El día finalmente había llegado. Me desperté con una mezcla de emoción y nerviosismo. Mi local de pasteles, mi propio sueño hecho realidad nuevamente, pero esta vez en Barcelona, abriría sus puertas por primera vez. Había trabajado sin descanso, cada detalle había sido planeado con esmero, y ahora todo estaba en su lugar.
Me vestí con una blusa blanca sencilla y un pantalón negro. Algo cómodo, pero lo suficientemente presentable para la ocasión. Cuando llegué al local, el letrero con el nombre brillaba bajo la luz del día. "Dulces Instantes". Sonreí. El nombre me transmitía justo lo que quería: momentos dulces y memorables para quienes entraran aquí.
Kno fue el primero en llegar. Traía una caja en las manos y una sonrisa burlona en los labios. —Espero que estés lista para esto, jefa —dijo, extendiéndome la caja. —¿Qué es? —pregunté con curiosidad mientras la abría. Dentro había servilletas personalizadas con el nombre del local impreso en un delicado diseño dorado. —Tu primer regalo "oficial" para el negocio —comentó.
Mi corazón se llenó de calidez. Lo miré y, sin pensarlo mucho, lo abracé. —Gracias, Kno. En serio, significa mucho para mí. —Tranquila, no tienes que llorar —bromeó, dándome unas palmaditas en la espalda.
Pronto comenzaron a llegar más personas. Mi equipo de trabajo, las dos señoritas que estarían a cargo del local mientras yo organizaba otras cosas, y algunos conocidos. Todo estaba en marcha.
El aroma a pan recién horneado y café flotaba en el aire, invitando a los primeros clientes. El lugar estaba decorado con luces suaves y una estantería llena de postres. Me aseguré de que cada mesa tuviera flores frescas, pequeños detalles que hacían que el ambiente fuera acogedor.
Al mirar alrededor, sentí que todo el esfuerzo había valido la pena. Era un nuevo comienzo, un nuevo capítulo de mi vida que estaba dispuesta a escribir con todo mi corazón.
El sexto día en "Dulces Instantes" transcurría con normalidad. La clientela comenzaba a crecer, y el ambiente acogedor del local parecía atraer a cada vez más personas. Me sentía orgullosa del trabajo que había logrado en tan poco tiempo.
Kno estaba sentado en la barra, revisando algunos papeles mientras tomaba un café. Siempre encontraba tiempo para ayudarme, incluso cuando no se lo pedía. Pero la tranquilidad del momento se rompió cuando la puerta del local se abrió y Marcus apareció en el umbral.
Mi cuerpo se tensó al verlo. No era la primera vez que venía, y sinceramente, empezaba a volverse molesto. Su insistencia en hablar conmigo sobre Harper era agotadora. Kno se puso de pie de inmediato, dejando la taza a un lado.
—¿Qué haces aquí otra vez? —preguntó, sin molestarse en ocultar su irritación.
Los clientes se giraron a ver la escena, creando un incómodo silencio en el ambiente. Decidí que no era el lugar para esto, así que salí del mostrador y me acerqué a ellos.
—Hablemos afuera —dije con firmeza, dirigiéndome a Marcus. Luego miré a Kno—. No te preocupes, estaré bien.
Kno frunció el ceño, pero asintió con desgana antes de volver al interior del local.
Salimos a la calle y crucé los brazos, esperando que Marcus hablara.
—Ellie, sé que no quieres escucharme, pero es importante. Harper está con alguien más ahora, pensé que la chica de la que te mencioné no estaría con él, ya es oficialmente. La chica con la que está... no es quien él cree. Tiene otra relación con alguien aquí, en Barcelona.
Pestañeé un par de veces, intentando procesar sus palabras.
—¿Y por qué me dices esto a mí? —pregunté con frialdad.
—Porque Harper me pidió que me alejara del hospital. Dijo que le recordaba a ti, que no podía seguir trabajando allí si yo estaba cerca. Y luego, me pidió que investigara a este hombre del que se habla... el que está vinculado con su nueva pareja.
Me mordí el interior de la mejilla. No quería sentir nada por Harper, pero parte de mí no podía ignorar lo que Marcus decía.
—¿Y qué se supone que haga con esta información? —pregunté, sintiendo cómo la frustración me llenaba.
—Solo quería que supieras que, a pesar de todo, Harper sigue actuando como si aún no le importaras. Si no, ¿por qué se obsesionaría con esto? —Marcus suspiró—. No quiero molestarte, pero creí que debía decírtelo.
Me quedé en silencio por un momento. Luego, tomé aire y lo miré fijamente.
—Si eso es todo lo que tenías que decirme, prefiero que no vuelvas a aparecerte en mi local. Él no quiere nada conmigo, con todo lo que me dijiste no me incumbe a mí, sino a su nueva pareja. Así que haz lo que te mandaron hacer y ya no insistas con el tema de hablar de él. No sabes por todo lo que pasé.
Marcus apretó los labios, pero asintió antes de darse la vuelta y marcharse.
Volví al interior del local sintiendo un peso en el pecho. No estaba segura de cómo procesar todo esto. No sabía si me importaba o no. Pero lo que sí sabía era que, quería seguir adelante sin Harper en mis pensamientos.
Cuando la jornada terminó y cerré el local, Kno me alcanzó en la salida. Me observó por unos segundos antes de preguntar con suavidad:
—¿Estás bien?
Asentí, aunque en realidad no estaba segura de la respuesta. Había demasiadas cosas en mi cabeza, demasiados sentimientos que aún no lograba ordenar. Sin embargo, decidí que no era el momento de profundizar en ello.