Al llegar al lugar de la fiesta, la música retumbaba a través de las paredes y las luces parpadeantes iluminaban la entrada. Me detuve un momento antes de entrar, respirando hondo para calmar los nervios. Al cruzar la puerta, sentí todas las miradas fugaces que se posaban sobre mí, aumentando mi incomodidad inicial. Caminé hacia la esquina del salón donde Kno me esperaba, apoyado contra una mesa con una bebida en la mano.
—Por fin llegaste —dijo él, levantando su vaso en señal de saludo.
Sonreí con timidez antes de acercarme.
—No es mi tipo de ambiente —confesé.
Kno soltó una risa leve.
—Lo imaginé. Pero necesitabas salir.
Me acomodé el cabello y, con un tono burlón, dije:
—¿Y qué? ¿Laura ya te confesó su amor eterno?
Kno puso los ojos en blanco al notar que Laura venía hacia ellos.
—No bromees con eso —susurró apurado—. Está justo detrás.
Solté una carcajada mientras Kno intentaba mantener la compostura. Laura se acercaba con una sonrisa amplia, pero rápidamente desvié la conversación antes de que pudiera decir algo comprometedor, permitiéndole a Kno soltar un suspiro de alivio.
La noche avanzaba y, contra todo pronóstico, comencé a sentirme más cómoda. El bullicio de la fiesta ya no me resultaba tan abrumador y las risas a mi alrededor se volvían parte del ambiente. Descubrí que, aunque al principio todo me parecía incómodo, podía disfrutar del momento si me lo permitía."
Mientras seguíamos hablando, Kno bajó la mirada, como si estuviera recordando algo importante. —¿Sabes? —empezó—. Cuando llegué a la habitación después de la universidad y vi que ya no estabas ahí... me asusté. No sabía dónde habías ido, y por un segundo pensé en lo peor. Hasta que, vi la nota y que llevaste un celular creo, también vi el diario que la psicóloga dejó en tu habitación. No sabía que tenías tanto miedo al exterior.
Me detuve en seco al escuchar eso. El diario. Había olvidado por completo que estaba ahí. Bajé la cabeza, sintiendo cómo el peso de esos recuerdos caía sobre mí.
—Nunca pensé que alguien lo leería —susurré, sintiéndome expuesta.
Kno se adelantó un par de pasos y se giró hacia mí.
—No lo leí por curiosidad —se defendió—. Solo quería entender por qué te habías ido. Y... me sorprendió darme cuenta de cuánto habías soportado sola. Nunca imaginé que te sentías así.
El silencio se apoderó del momento por un instante antes de que él agregara:
—Me alegra haber sido la primera persona del exterior que entró en tu vida. Aunque haya sido por accidente.
Su voz tenía una calidez que me desarmó. Mi pecho se apretó con una mezcla de gratitud y culpa.
—Kno... tú siempre has estado ahí, incluso cuando yo no te dejaba acercarte —admití, mi voz cargada de emociones.
Él sonrió, una de esas sonrisas que no necesitan palabras.
—Siempre estuve dispuesto a esperar, Ellie. Porque sabía que, cuando estuvieras lista, dejarías que alguien estuviera a tu lado... Además no tenía cuarto — dijo en carcajadas.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero esta vez no de tristeza. Era alivio. Era la certeza de que no siempre tenía que estar sola.
Por un momento me quedé pensando en todo lo que había pasado y como eso me llevó a este momento, ni yo misma me hubiese imaginado que estaría ya ejerciendo mi carrera y eso en verdad ya es mucho para mí.
La música vibraba a través de las paredes mientras las luces parpadeantes daban destellos sobre los rostros de los invitados. La fiesta estaba en su punto máximo. Caminaba por el lugar, mi copa medio llena en la mano, observando a los grupos de personas charlando y riendo. Kno se levantó y fue a un grupo de amigos, amigos que le llamaban hace ratos, pero, estaba cerca, bromeando, pero su mirada se desviaba hacia mí cada tanto, asegurándose de que estuviera bien o de que esté en la fiesta o de que si aún estoy viva" reí para mí.
Me apoyé contra la pared, sintiendo cómo la incomodidad comenzaba a desvanecerse poco a poco. Aunque las fiestas no eran mi ambiente favorito, esa noche se sentía diferente. Kno había logrado que me relajara, aunque fuera un poco.
—¿Todo bien? —preguntó Kno, acercándose con dos copas en la mano.
Asentí y tomé una.
—Sí, estoy bien. Mejor de lo que esperaba.
Él sonrió, aliviado.
—Te lo dije. A veces solo necesitas salir un poco de tu zona segura.
Bebí un sorbo y dejé que el sabor fuerte me ayudara a despejar los pensamientos que aún flotaban en mi mente.
En medio del bullicio, una voz conocida me sacó de mi ensimismamiento.
—¿Ellie?
Me giré, encontrándome con una figura que no esperaba ver allí. Era Marcus. Su mirada estaba cargada de sorpresa, y tal vez algo más profundo.
—Marcus... —murmuré, sintiendo cómo mi estómago se contraía.
Kno se tensó a mi lado, observando con cautela.
—No esperaba verte aquí —continuó Marcus, esbozando una sonrisa incómoda.