Dos corazones de hielo

1.1; Sed de sangre... y de dolor

::Conor's POV::

Un zumbido golpea mis oídos bruscamente. Olfateo el aire y me dirijo hasta el hervidero de sangre humana. Parece una fiesta entre amigos, y están en un bar poco conocido. Sonrío cruelmente. Sólo tengo que encontrar a una chica que alivie mi sed de sangre... y de dolor. Me acerco un poco al edificio, y observo a la que va a ser mi presa. Rubia y alta, bien. Me gustan bonitas. Sus amigas se van y la dejan sola. Camino hasta ella y, cuando estoy lo suficientemente cerca, me doy cuenta de que está llorando. Tanto mejor.

-¿Quién ha hecho llorar a esta princesita? -la sorprendo.

-No es nada -me contesta cortante.

-¿Quieres venir a dar un paseo, sweetheart? -me mira extrañamente.

-No te conozco -dice levantándose de la silla en la que estaba sentada.

Poniéndole una mano en el hombro, la siento de nuevo y, antes de que pueda rechistar, le digo:

-Vas a venir conmigo, y vas a obedecer a todo lo que te diga.

Asiente y en el momento en que nos alejamos del bar, la cojo y desaparecemos en un callejón.

-¿Cómo te llamas? -le susurro al oído.

-Nora -contesta mirando hacia el infinito.

-¿Quién te ha hecho daño, Nora?

-Dani, mi novio.

-¿Qué te ha hecho?

-Me ha engañado con mi mejor amiga.

Río. Pobre chica, traicionada por su novio y su mejor amiga. Entonces la miro a los ojos azules.

-No vas a chillar, ¿huh? -le ordeno y ella simplemente asiente.

Me concentro en su cuello, en cómo su frágil corazón impulsa la sangre por sus venas. Me centro en el palpitar, y en cómo su respiración se acelera. Miedo... puedo oler su miedo, y me sienta de maravilla. Las ganas que tengo de hacerle daño aumentan con cada latido de su corazón. Entonces le inclino la cabeza y clavo mis colmillos en su pálida piel. Ella ni siquiera parpadea, el miedo la tiene paralizada. Dejo de succionar y la miro.

-Bésame -murmuro.

Mis labios están llenos con su propia sangre, y veo como lucha contra mi control mental, pero pierde. Su cerebro se rinde y gano yo. Me besa a contra de su voluntad, como a mí me gusta. Me separo bruscamente, haciéndole un corte en los labios con mis colmillos. Se lleva un dedo a la boca, y yo se lo aparto con un movimiento seco. Paso mi lengua por su boca, deleitándome con su sabor dulzón. A continuación, le muerdo el otro lado del cuello, aspirando su sangre sin ningún cuidado. Me separo y se tambalea. La sujeto antes de que caiga al suelo, medio desangrada. La miro y sus ojos me suplican en silencio. ¿La mato? Sonrío. ¿Desde cuándo yo me cuestiono eso? Le arranco la camiseta, y contemplo su silueta. Es una pena que no vaya a seguir viviendo.

"De verdad que lo siento, pequeña Nora".

Me abalanzo por tercera vez a su cuello y aspiro todo su ser. Noto su peso contra mí conforme le arrebato cada sorbo de su vida. Finalmente su cuello se dobla y se rompe, y me separo, relamiéndome. La dejo tirada en el suelo y me dispongo a salir del callejón, pero entonces atisbo una sombra que escapa. En un segundo, salgo a la calle y veo a otra chica corriendo. "Hoy voy a matar a dos pájaros de un tiro", me digo satisfecho. En un abrir y cerrar de ojos, me planto delante de la chica, que empieza a gritar descontroladamente. La gente comienza a mirarnos. Suelto una carcajada.

-Aquí no está pasando nada, podéis volver a lo vuestro -les digo usando bastante control mental, influenciándolos, y seguidamente me hacen caso.

-¿Por qué te obedecen? ¿Qué le has hecho a aquella chica? -me pregunta aterrorizada.

Frunzo el ceño. Qué curiosa es esta chica.

-¿Cuál es tu nombre? -le pregunto usando control mental, pero no me contesta.

La cojo en brazos y en menos de un suspiro me la llevo a una calle vacía. Cuando la dejo en el suelo, comienza a gritar de nuevo. Le pongo una mano en la boca, y me muerde. ¿Qué demonios? La empujo contra la pared con mi mano en su cuello, y observo sus ojos verdosos. Entonces la mochila que llevaba colgada se cae al suelo.

-¿Quién eres? -le repito usando más poder.

-Soy... -empieza a decir pero se para de pronto.

Todavía con mi mano en su cuello, intento entrar en su mente, pero algo me lo impide. Una barrera. Los humanos no pueden poner barreras en sus mentes. Respiro hondo y le vuelvo a preguntar.

-¿Cómo te llamas? -aprieto el agarre de su cuello.

-Talía... Talía Duque -dice al fin.




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