Dos Copas Para Nosotros

CAPÍTULO 15

El sol se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Kno, tiñendo el espacio con una luz cálida y tranquila. Era la primera mañana en mucho tiempo en la que no tenía la sensación de estar al borde de un colapso; o al menos no después de él. Después de todo lo que había pasado, se sentía extraño despertarse sin una preocupación inmediata en la cabeza.

—¿Me estabas viendo dormir hoy? —preguntó con voz ronca.

Rodé los ojos.

—Estaba asegurándome de que sigas vivo.

—Y sigo vivo. Desde que te levantaste ya no pude volver a dormir... además quería saber que diría el jefe.—murmuró con diversión—. más vivo, aún con una bala que casi me manda al otro lado.

—Exagerado —dije, cruzándome de brazos—. No fue tan grave.

—Claro, como si no hubiera sido yo el que sintió el dolor.

—Deja de hacerte la víctima.

Kno se rió y, con un poco de esfuerzo, se incorporó en la cama, apoyándose en la cabecera. Ya se veía mucho mejor, y aunque todavía debía cuidarse, al menos el color había vuelto a su rostro.

—¿Qué planeas hacer hoy? —preguntó, estirándose un poco.

Me encogí de hombros.

—No lo sé. No tengo ganas de salir ni de hacer nada complicado.

Kno me miró con una ceja arqueada y luego chasqueó los dedos.

—Entonces, quédate aquí. Podemos pasar el día viendo películas, cocinando algo... Un día tranquilo.

La idea no sonaba nada mal. Después de tanto caos, un poco de normalidad no vendría mal.

—Está bien, pero tú cocinas. Dije que no quería hacer nada.

—¿Perdón? —frunció el ceño—. Tengo una herida de bala, Ellie.

—Ah, cierto —hice un gesto pensativo—. Entonces, uy, ¿Quién cocinará?.—reí— Yo cocinaré.

—Sí, cómo no. Vas a incendiar mi cocina.

Lo miré con indignación.

—¡Oye! No cocino tan mal.

Kno soltó una carcajada y se levantó con cuidado de la cama.

—Vale, vale. Cocinaremos juntos.

—Si terminas desangrándote por cortar un tomate, no es mi culpa.

—Confío en que al menos sepas usar una curita.

Ambos nos reímos mientras caminábamos hacia la cocina.

Pasamos la mañana decidiendo qué cocinar. Kno insistía en hacer algo rápido y sencillo, mientras que yo quería intentar algo más elaborado. Al final, terminamos preparando una pasta con salsa casera.

—A ver, prueba esto —dije, llevándome una cucharada de salsa a la boca y luego ofreciendo la cuchara a Kno.

Él la probó y frunció el ceño.

—Le falta algo.

—¿Qué?

—Amor.

Rodé los ojos con una sonrisa divertida y le di un golpe suave en el brazo.

—Cállate y pásame la sal.

Terminamos de cocinar entre bromas y pequeñas discusiones sobre quién hacía mejor qué cosa. Cuando todo estuvo listo, nos sentamos en la sala con los platos y pusimos una película.

—¿Qué quieres ver? —pregunté.

Kno tomó el control y empezó a revisar las opciones.

—Nada de terror, por favor —dije de inmediato.

Él me miró con una sonrisa burlona.

—¿Tienes miedo?, además estás conmigo.

—No quiero ver algo que me haga saltar cada dos segundos.

—Está bien, está bien. Comedia romántica, entonces.

Le lancé una mirada de advertencia.

—Tampoco exageres.

Al final, elegimos una película de acción, algo ligero que no requiriera demasiada concentración. Nos acomodamos en el sofá, yo con una manta sobre mis piernas y Kno con su brazo apoyado en el respaldo.

A mitad de la película, noté que Kno se inclinaba un poco más hacia mí, como si inconscientemente estuviera buscando acercarse. Me di cuenta de que yo tampoco me alejaba.

Sentí que podía relajarme. Que podía estar en paz, aunque fuera solo por un día.

Y en ese momento, eso era suficiente.

El sonido de la película seguía de fondo, pero mi mente ya no estaba del todo enfocada en la pantalla. Después de tanto caos, el simple hecho de estar sentada en un sofá, con un plato de comida casera y sin la constante sensación de peligro, se sentía extraño. Como si fuera un lujo al que todavía no me acostumbraba. Tampoco me acostumbro al perfume que lleva Kno, o quizás sea porque no es el perfume de él.

A mi lado, Kno estaba igual de cómodo. Su postura se había relajado, y aunque todavía se movía con algo de cuidado por su herida, parecía disfrutar del momento tanto como yo o eso creo, de repente me siento melancólica, como si algo dentro de mí se estaría olvidando de algo o alguien y solo pensar en eso se sentía tan mal el pecho.

—Esto es raro —murmuré sin darme cuenta.

Kno giró la cabeza para mirarme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.