablar con el piloto que estaba un poco más atrás.

—Oye, ¿tú qué opinas de esta jungla? Yo pensaba que los pilotos solo volaban, pero aquí parece que tienes un segundo trabajo como experto en escape. ¿Tienes algún plan?

El piloto, mirando su rifle y la situación, solo le respondió con un tono cansado.

—Mi plan es no morir. El resto está en sus manos, muchachos.

El grupo llegó a una bifurcación en el pasillo, y Dante se detuvo abruptamente.

—Esta es nuestra última oportunidad —dijo con seriedad—. Por aquí hay una salida secreta, pero no sé cuánto tiempo más durará.

Toro, que hasta ese momento había estado caminando a su propio ritmo con el bate en mano, miró a todos.

—¿Salida secreta? ¿Sabes lo que le pasó al último tipo que habló de salidas secretas? Bueno, probablemente no, pero ese tipo fue mi ex, y nunca salió de la cárcel. Así que… ¿seguro que esta vez no es una trampa?

Raquel, que aún no se había acostumbrado a las bromas de Toro, frunció el ceño.

—No es momento para bromas, Toro. Solo corramos, ¡y mantén ese bate listo!

Dante los guió rápidamente por el pasillo, hacia un lado del laboratorio que parecía desmoronarse poco a poco. A medida que avanzaban, el rugido metálico se intensificaba.

—¿Y la tribu? —preguntó Vanina, alzando la voz mientras caminaba apresuradamente—. Se suponía que ellos iban a ayudarnos con esto, pero no los hemos visto en todo el recorrido. ¿Qué les pasó?

El piloto, quien hasta entonces había permanecido callado, resopló.

—La tribu… los vimos hace unas horas, pero no parecían muy interesados en salvarnos. Probablemente estaban demasiado ocupados con sus propios planes. No sé ustedes, pero yo apostaría a que se olvidaron de nosotros hace un buen rato.

El chimpancé, que había estado observando todo en silencio, intervino con su tono característico.

—¿Qué esperaban? ¿Que la tribu viniera con arco y flecha a destruir el laboratorio? Ellos son más de hacer ruido y desaparecer. Lo único que les interesa son las frutas raras y los rituales extraños. ¡Nosotros somos solo un espectáculo secundario!

Todos se giraron hacia él, sorprendidos.

—¿Sabías eso? —le preguntó Agustín, desconcertado.

—No, pero estoy seguro de que todos lo sabíamos —respondió el chimpancé con una sonrisa sardónica—. Al final, todo es más divertido si lo tomas con humor. De lo contrario, te mueres de miedo.

Mientras tanto, las criaturas metálicas seguían acechando cerca. El grupo comenzó a sentir la presión, y las risas nerviosas empezaron a desvanecerse a medida que la salida parecía más lejana y las criaturas más cercanas.

—¡Rápido! —gritó Dante—. ¡Tenemos que llegar a la salida antes de que se desate el caos!

El grupo se apresuró, sabiendo que lo peor aún estaba por venir. Pero una cosa era cierta: no importar cuán desesperada fuera la situación, nunca perderían el humor… al menos hasta que se cerrara la puerta tras ellos.

El grupo sigue corriendo hacia la salida, mientras la jungla de los desastres se complica más, sin que la tribu haga nada, pero con la posibilidad de que todo se descontrole aún más



#1845 en Otros
#527 en Humor
#95 en Aventura

En el texto hay: amistad, amistad alocado, aventura accion y amistad

Editado: 05.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.